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Segundo día de Jaime en el banquillo de los acusados

Por: Omar Lavieri olavieri@infobae.com

El ex funcionario kirchnerista ingresó a los Tribunales de Córdoba. Ayer fue reafirmada la acusación por el policía que denunció que Jaime había intentado robar pruebas

A partir de las 9 continúa el juicio oral y público contra Ricardo Jaime por la tentativa de robo de pruebas de un allanamiento. Ayer declararon tres testigos y para hoy están citados otros tres.

Jaime llegó ayer a los Tribunales de Córdoba en un remís. Lo acompañaba su abogado Marcelo Brito. El ex funcionario kirchnerista vestía traje oscuro a rayas y corbata al tono. Llevaba sobre su solapa izquierda, cerca del corazón, un prendedor de la provincia de Santa Cruz. Cordobés de nacimiento y santacruceño por adopción, Jaime luce, cada vez que va a Tribunales, el escudo de la provincia donde, por ejemplo, fue ministro de Educación.

La sede del Tribunal Oral Federal 2  de Córdoba es una vieja casona de 1928. Pensada el siglo pasado para que viviera una familia adinerada, hoy está reconvertida en un edificio judicial. Como solo tiene dos puertas, Jaime no puede evitar-como lo hace en Buenos Aires- pasar por delante de los periodistas. Siempre amable y con tono agradable. Sonríe y pasa entre las cámaras y los micrófonos.

Aceptó declarar y contestó preguntas.  Cuando le preguntaron si tenía antecedentes penales señaló que «tengo iniciados algunos procesos» y recordó la causa por enriquecimiento ilícito y la de la Tragedia de Once, un caso de corrupción seguida de muerte. Se olvidó de reseñar alguna de las otras veinte causas por corrupción que tiene abiertas. Dijo en su declaración que no había existido el delito por el que se lo acusaba.

Que nunca intentó robarse pruebas ya que «es un hombre de bien que no obstruiría jamás a la Justicia». Vale la pena recordar que hace un mes estuvo prófugo durante una semana ante la orden de detención del juez Claudio Bonadio por otro caso de corrupción. Agregó que siempre quiso que el juicio se hiciera rápido  La última de las aseveraciones puede desmentirse rápidamente: innumerables recursos presentados por Jaime demoraron entre 2010 y 2013 la iniciación de este juicio. Incluso ayer por la mañana, luego de llegar al Tribunal, Jaime presentó dos recursos de Casación para evitar el inicio del juicio. Los jueces Fabián Asís, Carlos Lascano y José María Pérez Villalobos rechazaron esos pedidos y ordenaron el comienzo del juicio. Es decir que hasta último momento intentó postergar el juicio.

El policía de la Federal, principal Miguel Ángel Maidana relató con lujo de detalles cómo fue que el 7 de junio de 2010 Jaime metió en el bolsillo delantero derecho de su pantalón las tarjetas de Cerro Motos donde el ex funcionario aparecía como Director Ejecutivo. Se paró, escenificó la situación y no dejó dudas. Luego explicó que puso las tarjetas en un sobre y terminó su tarea. Confirmó lo que Jaime, quien dijo no tener una relación laboral con Cerro Motos, había negado un rato antes.

El segundo testimonio de ayer en el juicio fue el de la contadora Eleonora Feser quien en junio de 2010 halló las tarjetas que ubicaban a Jaime en una empresa vinculada a la familia del ministro de Planificación Julio De Vido. Fue Feser quien metió su mano en una campera de cuero de Jaime y encontró las tarjetas personales color negro. La contadora había sido asignada por Sabrina Namer que por entonces estaba a cargo de una fiscalía para investigar delitos contra la administración pública, para que asistiera al fiscal federal Carlso Rívolo a cargo del expediente por enriquecimiento ilícito de Jaime.

La sociedad Cerro Motos, hermana de la concesionaria Volkswagen Carro Autos, estaba sospechada en tanto una hija de Jaime usaba un auto a nombre de esa compañía.

