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Fue masiva la huelga y el reclamo contra el Gobierno

Hubo bloqueos en los principales accesos a Capital. Se sintió con fuerza en el Interior y tuvo una alta adhesión en el campo. A 12 días de la histórica protesta del 8N, se consolida un nuevo escenario.

 A las cuatro de la tarde, en los andenes y las vías de la siempre atestada estación de Once, lo único que se movía eran las palomas. Iban y venían, volando por los espacios vacíos y silenciosos. El ferrocarril Sarmiento fue uno de los medios de transporte que ayer no funcionó, afectado por el primer paro nacional de la era K.

La medida fue impulsada por la CGT de Hugo Moyano; la CTA de Pablo Micheli; los gremios que responden a Luis Barrionuevo; la Federación Agraria y partidos de izquierda.

Los reclamos convocantes fueron lamodificación del pago del impuesto a las ganancias; la eliminación de los topes a las asignaciones familiares; el aumento de las jubilaciones y el salario mínimo; un plan contra la inflación; y el reintegro de fondos millonarios que el Estado le debe a las obras sociales, entre otros pedidos.

La medida se produjo doce días después de la marcha nacional del “8N” y representa un nuevo desafío para la Casa Rosada.

Nunca antes la presidenta Cristina Kirchner había enfrentado una huelga impulsada por las centrales obreras con el impacto que tuvo la de ayer.

La huelga afectó a las principales ciudades del país: paralizó buena parte del transporte porteño, los servicios, la actividad docente, los bancos, el transporte, la salud y la producción rural de varias provincias, entre otros sectores de la economía. No hubo movilizaciones masivas pero sí bloqueos a los accesos de la Capital Federal, puentes y autopistas, a los que se sumaron cortes de rutas del interior.

La Presidenta descalificó a la protesta y puso en duda su efectividad: “Hoy no fue una huelga o un paro, ni siquiera fue un piquete, fue un apriete con amenazas a los trabajadores”, dijo durante un acto en San Pedro, y desafió: “A mi no me corre nadie, ni con amenazas, patoteadas o matones”.

Como ya habían adelantado algunos de los ministros durante la tarde, la mandataria denunció que hubo incidentes en el Café Tortoni que – explicó- se produjeron para amendrentar a los comerciantes y trabajaron de la zona: acusó por esos hechos al sindicato gastronómico de Barrionuevo.

Antes del discurso presidencial en San Pedro, Moyano había adelantado que entendía que el paro es el primer paso en una nueva etapa de profundización del conflicto entre Gobierno y los sindicatos: “Hoy ha comenzado un camino de lucha”, aseguró en la CGT, rodeado de los jefes sindicales que apoyaron la medida, y agregó: “El silencio en las calles es la voz que el Gobierno debe escuchar”.

Micheli se expresó en un sentido similar: “El paro demuestra que ha perdido el control del conflicto social”. También le hizo un pedido a la Presidenta: “No pueden dejar de ver lo que acaba de ocurrir, no solo en Buenos Aires sino en toda la República. Que se saque la venda de los ojos y los tapones de los oídos”.

El titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, otro de los presentes en la CGT, dijo que la huelga “retumbó en toda la geografía”, y le reclamó al Gobierno que termine con “la arrogancia y la soberbia para escuchar a los que piensan distinto”.

Uno de los representantes de la CGT Azul y Blanca de Barrionuevo, el titular del gremio de los técnicos de Aerolíneas, Ricardo Cirielli, vinculó la protesta de ayer con los cacerolazos: dijo que la Presidenta “debe solucionar los problemas de toda la sociedad argentina, de aquellos que estuvieron el 8 de noviembre en la calle y hoy en el paro”.

El dirigente ferroviario Rubén “El Pollo” Sobrero, delegado de la línea Sarmiento, también adelantó que el sindicalismo estará en en estado de alerta a la espera de respuestas de la Casa Rosada: “Si no reflexionan, nos volveremos a encontrar en la calle”.

Moyano había definido a la huelga como “un día de fiesta” y aseguró que estaba sorprendido por el alcance de la medida: “Sin ninguna duda ha tenido más adhesión de la que esperábamos”.

En Buenos Aires no funcionaron la gran mayoría de las líneas de trenes. Tampoco la línea B de subte. No hubo actividad en los bancos más importantes. Las estaciones de servicio estuvieron cerradas. En Aeroparque se cancelaron todos los vuelos y en Ezeiza solo volaron las compañías extranjeras: la empresa más afectada fue Aerolíneas Argentinas. No se recolectó la basura. Las clases en las escuelas y la atención en los hospitales fueron afectadas. El acatamiento en los comercios fue dispar.

Los obreros de la industria trabajaron a menor ritmo porque algunas empresas del sector fueron bloqueadas por camioneros de Moyano. Al menos eso hicieron hicieron saber afiliados de SMATA y de la UOM.

La reacción de la Presidenta y sus funcionarios ante el resultado de la huelga generó preocupación incluso entre sus aliados sindicales de la oficialista CGT Balcarce.

El secretario general de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández, líder de uno de los gremios del transporte que no adhirió al paro, se animó a pedirle a la Casa Rosada que “escuche el reclamo de los trabajadores para buscarle una solución”.

Ayer la dinámica de la Capital Federal fue similar a la de un día de descanso.

Un paro de las dos CGT disidentes, la CTA, la Federación Agraria y partidos de izquierda: nunca antes había pasado en la era K.

El escenario político cambió .

CLARÍN

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