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Importaciones: 2 de cada 10 dólares son de combustibles

Esa relación era de 1 cada 10 en 2011. Pero ahora se duplicó por el fuerte aumento en las compras de fuel oil, gas y otros combustibles. Este año podrían superar los 13.000 millones de dólares.

Por MARTÍN BIDEGARAY/clarín

Por barco. Así llegan los envíos del gas importado que luego se traduce en fuertes recargos en las facturas de consumos domiciliarios. / ARCHIVO

En el verano de 2012, el Gobierno comenzó a evaluar la expropiación de YPF. Le preocupaba la factura de las importaciones energéticas, que habían alcanzado un récord de US$ 9.400 millones en 2011, casi el doble que el año anterior. En ese momento, algo más de un dólar de cada diez que se importaban era por combustible. A un año y medio de esa situación, los números empeoraron: ahora casi un quinto (2 de cada 10 dólares) de todo lo que se compra afuera es combustibles, se proyecta que las importaciones de energía superarán los US$ 13.000 millones (en un escenario cauteloso) y las exportaciones del rubro cayeron un 20% en el primer semestre.

En su edición del 11 de julio pasado, Clarín adelantó que las importaciones energéticas del primer semestre ya superaban los US$ 6.600 millones.

El miércoles de la semana pasada, el INDEC precisó que las importaciones de energía (gas oil, gas natural licuado, fuel oil, entre otros) habían sumado US$ 6.120 millones en seis meses. “El INDEC no considera seguros y fletes, que manda a rubros de servicios, aunque son inherentes a estas importaciones”, detalla un experto en energía para explicar la brecha entre ambas cifras.

Aun para las estadísticas oficiales, las importaciones de energía subieron un 23% en 2013 en relación al mismo semestre del año anterior, mientras que las exportaciones de combustibles bajaron un 19% en el mismo período.

Hace tres años, en el primer semestre de 2010, el país destinaba menos de un dólar de cada 10 que importaba a la energía. De los US$ 24.803 millones que se importaron entre enero y junio de 2010, un 8% era por combustibles (US$ 2.106 millones). En el primer semestre de 2013, el peso de la energía en las importacionesse duplicó: ahora demanda casi un quinto de lo que se importa: fueron US$ 6.120 millones sobre los US$ 35.967 millones que se compraron en 2013 (ver infografía).

Pero además de subir las importaciones, también están cayendo las exportaciones de petróleo. En 2010, los despachos al extranjero de petróleo y combustible eran de US$ 3.228 millones, es decir que el país exportaba casi un 50% más de lo que importaba en el rubro. Ahora, es exactamente al revés y más rotundo: se está importando más del doble de lo que se exporta. En 2010, se importaron US$ 2.873 millones en energía, mientras se importaron más de US$ 6.100 millones.

En tres años, lo que al país le genera la venta de combustibles bajó un 10%: descendió de US$ 3.228 millones a US$ 2.873 millones. En cambio, lo que se importase triplicó: pasó de US$ 2.106 millones a más de US$ 6.600 millones, según los datos privados. Aún con las cifras del INDEC, la tendencia cambia muy poco. De un superávit energético de US$ 1.122 millones en el primer semestre de 2010 se pasó a un rojo energético superior a los US$ 3.247 millones.

En el primer semestre, el comercio “administrado” –que implica las restricciones a las importaciones y hasta el cepo al dólar- le dejó al país un superávit comercial que no llega a los US$ 5.000 millones. De continuar con el rumbo energético con los números de 2010, ahora el superávit comercial tendría que superar los US$ 10.000 millones.

El Ministerio de Planificación suele defender las importaciones energéticas bajo la excusa del “alto crecimiento”. Pero sólo se puede considerar en esa categoría a la mejora del PBI en 2011 (8,9%). En 2012, según el INDEC, la mejora fue de 1,9% y por ahora es de 4,9% (para 2013). No se trata de tasas “chinas” que puedan justificar que las importaciones se tripliquen.

Además, las cifras oficiales de crecimiento del PBI no generan confianza entre los economistas ya que uno de sus principales indicadores (el Indice de Precios al Consumidor) tiene nula credibilidad y es “tabú” para el Gobierno, que no puede hablar de inflación.

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