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Saer y Ortiz, otra vez juntos y a orillas del Paraná

Las obras del escritor santafesino y del poeta entrerriano, grandes referentes de la región, son el eje del Filba Nacional que quedó inaugurado ayer en Santa Fe con un discurso de Hebe Uhart, que evocó a los periodistas y aconsejó a los jóvenes literatos.

SALE SAER. Un camión parlante recorría la capital santafesia con una lectura de "El limonero real", durante el Filba. (Betania Cappato)

No fue un ladrón el que asaltó al guardia de seguridad de la farmacia en la mañana del jueves. Fueron la emoción y la literatura de Juan José Saer. Al escuchar un pasaje de El limonero real no pudo más que acercarse hasta la propaladora que recorre Santa Fe siguiendo la cartografía literaria y reproduciendo pasajes del autor de Glosa. Hacia la intervención urbana del II Filba Nacional que se realiza hasta el domingo, corrió el guardia. Y prometió volver a leer a Saer.

Ya de noche, desde el escenario, iluminada y con la luz de frente, Hebe Uhart no distinguía a nadie del público. Para los que estaban abajo, sentados en las butacas del Centro Cultural Provincial de Santa Fe, en cambio, ella lucía enorme. Aunque sea menudita, casi diminuta. “No veo nada”, decía la escritora, entre carcajadas. Abajo, la escuchaban algunos de los más de treinta autores que participan de mesas, charlas y talleres. Claudia Piñeiro, Diana Bellessi, Romina Paula, Damian Tabarovsky, Selva Almada, Aníbal Jarcowski y Damián Ríos, entre otros. Uhart fue la encargada de inaugurar oficialmente el segundo Filba nacional que culminará el domingo. Lo hizo a su manera, con literatura. Con consejos para los “jóvenes aprendices de escritores”, que se acercaron a escucharla, y con recuerdos de sus anteriores estadías en esta provincia. Todo tenía el tono suave, los personajes vivos, el oído, y la acción brutal que acostumbra en sus cuentos y relatos. También se acordó de las preguntas obvias de los periodistas a los escritores.

¿Escribe con lápiz de carpintero o con la computadora, de noche o por la mañana? ¿Por qué no preguntan a qué hora almuerza, o si va al baño una o dos veces por día, o si tiene los impuestos al día?”

“Estaba mamado”, murmuró por la tarde Damián Ríos. La confesión se escuchó en el auditorio de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Litoral, otra de las sedes del festival. Fue durante la charla que compartió con Francisco Bitar, Marilyn Contardi y Florencia Abbate y el primero citó una vieja entrevista a Ríos. Las respuestas, sin embargo, eran lúcidas. Así fueron el resto de las intervenciones que intentaron echar luz sobre las similitudes y diferencias entre Saer y el entrerriano Juan L. Ortiz, los dos escritores sobre los que gira buena parte de la programación del festival. Abbate subrayó la ética de los autores, ajena a los círculos de poder literarios, Contardi elogió la sensualidad y Bitar la influencia de Saer en los poetas de los 90. Ríos también evocó cómo llegó a la literatura de Saer vía Beatriz Sarlo, según él la gran operadora del autor de El entenado. “Me separé y de pronto me quedé sin libros”, recordó.

Cuando se abrió el micrófono al público, en vez de una pregunta se escuchó una cita larguísima y de memoria de un poema de Ortiz. La moderadora de la mesa, Silvina Friera, manifestó su envidia sana por la prodigiosa memoria del espectador. Era Aníbal Zaldivar, director del tradicional diario El fundador, de Villa Gessel. “Es el protagonista de Cámara Gessel, de Guillermo Saccomanno”, le enrostraron un poco en broma y un poco en serio. En efecto, el protagonista de la última novela de Saccomanno es el periodista del único diario de La Villa, que no es otra que Gessel. “Sí, puedo ser un Dante, pero con menos vicios”, concedió.

El escritor y editor Ricardo Romero se bajó del accidentado ómnibus que lo trajo a esta ciudad un poco preocupado. “Debo estar tenso”, dijo entrerisas. Es que vino aquí para participar de dos charlas. “Tensiones regionales” y “Tensiones editoriales”. No desanima, pero con el mismo humor avisa: “Nunca se es más visitante que cuando se está tan cerca”. Romero es uno de los numerosos participantes del Filba que nacieron del otro lado del Paraná, en Entre Ríos. Entre ellos Fernando Callero, el mencionado Ríos y Selva Almada, que aprovechó para escaparse un rato y ver amigos. Pero la autora de «El viento que arrasa» no escribirá sobre ellos en la bitácora que escribe y prepara para leer en el cierre del festival. Con el escritor cordobés Luciano Lamberti fueron a ver a un hombre que denuncia que las inundaciones de la provincia no fueron naturales.

Pero no todos son escritores. El arquitecto Eduardo Navarro dialogó con Claudia Piñeiro sobre las cartografías urbanas, ya sea en literatura o en su disciplina. De todos modos al final de cuentas, Piñeiro estudió para contador.

Diana Bellessi trasmitía una serenidad envidiable. La proyección del documental El jardín secreto, que recorre su propia vida, no la pone nerviosa.

Uhart enseñó con detalles y olores -con palabras- sus visitas anteriores a esta ciudad para asistir a Fanny I y Fanny II, los encuentros literarios y festivos que aludían a la ya mítica ama de llaves de Jorge Luis Borges. Los recuerdos de Uhart casi se podían tocar. Ahí estaba ella con otras colegas mujeres yendo “al baño que quedaba afuera y lejos, orgullosas y altivas con una bombachita escondida y el cepillo de dientes, pasando frente a unos poetas sentados al borde de la gramilla que se ve habían escanciado toda la noche, y hablaban de Nietzsche y Ezra Pound”.

REVISTA Ñ

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