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«Yo maté a mi propio hijo porque fui indiferente a lo que pasa alrededor nuestro»

 0011358842  Tras la liberación del único imputado, no hay detenidos por el asesinato del joven, ocurrido en el barrio de Palermo. Eduardo, su papá, dijo a Infobae que confía en la Policía y la Justicia, pero reconoce que la falta de castigo «está dentro de las posibilidades».

La familia de Pablo Tonello todavía no encuentra explicaciones para lo sucedido. La repentina muerte del joven de 27 años, felizmente casado y en pleno crecimiento profesional, golpeó a todos de la misma manera. «Somos dos familias completas afectadas. Recién esta semana vamos a hacer el duelo, vamos a caer, pero no sé cómo nos vamos a levantar», dijo a InfobaeEduardo, el papá de la víctima.

Pablo fue asesinado en la mañana del 29 de julio en Palermo, cuando pedaleaba con su bicicleta hacia el trabajo, en el barrio de Parque Patricios. Ocurrió en la esquina de la Avenida del Libertador y Lacroze, a sólo diez cuadras de su casa. Un hombre lo interceptó a la salida del viaducto, trató de robarle, y luego de un forcejeo lo ejecutó de tres disparos. Uno de ellos fue directo a la cabeza.
El absurdo crimen
«El lugar te obliga a frenar -explicó Eduardo-. El pibe salió de atrás de un cartel a arrebatarlo, y Pablo tuvo una reacción espontánea: le pidió la mochila porque le interesaba el ipad». Es que allí Pablo guardaba varios de sus trabajos como diseñador de video juegos. «El tipo seguro quería la bicicleta, porque la mochila si la ves da lástima, es un certificado de pobreza. Pablo le agarra la mano y se producen dos o tres disparos al aire. Decide huir, se aleja seis siete metros, pero en un momento se vuelve y cuando Pablo se está acomodando le pega tres tiros», cuenta el padre del joven asesinado.
Tras el brutal homicidio, ocurrido a plena luz del día y a la vista de todos, resulta inevitable preguntarse qué clase de sujeto actúa de esa manera, sin pudor, con total desparpajo. De hecho, tras escapar a la carrera, a cien metros de donde había asesinado a Pablo, el delincuente le robó la bicicleta a una mujer para continuar con la huida a bordo de ese rodado, que luego abandonó a unas pocas cuadras, en la esquina de Pampa y Miñones.
Sin embargo, cada vez que Eduardo habla con los medios, se esfuerza en aclarar que no alcanzará con aplicarle una pena al responsable del crimen de su hijo, por más dura que ésta sea. «Tenemos que ir por otra parte, por donde la justicia, aunque haga bien su trabajo, no apunta. Que es preguntarse quién iba a comprar la bicicleta, o quién le vendía la droga a ese pibe», señala Eduardo.
Es que para los Tonello, que ya habían sido víctimas de un violento secuestro extorsivo en 1999, la responsabilidad de la muerte de Pablo es de todos. Incluso de ellos mismos. «Hay otros que matan, hasta yo. Yo maté a mi propio hijo porque fui indiferente a cosas que pasan alrededor nuestro. Me acostumbré a la corrupción, a las divisiones, a los cortes de ruta. Me acostumbré a vivir de una manera que es indigna para nuestros hijos. Pibes en la calle, prostitución, gente tirada, pidiendo, todo un sistema que no va más. Hay algo detrás de todo esto»,sostiene.
La causa y el temor a la impunidad
No habían pasado siquiera 24 horas del crimen cuando la policía detuvo a un sospechoso, y aunque la noticia no aliviaba en lo más mínimo el dolor de la pérdida, dejaba la tranquilidad de al menos presumir que éste no sería otro crimen impune más. No obstante, en menos de una semana, la jueza de instrucción, Susana Castañera, dispuso la «falta de mérito» e inmediata libertad del único imputado hasta el momento, cuya identidad no trascendió. Si bien seguirá bajo investigación, el resultado negativo obtenido en cinco rondas de reconocimiento entre testigos del hecho dejan al único sospechoso prácticamente exculpado del crimen.

«La causa sigue su curso, esa fue una primera detención. Pero en la Policía nos dicen que hay otras pistas y confiamos en ellos. Están trabajando firme y hay varias áreas abocadas a la búsqueda», asevera este comerciante de la ciudad de Zárate. Si bien no hubo cámaras que pudieran registrar el asesinato, Eduardo destaca que hubo «más de cien testigos».

«La tarea del fiscal y la jueza ha sido buena. Los veo muy comprometidos. Esperemos que el crimen no quede impune», señaló el papá de Pablo, aunque reconoció que eso «está dentro de las posibilidades».

 

El dolor y la ayuda de Dios
 

Eduardo le contó a este medio que todavía nadie de la familia ha podido retomar sus actividades habituales, y que, como comerciantes, están «perdiendo plata». Cuentan con la ayuda de muchos amigos y familiares, pero algunos necesitan asistencia psicológica para sobrellevar el dolor. Hay algo, sin embargo, en lo que se apoyan todos y cada uno. Y les da fuerzas para seguir adelante: «Creemos en Dios. Somos evangélicos pero hemos recibido ayuda y amor de parte de gente de todas las religiones; todos nos abrazan y rezan por nosotros. Dios nos sostiene y nos va a sostener siempre», manifestó.

Ayer se realizó una marcha y pedaleada en memoria de Pablo Tonello. La familia convocó a participar «en un clima de respeto y armonía». Cientos de personas, a pie o en bicicleta, se hicieron presentes en el Obelisco a las 15, desde donde marcharon rumbo a Blanco Escalada y Montañeses, para culminar en la escena del crimen, en Avenida Libertador y Federico Lacroze.

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