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Solari Yrigoyen narró ante la Justicia su aterrador secuestro durante la Dictadura -archivo-

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Comenzó el juicio por las torturas contra el dirigente radical Hipólito Solari Yrigoyen y por la muerte del abogado y militante radical, Mario Abel Amaya, ambas ocurridas durante la última dictadura cívico-militar, en la ciudad de Rawson, Chubut.

Con la presencia del gobernador Martín Buzzi, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia inició pasadas las 9.30 en el cine teatro municipal, el juicio oral por la muerte de Amaya y por el secuestro y las torturas al también abogado de presos políticos, Solari Yrigoyen, durante la detención de ambos en la Unidad 6 de esta ciudad.

Los imputados Osvaldo Jorge Fano, quien era entonces el jefe de la penitenciaría en Rawson; Jorge Osvaldo Steding, ex guardiacárcel del Penal y Luis Eduardo García, ex funcionario y conocido dirigente de la Unión Cívica Radical, escucharon las lecturas de elevación a juicio oral y los hechos que se les imputan.

Solari Yrigoyen dio su testimonio en el juicio, recordando las torturas de las que fue víctima durante su estadía en la Unidad 6. “El juez federal Sastre hizo una visita a la cárcel y me pidió que lo acompañara. Recorrimos el camino, las 8 puertas que yo recordaba pasar. Reconstruimos el camino porque las autoridades del penal negaban la existencia de esto. Y llegamos a lo que era el pabellón de castigo, que los presos llamaban “los chanchos” que ya no existe pero estaban todas las marcas de las paredes. El pabellón tenía 2 metros de ancho, y eso fue útil porque se pudo comprobar la existencia que hasta ese momento era negada por las autoridades penitenciarias.”

Y aclaró: “Yo con los años una vez que visité Ginebra tuve una larga actuación allí. Primero presidí la comisión de derechos humanos de la Asamblea Parlamentaria Mundial en 5 años y después fui miembro del comité de derechos humanos de las Naciones Unidas, que es un Comité de expertos, no un comité político. También lo hice ante la Cruz Roja. Yo les hice un mapa para que supieran donde estaba porque también las autoridades penitenciarias le habían negado a la Cruz Roja. Ese castigo fue brutal.”

Luego, continuó con el escalofriante relato de lo que vivió aquellos días de detención: “Recuerdo el día en que me llevaron a la Unidad 6, fue el 11 de septiembre de 1976, el día del maestro. El castigo duró dos días y para mi fue en principio la muerte de Mario Abel Amaya, porque no sólo era el castigo, también nos mojaban con agua fría, estábamos sin ropas… Sufrimiento de todo tipo. Amaya era asmático y le quitaron el inhalador que necesitaba. Además nos hacían correr. Estábamos doloridos por los golpes y nos hacían correr, a nosotros nos costaba pero no afectaba a nuestra salud, pero para él que era asmático, correr agravaba su estado de salud.”

Y continuó: “Estuvimos ahí encerrados y después nos llevaron a lo que, con el tiempo supimos, era el pabellón 8, donde seguimos encerrados. Durante 15 días nunca nos vio un médico. Nunca en ese período. Los médicos nos empezaron a ver accidentalmente cuando alguno estaba enfermo después de ese feroz castigo. Pero nunca nadie nos preguntó qué había pasado. Al momento de entrar nunca nos revisaron. Nos sacaban para ir al baño y yo ahí lo vi por última vez a Mario Amaya. Esto lo recalco con énfasis: lo vi con una herida muy seria en la cabeza. Y yo me animo a decir que si alguien dijo que no le vio esa herida no ha dicho la verdad. Muchos testigos lo vieron, algunos lo han dicho, entre ellos el ex presidente Raúl Alfonsín que lo vio en el cajón y le vio la herida. Me lo crucé a Amaya en el baño y le dije: “¿Qué tal petiso como estás?” Y me respondió: “Mal muy mal. Y vos estás todo negro”. Claro, yo estaba todo negro de los golpes que había recibido. Esa fue la última vez que lo vi, realmente el recuerdo me emociona.”, se quebró.

Luego de una breve pausa, pudo continuar con su declaración: “Después de 15 días nos abrieron las celdas y ahí empezamos a hacer una vida más o menos normal con los otros presos que estaban en el pabellón. En mi pabellón (el 8) no había nadie que hubiera ejercido la violencia nunca. Éramos todos opositores a la dictadura militar pero opositores no violentos. Estaban los profesores de la Facultad de Economía de Bahía Blanca por ejemplo.”

Amaya murió el 19 de octubre de 1976 en la cárcel de Villa Devoto a la que fue derivado desde Rawson, en tanto Solari Yrigoyen sobrevivió a las torturas y su testimonio se convirtió en una pieza clave para la investigación.

Solari Yrigoyen fue dos veces senador nacional, fundó junto a Raúl Alfonsín el Movimiento de Renovación y Cambio y participó del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas entre 1999 a 2002, y hasta el año pasado ejerció la presidencia de la Convención Nacional de la UCR.

Por su parte, Amaya asesoró como abogado a trabajadores y sindicatos y a comienzos de la década de 1970 defendió a presos políticos detenidos en la cárcel de Rawson, entre ellos al dirigente sindical Agustín Tosco.

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