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Reclamos de la industria textil al Gobierno

En un año de contracción de la actividad, la industria textil no es ajena a la coyuntura: en lo que va de 2016, el sector se achicó un 25% en comparación con el mismo período de 2015, según datos de la Fundación Pro-Tejer. La caída se debe principalmente a la pérdida de poder adquisitivo y, consecuentemente, a una baja en el consumo y a la apertura de las importaciones, que generó un crecimiento del 15% en la llegada de productos textiles del exterior.

La demanda de ropa es una de las variables que más rápido se ve afectada cuando disminuyen los salarios y el sector sintió el efecto con una caída del 20% en las ventas de consumo masivo, que a la vez produjo la suspensión de 5000 puestos de trabajo, sostienen en la Fundación. «Recién en marzo del año que viene podremos saber si se va a reactivar el sector», proyectó Jorge Sorabilla, presidente de la entidad y director de la empresa hilandera TN&Platex, en la 12º convención de Pro-Textil.

Sin embargo, lo que más le preocupa a la industria textil es que haya una mayor apertura de las importaciones ya que, según dicen, se trataría de una competencia desleal. «Estamos listos para competir; ahora es turno del Gobierno de hacer competitivo al país», dijo Sorabilla, y afirmó que existen altos costos productivos que son generados por fuera de la cadena de valor de la industria.

Según un estudio de la Fundación, apenas el 20% del precio final de una prenda es explicado por el costo de fabricación. Entre el resto de los costos incluyen un 25,5% de carga impositiva, casi un 15% por el alquiler del comercio («hay una concentración de shoppings en pocos dueños», dicen), otro 15% del interés que pagan las marcas a los bancos por la utilización de tarjetas de crédito y débito, un 15% en la distribución y comercialización de los productos y un 4,7% por el diseño y el marketing. El 4,8% restante, sostienen, corresponde a la rentabilidad de la empresa.

El ministro de Producción, Francisco Cabrera, cerró el encuentro. «Cuando hablamos de integración al mundo en general el empresariado argentino, en especial el industrial, se asusta porque no está en condiciones de competir y nosotros lo sabemos. Por eso pensamos en una integración inteligente al mundo; vamos a trabajar en conjunto», dijo, y agregó: «No vamos a exigirle que sea eficiente y competitivo en un proceso de shock. No le vamos a soltar la mano a ningún empresario». Otro gesto del Gobierno hacia el sector: la vicepresidente Gabriela Michetti estuvo en la reunión.

Los textiles hicieron más críticas. «La Argentina no puede darse el lujo de poner en peligro el empleo cuando hay un 32% de pobres. Es como la industria automotriz: no habría ni un auto nacional si el sector no estuviera protegido», dijo Sorabilla.

 

fuente LA NACIÒN

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