Feser recordó a grandes rasgos lo sucedido. Que le dio las tarjetas a Maidana, que luego de finalizar los procedimientos el policía le dijo «me quiso afanar, me manoteó las tarjetas». Y que las había devuelto. Como Jaime las había retornado, el hecho no constó en las actas. Pero tomó trascendencia luego de que al llegar al juzgado de Norberto Oyarbide, las tarjetas no estaban. Se las habían robado. Se desvanecieron. Eran pruebas importantes y no estaban más. La contadora relató que aquel día Jaime estaba «ofuscado» y que no paraba de hablar por teléfono celular. Incluso recordó que Jaime le dijo a su hija Julieta: «Tu mamá me va a matar». Es que en ese momento también estaban allanando la casa de Gloria del Corazón de Jesús Vilchez, madre de las tres hijas de Jaime.

Feser explicó que en ese allanamiento sucedieron cosas extrañas: el jardinero que los recibió les dijo «los estábamos esperando». Que había una póliza de seguros destruida dentro de un tacho de basura y que con almohadones habían tapado conexiones de Internet pero no había ninguna computadora. Las tarjetas en cuestión eran negras y las letras, según Feser, eran blancas o rojas. No podía precisarlo. Cuando las halló, bajó desde le primer piso y se las dio a Maidana. Luego sobrevendría el intento de robo de Jaime. Feser señaló que «Nunca imaginé que iba a desaparecer pruebas. Y además me indigné porque uno supone que un ex funcionario público debe hacer las cosas bien».

El abogado de Jaime le pidió detalles muy puntillosos: números de tarjetas, cantidad de policías que la acompañaban, etc. Algo que la testigo no recordaba después de tres años de los hechos. La defensa de Jaime tuvo la inestimable ayuda del uno de los tres jueces.

Pérez Villalobos increpó a la testigo cuando le dijo: «Pero al final no se acuerda de nada». A tal punto llegó la intensidad del interrogatorio de Pérez Villalobos que el fiscal del caso Maximiliano Hairabedian, en un hecho insólito, protestó. Hairabedián pidió que se hiciera constar que la forma de preguntar de Pérez Villalobos había sido «incorrecta». El fiscal fue quién con una simple pregunta a Feser dejó las cosas en claro. Como la contadora dijo que había colaborado en muchos procedimientos judiciales, el fiscal le preguntó si en alguno de esos casos se habían robado las pruebas. La respuesta fue simple: «No».

La clave del caso es saber qué pasó con las tarjetas. Pero eso no se juzga en Córdoba. En este juicio que continúa hoy solo se juzga si Jaime intentó quedarse con pruebas que comprometían a gente poderosa.

El último testimonio fue el del comisario Andrés Saldívar que era el jefe de la delegación de la Federal en Córdoba cuando fueron los allanamientos. Como Saldívar no participó de los procedimientos no dio muchos detalles del hecho. Sin embargo destacó que Maidana que le había comentado el episodio de Jaime y las tarjetas «tenía el mejor de los conceptos como policía».

Para hoy se esperan los testimonios de los dos vecinos de la casa de la hija de Jaime-que no puede justificar cómo compró esa propiedad – que actuaron como testigos del procedimiento y de un policía más que estuvo aquel 7 de junio de 2010 en el allanamiento.

Cerca de las 16.45 de ayer Jaime se volvió a subir a un remís y se retiró. El juicio oral y público no había tenido mucho público. Ningún amigo de Jaime, ningún familiar del ex funcionario lo acompañaron. Y eso que en su declaración había dicho que «consagré mi vida a la función pública y a la política».

 

Apenas dos estudiantes de derecho se sentaron a ver el juicio. Pero no aguantaron toda la tarde. Para el último de los testimonios no había nadie entre los espectadores. Ni las aplicadas estudiantes que sueñan ser abogadas llegaron al final de la primera jornada del primer juicio contra Jaime.

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