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La Presidenta intentó minimizar la protesta con una catarata de tuits

Por Mariano Obarrio | LA NACION

 

Hacia la hora en que se escuchó el estruendo de las cacerolas , la Casa Rosada quedó semivacía. El gobierno de Cristina Kirchner hizo un silencio público sobre la multitudinaria protesta. Pero, por primera vez, los funcionarios que quedaron en Balcarce 50 admitieron por lo bajo que fue «masiva» y que demuestra que la sociedad está dividida en dos. A la vez, interpretaron: «El 50% que adhiere al Gobierno reclama que se acelere el proceso de cambio institucional que propone el kirchnerismo».

En buen romance, Cristina Kirchner apurará la sanción de la «democratización» de la Justicia . Los que protestan, dijo un funcionario a LA NACION, son «sólo el otro 50% que está en contra».

En ese clima denso, la Presidenta pretendió ignorar la marcha . No sólo partió a las 18.17, una hora antes de la marcha, rumbo a Perú, escala previa de su destino final: Venezuela. Además de ello, durante todo el vuelo en el avión Tango 01 descargó una batearía inédita de 60 mensajes por Twitter sobre asuntos ajenos al cacerolazo.

 

 

En medio de la demostración de malestar ciudadano, la mandataria expresó por la red su indignación por el fallo judicial en favor del Grupo Clarín; celebró su reparto de millones de libros; evocó la muerte de Hugo Chávez; informó su reconciliación con el presidente de Uruguay, José Mujica, a quien llevó en el avión, y expresó el apoyo de la Unasur, en Lima, al presidente venezolano electo, Nicolás Maduro, acusado de fraude electoral por la oposición de ese país.

La Presidenta se llevó a su gira a cinco funcionarios de primera línea y dejó en la Casa Rosada sólo al jefe del Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y al ministro del Interior, Florencio Randazzo. El palacio gubernamental se vació más temprano que otros días.

Según confiaron a LA NACION fuentes del entorno presidencial, Cristina Kirchner comprendió que el propio anuncio de los seis proyectos de reforma judicial irritó y sacó aún más gente a las calles. Pero hubo otros factores: las inundaciones recientes en La Plata y las denuncias de lavado de dinero que salpicaron a su entorno.

En forma manifiesta y deliberada, la Presidenta no quiso escuchar la marcha ni verla por televisión desde Olivos. Se llevó con ella al canciller Héctor Timerman; al ministro de Planificación, Julio De Vido; al secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini; al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y al secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro.

En una referencia indirecta al cacerolazo, al mediodía, la primera mandataria había ensayado un tono conciliador para no agravar la crispación social. Durante un acto en la Casa Rosada con anuncios de ayuda social, deslizó mientras hablaba de las recientes inundaciones: «Bueno, al que le gusta protestar me parece bien, pero sería bueno que, además, todos podamos ayudar».

«SUPERA A LAS ANTERIORES»

Pocas horas después, un funcionario oficial admitió por lo bajo a LA NACION: «Por lo que vemos, es masiva. No tenemos números, pero supera a las anteriores».

Otro allegado comentó, también en reserva: «Queda claro que la sociedad está dividida en dos: hoy está en la calle el 50% contrario a Cristina; el otro 50’% pide acelerar el proceso de cambio institucional y eso hará el Gobierno».

Al respecto, el funcionario agregó: «La marcha no sólo no detiene las reformas, como la judicial, sino que las va a acelerar».

Muchos comentaban en los despachos, como para desviar la atención frente a las dimensiones de la marcha, que la Presidenta había subido al Tango 01 a su par de Uruguay, pese a que hace pocas semanas éste había dicho que «la vieja es peor que el tuerto: es terca», lo que había causado causó un cortocircuito diplomático. «Sí, soy medio terca, y además estoy vieja. Pero después de todo… es una suerte poder llegar a viejo, no?», escribió ayer Cristina por Twitter.

Por su parte, un ministro confió a LA NACION que la Presidenta había recibido con fuerte malestar el fallo de la Cámara Federal en lo Civil y Comercial que anteayer favoreció un reclamo del Grupo Clarín, porque lo interpretó como «maniobra sofisticada para agigantar la marcha del 18-A».

«El fallo ya lo tenían el jueves. Lo demoraron para que caiga justo antes del cacerolazo», señaló ese alto funcionario.

Dentro del Gobierno también interpretaron la marcha como un reclamo para que se unifique la oposición, algo que Cristina Kirchner desea con fervor que no ocurra para poder obtener más legisladores en las elecciones del 27 de octubre próximo. «Ese reclamo estuvo presente», confió una fuente oficial.

De todos modos, Cristina Kirchner buscó distraer la atención por la red Twitter. «Hoy presentamos el Operativo Nacional de Entrega de Textos 2013 para escuelas públicas de todo el país», escribió. «¿Por qué será que los que viven con demasiada intensidad nos abandonan demasiado pronto?», se preguntó en referencia a Hugo Chávez y a Néstor Kirchner. Y remató la seguidilla de 60 tuits: «Restan 2 hs. de vuelo para llegar a Lima».

TWITTER

@CFKArgentina
Presidenta de la NaciónMientras volaba a Caracas y sonaban las cacerolas, Cristina Kirchner envió 60 mensajes en tres horas por la red social

  • 21.17: Sí, soy medio terca, y además estoy vieja. Pero después de todo… es una suerte poder llegar a viejo, no?
  • 21.21: Hoy lo conocí al nuevo Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Mario Poli. Me visitó en la Casa Rosada
  • 21.27: El secretario gral de SMATA, Pignanelli me obsequió una fotografía del Papa Francisco con un marco impresionante que lleva el escudo papal
  • 21.32: Unasur debe seguir siendo un muro infranqueable a cualquier aventura antidemocrática y golpista
  • 21.35: El sábado por la mañana voy a ir al Cuartel de la Montaña, donde descansa. Quiero estar un poco más sola, sin tanta gente, ni tanto ruido

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