En un acto que se prevé más austero de lo habitual, Cristina volverá a jurar como presidenta. Enfrenta un cuadro más complejo que cuatro años atrás.
El sábado próximo al mediodía, cuando Cristina Kirchner jure por Dios, la patria y los Santos Evangelios, ante la atenta mirada de la Asamblea Legislativa, se dará inició a un proceso histórico en la Argentina: el tercer mandato del kirchnerismo, el segundo de ella y el primero que se desarrollará sin la presencia de Néstor Kirchner.
A partir del 10 de diciembre, la Presidenta deberá lidiar con dos desafíos: por un lado, desarmar las cuestiones que hereda de su propia administración (como la maraña de subsidios y la inflación), y por el otro, encarar un mandato sin posibilidad de reelección, una situación inédita desde que los K llegaron al poder.
En la jornada se mezclará el protocolo con el jolgorio. El Congreso y la Casa Rosada serán los lugares donde brillará la alfombra roja y la diplomacia. Las plazas del Congreso y De Mayo, en tanto, serán copadas por los militantes, los bombos, las banderas y, probablemente, los choripanes.
Al Congreso, a las 12, arribarán Cristina y su vicepresidente, Amado Boudou, para tomar juramento. El encargado, según el protocolo, es Julio Cobos, quien hasta ese momento será el vicepresidente de un Gobierno del que en los hechos no forma parte hace más de tres años. Sin embargo, esa tarea podría quedar en manos de Beatriz Rojkés de Alperovich, flamante presidente provisional del Senado (ver aparte). Paso seguido, la Presidenta volverá a mostrar sus dotes discursivos cuando brinde su mensaje de asunción ante la Asamblea Legislativa.
En la Plaza del Congreso, volverán a reunirse los militantes kirchneristas, como ante cada asunción o inauguración de las sesiones del Congreso. Allí se entremezclarán los movimientos sociales K, La Cámpora, intendentes del PJ, la CTA kirchnerista y algunos sindicatos. “La idea es que sea una fiesta popular”, definen.
Después del discurso, Cristina y compañía se trasladarán a la Casa de Gobierno, desandando el camino por Avenida de Mayo, mientras saludan a los manifestantes. El protocolo seguirá en la Rosada, donde primero saludará a los representantes de las delegaciones extranjeras presentes. Durante la semana se irá revelando la lista de asistentes, aunque se descuenta que la mayoría de los mandatarios latinoamericanos serán de la partida. Después, pasará al emblemático Salón Blanco, donde les tomará juramento a los ministros. Allí se le pondrá punto final a la novela de danza de nombres que se inició incluso antes de que Cristina ganase las elecciones. El misterio de quiénes estarán en el nuevo gabinete se podría empezar a develar en una conferencia que estaría organizando la Presidenta para el miércoles (ver página 3).
En la Plaza de Mayo, mientras tanto, seguirá la fiesta. Estaba previsto que se organicen recitales, para festejar el inicio del nuevo mandato kirchnerista, aunque esa decisión estaría pendiente de que lo apruebe Cristina. Según fuentes consultadas, la mandataria estaría pensando en mantener los festejos en bajo perfil.