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ENTREVISTA A ROBERTO PUCCI

«El desafío es indagar por qué es la Argentina un ejemplo de decadencia»

«El mayor problema, creo, es la tendencia a ser autoindulgentes con nuestra historia», sostiene el destacado historiador y escritor tucumano. «Cada generación debe labrarse su propio camino». Por Mónica Cazón para LA GACETA – Tucumán. – Su impecable trayectoria en el campo de la historia y las letras nos habla de un pensador prolífico y apasionado por la problemática de su tierra. ¿Cuál fue el motivo principal que lo llevó a tratar los temas candentes de sus libros?
– La convicción de que el conocimiento del pasado es un medio fundamental, aunque no el único, para entender el presente. Cultivé la historia del terruño porque creo que el país no terminará de comprenderse si no se examinan sus rancios conflictos regionales, desde la periferia hacia el centro.

– Usted dijo: «Hay que socializar el conocimiento histórico y el vehículo es la escritura»,  ¿Es por este principio que se convierte en escritor, o es un escritor que escribe sobre historia? ¿Y sobre literatura de ficción? 
– La historia es conocimiento y es, al mismo tiempo, un género de la literatura, por lo que un buen historiador debe esforzarse por ser también un buen escritor. La pretendida oposición entre ficción e historia es un tema recurrente, y hay quienes sostienen que no son más que dos modalidades del discurso igualmente ficticias. Pero la historia y la literatura son dos formas de describir el mundo, cada una con su propia verdad.

– En su último libro elige la figura de Juan Bautista Alberdi. ¿Cuál fue la mayor virtud de este prócer; existen muchos «argentinos ausentes» al decir de Alberdi? ¿Sus proyectos para el año próximo?      
– Su absoluta integridad y su coraje intelectual para diagnosticar los males del país. Fue el más notable de nuestros «ausentes», pero hubo otros que se identificaron con él y son igualmente desconocidos: el José Hernández periodista y político, por ejemplo. Fueron los «proscriptos» del porteñismo, a quienes estudio actualmente, porque me interesa un objeto «extraviado» en la historia de las ideas argentinas: el liberalismo auténticamente democrático y nacional que ellos representaban.

– También se desempeña como docente e investigador. ¿Cuál de estas tareas le produce mayor placer?    
– El mayor placer se obtiene cuando creemos haber comprendido algún tramo del pasado y podemos comunicarlo. De modo que la docencia y la investigación se enriquecen mutuamente.

– ¿Qué problemas se le presentan a los actuales historiadores, desde el punto de vista teórico-metodológico y desde el punto de vista institucional?
– El mayor problema, creo, es la tendencia a ser autoindulgentes con nuestra historia, cuando el desafío es indagar los motivos que hicieron de la Argentina un ejemplo mayúsculo de retroceso y decadencia. Como decía Alberdi, se debe abandonar la historia «mítica», aquella que cuenta sólo lo que se quiere oír. En lo institucional, la Universidad pública se ve acosada por la insuficiencia de recursos y la precarización de sus docentes.

– Si caben las recomendaciones, ¿cuáles les haría a los futuros historiadores?
– Cada generación debe labrarse su propio camino, con absoluta independencia y audacia intelectual, pero conservando el rigor erudito.

-¿Qué vislumbra en el futuro de su provincia en el campo de las letras y la historia?
– Tucumán sufrió desde 1966 un acoso sin parangón, que destruyó los fundamentos de su vida económica y social y mandó al exilio interior a la tercera parte de sus habitantes. Pero los tucumanos no perdieron su dinamismo cultural, notable en la creación artística y musical, en el teatro, en las letras y en la historia, con una generación de jóvenes muy prometedora. © LA GACETA

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