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Cristina advirtió que no se retira y empuja al peronismo a una refundación

Cómo transformar una derrota en un resultado digerible. En esa alquimia trabajaron durante las últimas semanas los dirigentes más cercanos a Cristina Kirchner , al tanto de la tendencia negativa que mostraban los pronósticos. El saldo de ese esfuerzo: ella se mantiene como la dirigente opositora con más capital político de todo el país, repitieron los voceros del espacio, como primera conclusión. Con esa fórmula saldrán a defender a capa y espada la vigencia política de la ex presidenta y de su fuerza, el kirchnerismo. Perdió, pero no está muerta, dirán a modo de resumen.

En el círculo más cercano a Cristina se imaginan, sin embargo, un papel diferente del que desempeñó en estas elecciones. La mayoría sostiene que la ex presidenta no va a ser candidata en 2019. Tampoco hubiese querido presentarse este año, aseguran. Eso sí: afirman que el resultado obtenido en la provincia de Buenos Aires le garantiza un lugar de privilegio en la construcción de una nueva mayoría capaz de evitar un segundo mandato de Mauricio Macri . Cristina tiene vocación de convertirse en armadora, cuentan, con la derrota todavía fresca. Ya sea a nivel nacional o en la provincia, advierten.

En un escenario de peronismo caído y sin nuevos liderazgos, el kirchnerismo apuesta a ocupar la cabecera en la mesa que llevará adelante la renovación partidaria. Reclamará ese lugar con un argumento matemático: 3,5 millones de votos en Buenos Aires. La cifra representa más del triple de lo que sacó Sergio Massa y más de siete veces lo obtenido por Florencio Randazzo, dos dirigentes que aspiraban a suceder a la ex presidenta en la jefatura de la oposición.

«Pero ¿estos resultados no demuestran que Cristina tiene un techo electoral?», preguntó LA NACION a un dirigente cercano a la ex presidenta, al tanto del discurso oficial de Unidad Ciudadana. «El problema es que los que dicen eso no tienen piso», respondió, con la seguridad que dan los números. La alusión apuntaba no sólo a Massa y Randazzo. También a Juan Manuel Urtubey, el gobernador de Salta, cuya lista quedó segunda, apenas arriba del kirchnerismo.

Para dar la discusión, cerca de la ex presidenta ayer hicieron un repaso rápido de los resultados en todo el país. El kirchnerismo reivindica como propio lo conseguido en la provincia de Buenos Aires, claro. Pero también el triunfo en Tierra del Fuego (30%), los segundos lugares en la Capital (21,7%), Santa Cruz (32%) y Santa Fe (25,4%), y los terceros puestos en Córdoba (9,7%), Neuquén (19,2%), Chubut (24%) y Salta (22,4%). En total suman alrededor de 5 millones de votos.

A esa cifra se puede agregar, dicen cerca de Cristina, lo conseguido por referentes del peronismo de buena relación con la ex presidenta, como la diputada María Emilia Soria, ganadora en Río Negro. En la lista de los aliados circunstanciales anotan también a tres gobernadores: Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Carlos Verna (La Pampa) y Gildo Insfrán (Formosa). Todos ellos ganaron en sus provincias.

En simultáneo a esa construcción de relato positivo, el kirchnerismo sabe que será muy difícil construir desde la derrota. «Lo que más impacta es la ola oficialista que se dio en todo el país», repetían anoche con resignación. Son conscientes de que el armado de una nueva mayoría requerirá un baño de humildad de parte de todos los sectores de la oposición. Aseguran que Cristina está dispuesta a construir con «generosidad», pero advierten que les exigirá lo mismo a sus adversarios internos en el peronismo. «Un tipo como Massa, ¿con qué cara puede venir a poner condiciones?», preparaban el terreno en el búnker de Arsenal. La advertencia también sirve para Randazzo.

La construcción que tiene en mente Cristina parte de la experiencia en la provincia de Buenos Aires, que ella considera positiva, pese a la derrota. Intentará mantener la alianza con los intendentes del PJ. Con ellos acordará una postura de cara a la discusión del presupuesto en la provincia.

Después procurará extender la construcción a los gobernadores que no la resisten. Está convencida de que más temprano que tarde se sentirán efectos negativos de la política económica y que el electorado irá en busca de una alternativa. Su objetivo será darle forma a ese armado opositor. «No se va a retirar», insisten desde su círculo íntimo.

fuente LA NACION

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