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Monsanto, ese incómodo aliado de Cristina

El fabricante de transgénicos y glifosato es una corporación que pone en permanente contradicción al cristinismo. Depende la conveniencia, es amigo o enemigo. La acusa de causar daño en la salud, pero luego celebra sus anuncios de millonarias inversiones. La nueva ‘ley de semillas’.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). A partir de las 18:00 de este lunes (17/9) agrupaciones ambientalistas y vecinos de la localidad de Malvinas Argentinas, en la provincia de Córdoba, se manifiestan en la capital provincial para rechazar la instalación de una planta de semillas de la empresa de origen estadounidense Monsanto en su municipio.

Bajo la consigna «No importa lo bien que lo muestren, Monsanto mata»,  los manifestates marcharán por el centro cordobés para «hacer visible» su repudio al arribo del fabricante de semillas transgénicas y glifosato. De acuerdo a la convocatoria, participan de la marcha las ONGs Malvinas Lucha por la Vida,  Paren de Fumigar, Madres de Barrio Ituzaingó y la Coordinadora por la Sobernía Alimentaria No a Monsanto.
No es la 1ra manifestación contra la empresa de los vecinos de Malvinas Argentinas. A principios de mes las organizaciones ya realizaron un acto de rechazo sobre la ruta 19, donde marcharon hasta el lugar donde se levantará la planta. En el mismo lugar se volvieron a convocar el 10/9.
En cuanto al proyecto malvinense, incluye la ocupación de una campo de 28 hectáreas con una planta de semillas, que pretende ser una de las más grandes del mundo y estaría en operaciones durante la 1ra parte de 2014.
Monsanto es una corporación que pone en permanente contradicción al cristinismo. Depende la conveniencia, es amigo o enemigo. La militancia K insiste con atribuirle una sociedad con Clarín y La Nación cuando quiere desprestigiar a esos diarios. También se acusó a los sectores agropecuarios por el uso del glifosato en sus plantaciones durante el conflicto con el campo en 2008, por el efecto que este agroquímico tendría en la salud y el medioambiente.

Pero hay ocasiones en que se celebran los anuncios de la compañía norteamericana sobreinversiones millonarias en el país. En junio fue la misma presidente Cristina Fernández la que se encargó de anunciar la inversión de $1.800 millones por parte de Monsanto. «La inversión de Monsanto es importantísima y va a ayudar a la concreción de nuestro plan, tanto agroalimentario 20-20, como nuestro plan industrial. Me decía su titular que les había impresionado mucho el apoyo que nuestro Gobierno estaba dando a la ciencia y a la tecnología», dijo la mandataria tras un encuentro privado con las autoridades de la empresa en Nueva York.
El diario oficialista Página12 destacaba que «la ministra de Industria, Débora Giorgi, agregó que la nueva planta para producción de semillas de maíz implica “400 puestos de trabajo más” y destacó que el lugar de emplazamiento del emprendimiento es el barrio Malvinas Argentinas, en Córdoba, algo que ligó con el hecho de que la Presidenta estuviera en Nueva York debido al discurso que dio ante el Comité de Descolonización de la ONU». 
Pero, curiosamente, no toda la prensa oficialista está dispuesto a firmarle un cheque en blanco a Monsanto, poniendo de manifiesto esa contradicción existente en el cristinismo respecto al fabricante de semillas.  Apenas un día después de la crónica de Página12, un artículo del diario Tiempo Argentino alertaba sobre la falta de control de los agroquímicos de Monsanto y Nidera por parte del organismo oficial competente, el Senasa, y que eran las mismas compañías las que certificaban sus pesticidas.
La nota firmada por Manuel Alfieri señalaba que «los laboratorios que realizan las evaluaciones paradeterminar la toxicidad de los agro-químicos que se utilizan en nuestro país están directamente vinculados o son las mismas empresas que producen y comercializan pesticidas», y agrega: «Sí, los laboratorios Monsanto realizan los ensayos toxicológicosque establecen si los productos de la empresa Monsanto SA –entreellos, el glifosato, denunciado porcontaminar el medio ambiente y atentar contra la salud de las personas– pueden diseminarse en los campos argentinos». 
En la misma nota del diario al que nunca podría acusarse de anti-cristinista se entrevistaba a al especialista Claudio Lowy, quien abundaba sobre el rol del Senasa. «El SENASA no realiza ensayos de toxicidad de los pesticidas, sinoque evalúa los ensayos ya realizados porlos laboratorios habilitados. Esos laboratorios no son indepe-dientes, porque están vinculados o son lasmismas empresas que producen y comercializan pesticidas, como Monsanto y Nidera. Osea, son juez y parte», dijo el Lowy, un ingeniero forestal y experto en desarrollo sustentable.
No obstante, la alianza, incómoda, del Gobierno Nacional con el productor de transgénicos parece tener una meta clara. Recientemente el Ejecutivo le autorizó a Monsanto comercializar en el país un nuevo tipo de semilla, la ‘Intacta RR2 PRO’. Se trata de una semilla homologada, es decir certificada por la misma empresa.
Esto le permitiría al fisco tener una mayor control sobre la producción de granos, especialmente de la soja, reduciendo los niveles de evasión. Caber recordar que el Estado argentino recauda US$ 12.000 millones por año en concepto de retenciones a las exportaciones de soja, casi el 9% de la recaudación total.
En este marco comenzará a tratarse una nueva ‘Ley de Semillas’ que apunta a reconocerle la «autoría» a los fabricantes de las mismas. Es un proyecto que impulsa el Gobierno Nacional através del ministerio de Agricultura. Con esta ley los productores agrícolas deberían pagarle regalías a los fabricantes de semillas, como Monsanto.

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