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Pese a los datos del INDEC, la indigencia aún pega fuerte

No fue una sorpresa, pero tampoco puede decirse que el dato se haya recibido con indiferencia. El último informe del INDEC ratificó que casi no quedan indigentes en la Argentina: apenas llegan al 1,5% de la población, que es lo mismo que decir que haysolamente 600.000 indigentes en todo el país. El organismo oficial también sostiene a través de sus cifras que la pobreza tiene un alcance limitado pues afecta apenas al 5,4% de la población o, en todo caso, a 2,1 millones de personas.

Así, según la radiografía oficial las provincias del norte están entre las que cuentan con los niveles de indigencia y pobreza más bajos, de cero por ciento o algunas décimas por debajo del 1%.

Salta (0,5%), La Pampa (0,1%), Córdoba (0,7%) y La Rioja (0%) integran el grupo de distritos en los cuales la indigencia está a punto de desaparecer según los últimos datos del INDEC.

Sin embargo, la realidad muestra una situación diferente y contradice las estadísticas oficiales. Los corresponsales deClarín relevaron esas ciudades y encontraron -además de estadísticas alternativas- algunas historias de indigentes con nombre y apellido.

Algunos ejemplos: en La Rioja crecieron los asentamientos de emergencia; en el gran Córdoba dicen que hay indigentes como para llenar casi 3 veces el estadio mundialista; en La Pampa los planes oficiales de emergencia alimentaria siguen al mismo nivel que en diciembre de 2011.

¿De dónde surge esta diferencia entre la realidad y las estadísticas?

Los manuales del INDEC dicen que la indigencia se mide comparando los ingresos de los hogares con los componentes de una Canasta Básica de alimentos que se valoriza “con los precios relevados por el Indice de Precios al Consumidor (IPC) para cada periodo de medición”. Y que a partir de ese dato se determina también la línea de pobreza, incorporando a los gastos de alimentación el resto de los gastos básicos, como ropa, vivienda o salud.

Así, el valor de la canasta básica está “contaminado” por el IPC o la cifra de inflación que, a su vez, “contamina” los indicadores tanto de indigencia como de pobreza. También otros indicadores, como el crecimiento del PBI o las ventas de supermercados, están “contaminados” por el mismo “virus”.

Con el IPC oficial, el valor de la canasta básica alimentaria de una familia tipo (matrimonio y 2 hijos) es de $ 24 por día o $ 6 diarios por persona. Así cualquier familia que disponga de ingresos provenientes del salario, la jubilación, renta o ayuda social de $ 24 o más o una persona con más de $ 6 diarios, para la estadística oficial, no es indigente. Por esa razón, el INDEC pudo informar que en las provincias del Norte (NOA o NEA) casi no hay indigencia. Y que a la vanguardia de ese supuesto gran logro social, sin indigentes, está La Rioja. Lo que los funcionarios del INDEC no calcularon es que hasta el intendente de la ciudad de La Rioja, del Frente para la Victoria, salió a desmentir las cifras.

Mediciones alternativas, como los de la UCA o la CGT, a partir de un valor mayor de la canasta básica, elevan la indigencia al 5,5%, tres veces y media el dato oficial. Serían 2,2 millones de indigentes, a pesar que buena parte recibe subsidios sociales. De lo contrario, la indigencia sería muy superior. En tanto, la pobreza salta al 26,9%, casi 11 millones de pobres, quintuplicando la cifra oficial.

De aquí se desprende que la marginalidad social está muy extendida y se nutre del desempleo (6,9%), subempleo (9%), del trabajo informal (34,9%), bajos salarios formales, del 75% de los jubilados que cobran el haber mínimo, y magras prestaciones sociales (por ejemplo, la asignación universal por hijo es de apenas $ 340 mensuales o $ 11 por día). A eso se agrega, en el último año y medio, que el empleo está estancado, en las paritarias los salarios se están ajustando por debajo de la inflación pasada y que la economía no arranca, con caídas en la industria y en la construcción.

Esta realidad no puede ser maquillada por las estadísticas del INDEC. Y así como nadie toma por referencia el IPC para discutir salarios, alquileres o cualquier otro contrato, las cifras oficiales de indigencia y pobreza tampoco sirven para trazar una radiografía social de la Argentina.

clarín

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