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2014, el año del Gran Ajuste K (o Cuando Cristina se volvió ‘ortodoxa’)

La Administración Cristina llegó donde casi todos sabían que llegaría: al ajuste que no será el de Alfredo Gómez Morales, desde 1950, pero será importante, y apenas si ha comenzado. Algunos afirman que cuando ocurra el ajuste tarifario próximo, puede ser hasta peor de aquella etapa que los peronistas siempre pretenden olvidar o desconocer porque corrobora que fueron bastante inútiles a la hora de acumular, demagógicos a la hora de distribuir y salvajes a la hora de ajustar… pero como los que vinieron después, tal como dijo Juan Perón, eran peores, pudieron zafar gracias al mito construido por Raúl Apold en aquellos tiempos. En el siglo 21, los Kirchner tendrán problemas considerables por delante porque hay más democracia que en los ’50, hay redes sociales… y Cristina no es Perón a la hora de disimular el ajuste. Además, el peronismo ya tiene en marcha su propia sustitución. De todos tiempos, son días interesantes, complejos, apasionantes… para verlos desde afuera. Difíciles para todos los argentinos. El autor es uno de los que padece y aquí va su análisis, que es testimonial.

«(…) Cristina Fernández no sabe construir alianzas. Siempre debe negociar desde una posición de superioridad, de fuerza, desde el dominio del terreno, desde el control de la situación. Por eso hoy no puede sumar aliados. Sólo trata de retener los que quedan de aquel mítico 54,11%. (…)»

por CLAUDIO M. CHIARUTTINI

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). En la historia argentina, 2014 será conocido como el año del gran ajuste de toda la Era Kirchnerista, el momento que no pudo evitar Cristina Fernández, luego de 13 años de ignorar las distorsiones que se acumulaban en la economía. Por eso, se enoja, y ordena un acto en la Casa Rosada, que se transmite por la cadena nacional, que no contiene anuncios y sólo sirve para poder señalar enemigos, culpables, corporaciones sospechosas y sospechadas y garabatear un relato que ya nadie cree.

Nunca antes en la historia argentina, un Presidente de la Nación ha denostado a otros poderes, a otras corporaciones, a empresas o sectores sociales con tanta potencia, usando una tribuna oficial y en cadena nacional; lo que aísla cada vez más a la Mandataria en su decadencia.

Cristina Fernández no puede asumir el violento ajuste que está realizando en su gestión. Sabe que sus decisiones tienen un muy alto costo social, pero reclama “colaboración” bajo el argumento que, en estos 10 años de Gobierno, todo el mundo ganó mucha plata. “Tal como nunca antes”, le gusta decir a la Presidente de la Nación.

Pero en medio de la confusión que produce dentro y fuera del Gobierno esta situación absolutamente nueva en la Era Kirchnerista (es decir, no vivir en la abundancia, sino ser protagonistas del mayor ajuste en 10 años), las decisiones que toma la Casa Rosada, sin explicaciones y sin objetivos claros; suelen ser leídas muy más por propios y extraños.

Se da a conocer un nuevo índice de inflación que confirma las estimaciones de los opositores. Nunca se reconoce el error ni se piensa en modificar los registros previos. Es comenzar de vuelta, como si nada hubiese pasado antes, sin asumir los costos de la manipulación previa.

Que el Gobierno de Cristina Fernández esté comenzando a reconocer la verdad hace que economistas ortodoxos y los opositores celebren la situación, sin entender que el nuevo indicador facilitará poder anunciar la suba de tarifas más importante en más de 13 años, sostendrá el “relato”.

En forma imprevista, el Gobierno anuncia que se concesionan los trenes a las mismas empresas que los gestionan en estos momentos. Todo se realiza por decreto, sin licitación y sin intento de obtener las mejores condiciones de servicio para los ciudadanos. Y el proceso se desarrolla luego de que el Estado Argentino compra nuevo material rodante por miles de millones de dólares, también por decreto, sin licitación.

De esta forma, aquellos operadores que recibieron locomotoras y vagones en la década del´90 y las destrozaron, lo que obligó al kirchnerismo a reestatizar los servicios; serán los mismos que reciban ahora nuevos convoyes sin tener que poner un solo centavo y, en el medio, seguirán ganando como lo hicieron en todos los años que llevan operando un servicio en donde hicieron inversiones ínfimas.

De esta forma, el Grupo Romero (conocido como Emepa) y el Grupo Roggio reciben miles de millones de dólares en equipo traído del exterior y, casi con seguridad, cobrarán más caro por sus servicios, dado que el Gobierno hizo toda esta movida para poder subir la tarifa de trenes, tal como ya hizo con los boletos de colectivos.

Además, como parte del “relato” kirchnerista, los grupos Romero y Roggio se convierten en los“chivos expiatorios” que recibirán todas las culpas por el inminente aumento de boletos, pese a que ese sobrecosto para sus usuarios, no servirá para reducir el subsidio que hoy el Estado paga por operar los ramales. El dinero suele reemplazar a la dignidad en ciertos negocios que hacen los privados con el Gobierno.

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