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La militancia kirchnerista y la dramática madrugada en la que pasó de la desilusión al triunfalismo

De la desilusión al triunfalismo en cuatro horas. Ese viaje dramático se vivió en el búnker de Unidad Ciudadana (UC), en el estadio de Arsenal. Lo que parecía una derrota contundente se transformó al cierre de esta edición en un final reñido que en el kirchnerismo pronosticaban como una victoria sobre la hora.

El resultado fue tan cerrado que pasada la 1.30 Cristina Kirchner todavía no se había mostrado en el salón principal, donde esperaban la militancia y la prensa. El aparente vuelco del resultado tapó el dolor de las derrotas confirmadas en otras provincias.

El clima fue muy cambiante. Después de las 20 se había instalado un aire de derrota. Sin cifras propias, en Arsenal se dejaron llevar por el triunfalismo que llegaba desde Costa Salguero. El pesimismo terminó de asentarse minutos después de las 21, cuando se conocieron los primeros datos oficiales: con Cristina abajo por seis puntos, la pelea estaba perdida.

Al pie del escenario, la postal no podía ser más desoladora. Cuatro empleados de limpieza vestidos de azul barrían toda el área. No había dirigentes ni militantes. En ese momento, sólo se veían caras largas. «Falta mucho, la noche es larga», se limitaban a decir.

Cristina, que había llegado a las 20.30, estaba recluida en una habitación del segundo piso del área de concentración del plantel profesional. Para colmo, Sergio Massa ya daba triunfador a Cambiemos. Los televisores mostraban la imagen de Macri celebrando.

Cristina Kirchner salió a hablar pasadas las 3.40 de la mañana. Foto: Silvana ColomboCristina Kirchner salió a hablar pasadas las 3.40 de la mañana. Foto: Silvana ColomboFoto 1 de 6
En un gesto de rebeldía, un grupito de militantes empezó a cantar: «¡Vamos a volver!». Una dirigente de segunda línea los reprendió: «¡No canten eso! Oscar se va a enojar», les dijo, en referencia a una orden de Parrilli, que seguía los acontecimientos desde la habitación de Cristina.

El ánimo empezó a cambiar después de las 23.30. Roberto Salvarezza y Vanesa Siley, candidatos a diputados, le pusieron cara al giro dramático. «La carga está sesgada. Tenemos otros datos, así que vamos a esperar», dijo el ex presidente del Conicet, sembrando la noche de misterio. A esa hora parecía una resistencia caprichosa.

Pero el escrutinio avanzaba y la distancia se reducía. Se había achicado a cuatro puntos. Hernán Reibel, vocero de la ex presidenta, hacía un gesto con ambas manos, moviéndolas como los dos extremos de un subibaja. «Se está emparejando y faltan muchos datos de La Matanza, José C. Paz y Moreno», dijo.

Pasada la medianoche, el mensaje de resistencia se tornó más decidido. Cristina acababa de recibir de manos de la diputada Teresa García, encargada de la fiscalización de UC en la provincia, un relevamiento de mesas testigo. Ese sondeo ubicaba a la ex presidenta tres puntos arriba de la boleta encabezada por Esteban Bullrich.

A la una de la madrugada, Leopoldo Moreau y Laura Alonso, otros dos integrantes de la lista, le subieron el tono a la denuncia. «Hubo una intención de sostener un resultado ficticio hasta que el Presidente dejó el búnker de Cambiemos», dijo. El público estalló por primera vez cuando el candidato declaró: «Estamos seguros de que en un rato se va a conocer la verdad». Gritaron esa frase como un gol. Como un gol en el último minuto.

fuente LA NACION

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