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El kirchnerismo llegó al poder el 25/03/2003. Las primeras megamanifestaciones contra los Kirchner comenzaron en 2004 (01/04/2004, luego del asesinato de Axel Blumberg). Sin embargo, el kirchnerismo cumple hoy (domingo 25/05/2014), 11 años en el poder. No fueron las únicas movilizaciones adversas a los Kirchner. Ocurrieron muchas otras más. En 2010, cuando Néstor Kirchner murió, era evidente que marchaban hacia una derrota electoral segura, pero pudieron recuperarse y arrasar en 2011. Es evidente que la sociedad argentina tiene problemas difíciles de explicar. Es cierto que sufrió derrotas electorales importantes en 2009, y 2 veces en 2013, y que carece de candidato presidencial propio para 2015. Pero eso no le impide presionar a sus adversarios y buscar modificar el Poder Judicial, impulsar legislaciones controversiales y mantener un derroche de gasto público extraordinario.
El kirchnerismo llegó al poder el 25/03/2003. Las primeras megamanifestaciones contra los Kirchner comenzaron en 2004 (01/04/2004, luego del asesinato de Axel Blumberg). Sin embargo, el kirchnerismo cumple hoy (domingo 25/05/2014), 11 años en el poder. No fueron las únicas movilizaciones adversas a los Kirchner. Ocurrieron muchas otras más. En 2010, cuando Néstor Kirchner murió, era evidente que marchaban hacia una derrota electoral segura, pero pudieron recuperarse y arrasar en 2011. Es evidente que la sociedad argentina tiene problemas difíciles de explicar. Es cierto que sufrió derrotas electorales importantes en 2009, y 2 veces en 2013, y que carece de candidato presidencial propio para 2015. Pero eso no le impide presionar a sus adversarios y buscar modificar el Poder Judicial, impulsar legislaciones controversiales y mantener un derroche de gasto público extraordinario.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El kirchnerismo es un movimiento político peronista, nacido desde el poder, a partir del 25/05/2003, liderado por los presidentes Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015). 

El kirchnerismo integró a sectores del peronismo más tradicional u orgánico -tanto del Gran Buenos Aires como el interior del país-, de la UCR, del comunismo y socialismo, y también simpatizantes y sobrevivientes del llamado «peronismo combativo» y ex Montoneros, además de organizaciones vinculadas a ellos: Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, HIJOS, CELS, etc.
Luego de traicionar y, desde 2005 sepultar políticamente, a Eduardo Duhalde, el kirchnerismo exhibió su identidad basada en 7 claves:
> Reivindicación de las reivindicaciones del peronismo que enfrentó a Juan Perón desde la izquierda, en los años ’70; y también de las organizaciones guerrilleras que se levantaron contra el gobierno constitucional María Estela Martínez de Perón, aunque los K sólo rescatan su prisión, tortura y desaparición en la dictadura cívico-militar posterior. A eso le llaman «defensa de los derechos humanos».
> Rechazo de lo que los K llaman neoliberalismo, a partir de su cuestionamiento a organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional. No a su organización hermana, el Banco Mundial. Tampoco a su derivación, la Organización Mundial de Comercio. Tampoco a su grupo de sostén político, el G20 (que la Argentina integra gracias a decisiones de política exterior de Carlos Menem, en los años ’90).
> Rechazo de los tratados de libre comercio. El punto más alto de esta política fue la confrontación de Kirchner con el entonces presidente de USA, George W. Bush, durante la Cumbre de las Américas de Mar del Plata de 2005, que resultó decisiva para evitar la firma del ALCA (Alianza para el Libre Comercio de las Américas).
> Alineamiento estratégico con regional con Venezuela, durante el gobierno de Hugo Chávez Frías. Inclusive el vapuleado memorando de acuerdo con Irán, es una derivación de esos entendimientos con el fundador del Partido Socialista Unido de Venezuela. El combo incluyó a Ecuador, Cuba y Bolivia.
> Políticas a favor de la natalidad y sexualidad: desde el matrimonio igualitario a declaraciones acerca de la despenalización del aborto (tema abandonado desde que Jorge Omar Bergoglio es el papa católico apostólico romano Francisco).
> Elevado gasto público (la teoría K afirma que estimular el valor agregado favorece la expansión de la economía) que se financia con una presión tributaria exagerada y una inflación ascendente, que intentó ocultarla el Frente para la Victoria mintiendo con las estadísticas gubernamentales, hasta que resultó inocultable.
> Desafío permanente al supuesto ‘poder tradicional‘. Para los Kirchner, la Argentina que padeció la violación de los derechos humanos (que según el Frente para la Victoria son sus «mártires»), es consecuencia de una Argentina conservadora que gobernó con los militares (prefieren ignorar que todo comenzó con la fórmula Perón-Perón, en 1973). A partir de ahí, se vapulea a empresarios (la seguridad jurídica no está asegurada para todos), a políticos opositores y a todo aquel que cuestione el poder K.
> Clientelismo permanente. Con el gasto público sin techo se financia, en forma discrecional, una cantidad de herramientas de poder que tienen los Kirchner para mantener su gestión.
El mecanismo fue eficiente, en tanto y en cuanto les aseguró 11 años ya en el poder, es el período de gobierno ininterrumpido más largo desde que regresó la democracia, en 1983.
Hoy se cumplen 11 años de kirchnerismo, un fenómeno político que irrumpió un año y medio después de la salida de la convertibilidad y que pasará a la historia, fundamentalmente, por una inclaudicable voluntad de poder.
El análisis semiológico lo recordará como un Gobierno que reemplazó la ideología por el “discurso” y la historia por el “relato”. Con un manejo osado del Presupuesto del Estado, tanto Néstor como Cristina administraron recursos del Estado de tal modo que, hasta 2011, lograron ganarse la voluntad de gran parte de los argentinos con medidas a las que presentaron como formas revolucionarias de inclusión.
Un Gobierno que devolvió el fervor político y recuperó el valor de la igualdad y la distribución del ingreso.
La política inflacionaria fue el instrumento predilecto que generó una fuerte sensación de holgura; como se sabe, la inflación no perdona. Hoy, cierto desencanto colectivo es el resultado de políticas económicas sin metas productivas claras y con plazos, un epílogo que puede imputarse al exceso de gasto por sobre los ingresos.
La fuerza política constituida desde el Estado se muestra demasiado heterogénea como para instalar un candidato propio. Rechazan a Daniel Scioli, que está bien posicionado pero del que nadie duda que será, ante todo, sciolista. 

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