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El paraíso perdido de Joan MiróJOAN MIRÓ

Hasta el 4 de agosto puede disfrutarse del “Jardín de las Maravillas”, una exposición de obras gráficas de uno de los máximos artífices del arte mundial del siglo pasado. En el Museo de Arte Moderno.

 Andrea Calderón/DIARIO LOS ANDES – MENDOZA
Joan Miró nació en Barcelona el 20 de abril de 1893, a las 9 de la noche. De niño recibió sus primeras clases de dibujo, que más tarde retomaría en la Escuela Superior de Artes Industriales y Bellas Artes.

Hacia 1930 se decía que su estilo era algo desigual producto de una experimentación a la cual consideró necesaria el mismo año en que nació María Dolors, su hija, y creó sus primeras obras tridimensionales.

Cerámicas, grabados, ilustraciones, murales y objetos pintados forman parte de la búsqueda de uno de los máximos exponentes del arte del siglo XX, cuya obra gráfica llega por primera vez a Mendoza con la muestra “El jardín de las Maravillas”, que podrá verse hasta el próximo 4 de agosto en el Museo de Arte Moderno de Mendoza (Mmamm).

La muestra, que forma parte de una colección privada de una familia italiana, recorrerá distintas provincias del país, además de Montevideo y Santiago de Chile.

Desde hace años, el curador independiente de arte contemporáneo y organizador de eventos culturales Massimo Scaringella reconoce estar tras los pasos de esta realización, de la que se ocupó para que tuviera movimiento federal y no quedara circunscripta a Buenos Aires, como suele suceder casi siempre.

El Subsuelo de la Plaza Independencia es entonces el lugar elegido para exponer los 56 grabados que integran la selección de aguafuertes, litografías e ilustraciones de libros en formato mediano producidas entre 1950 y 1980 por el artista catalán que armó y desarmó residencias en París, Normandía y Barcelona hasta instalarse definitivamente en Palma de Mallorca, donde vivió en una casa y trabajó en un taller construidos por el arquitecto español Josep Lluís Sert, quien más tarde estaría a cargo de la creación del edificio de la Fundación Joan Miró en Barcelona.

El 25 de diciembre de 1983, a los 90 años, Miró falleció en Palma de Mallorca. Cuenta el curador italiano, que desde el Medioevo y hasta fines del siglo XIX el arte recorrió caminos cada vez más sofisticados, profundos en los detalles y en la combinación.

“Miró quizás sea el paradigma de una nueva forma de mirar el mundo y el arte en el siglo XX que busca un camino inverso y repiensa la percepción pura, simbolizándola en la búsqueda de una máxima simplicidad. Simplicidad que es tanto nueva como originaria, como ocurre con los antiguos jeroglíficos que tanto hablan como ocultan y nos llevan a los albores del hecho sensible, a la historia de la Humanidad y a ese Paraíso perdido, recuperado para nosotros, en el Jardín de las Maravillas”, sostiene Scaringella, un italiano nacido en Roma que a lo largo de su trayectoria ha presentado muestras individuales de artistas como Francis Bacon, Omar Galliani o Massimo Listri, y colectivas de Poesía Visual entre las que se incluye la obra de John Cage, Yoko Ono o Joseph Beuys.

El Nuevo Arte Italiano alrededor del mundo, la Colección del siglo XX del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia y las distintas nuevas corrientes argentinas también forman parte de los antecedentes del curador de la muestra de Miró, que resulta de un trabajo conjunto entre la Embajada de España y la Fundación Tres Pinos, además de contar con el apoyo de Ciudad de Mendoza y otras instituciones que posibilitaron la llegada de la exposición.

“Es la primera vez que curo una muestra aquí y esto me produce un doble entusiasmo, dado que tendré la posibilidad de un encuentro más directo con los artistas locales y sus obras, de los cuales ya tenía excelentes impresiones”, dice Scaringella, que aunque reside en Italia pasa largos períodos en la Argentina, donde considera haber encontrado una diversidad y riqueza cultural atrapantes así como un intenso y entusiasta debate creativo.

“La obra de Miró presenta una de las identidades más inmediatamente reconocibles de toda la historia del arte, por lo que naturalmente el margen de sus transformaciones es menos radical. Dentro de ese marco reducido, podemos ver, como en todos los artistas, una evolución a lo largo de los años que quizás no sea tan notoria desde el punto de vista estético como desde el uso de nuevos materiales y tecnologías para elaborar su obra, motivo por el cual en esta muestra encontramos técnicas tan diversas como litografías, xilografías y aguafuertes”, explica Massimo en relación a las obras gráficas originales que engalanarán las paredes del Mmamm.

“El jardín de las Maravillas”, título elegido para la muestra, es un homenaje a la visión colorida y alegre de Joan Miró a 120 años de su nacimiento. Scaringella sostiene que el artista concebía la existencia como un jardín en el cual se debía tomar conciencia para disfrutar de las maravillas  ofrecidas por la Naturaleza. “El cuadro debe ser fecundo. Debe hacer nacer un mundo. Poco importa que represente flores, personajes, caballos, mientras revele un mundo, algo vivo. Dos más dos no son cuatro: son cuatro sólo para los contadores, pero no es necesario quedarse allí. El cuadro debe hacerlo entender: debe fecundar la imaginación”, dice el curador en referencia a la mirada del catalán.

Las obras que ahora se exponen proponen un recorrido cronológico que permite dar cuenta de los sutiles matices que hacen a la evolución durante esos años del maestro, así como una presencia cada vez mayor del negro en relación a los otros colores. Sumado a que históricamente el grabado gozó de menor prestigio que la pintura por cuestiones de mercado, Scaringella explica que fuera del interés de galeristas y coleccionistas, el grabado vuelve la obra más accesible para una mayor cantidad de personas. “En el caso de Miró, además se agrega que su estilo tan individual es especialmente adecuado a ese medio, y esto lo advertimos en gran cantidad de producción gráfica, nada menos que en mil obras: un aspecto no menor de su obra”, comenta el curador.

Los 56 grabados pertenecen a la familia Guastalla, propietaria de una prestigiosa imprenta especializada en producción original múltiple de arte y colaboradora de Miró en la impresión de buena parte de las obras que se exhiben en esta muestra, además de ser quienes publicaron el primer catálogo razonado de su obra gráfica.

Para las vacaciones de invierno, el Museo tiene previsto un programa especialmente organizado para los niños: “Sin duda sus lenguajes pictóricos son afines: el universo de Miró evoca una magia y una simplicidad infantiles, y los niños sienten que pueden recrear por sí mismos esos mundos a su manera sin mediar un abismo técnico”, dice Massimo.

“Miró nos acostumbró a considerar la obra de arte de otro modo, no necesariamente figurativo. En la misma línea iniciada por Kandinsky, su gran popularidad ayudó a concebir como naturales los hábitos perceptuales que hoy son un lugar común en el arte contemporáneo”, explica Scaringella.

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