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Servini de Cubría, la jueza que perturbó al Gobierno con tres fallos de alto impacto

 servini1   «Si la prudencia se convierte en inacción, es cobardía», le dijo en Roma, el Papa Francisco al juez federal, Ariel Lijo. El mensaje parece que llegó a todos los rincones de los tribunales federales de Comodoro Py.

Cuando había dejado de aparecer en el radar de la Quinta de Olivos, ella surgió como un misil con sistema indetectable incorporado. María Romilda Servini de Cubría se transformó en un asunto sensible para el Gobierno Nacional. En menos de un mes le puso su firma a tres fallos generadores de dolores de cabeza en las esferas de la Casa Rosada. Dos de ellos de extrema complejidad y otro con un valor simbólico. Efedrina, Fútbol para Todos y el procesamiento a la ex secretaria de Medio Ambiente Romina Picolotti por administración fraudulenta en perjuicio del Estado. Creer que sus decisiones responden a un enfrentamiento con el kirchnerismo es no conocerla.

Tiene 77 años y es quien administra, ejecuta, conduce y lidera el Juzgado Federal Número 1. No falta nunca a su despacho y en sus archivos descansan expedientes de extrema preocupación para la dirigencia política: manejo irregular de fondos de la ANSES y el acuerdo CHEVERON-YPF, entre otros. La respetan todos los partidos políticos y su corazón se acerca más al peronismo que a otro sector. Conoce los tiempos políticos mejor que cualquier juez y por sobre todas las cosas, sabe a qué juega la política.

Además del poder que le da un juzgado federal tiene en sus cajones la firma del juzgado electoral. «Hasta los comunistas me quieren», afirma. Un círculo mágico. «Yo desdoblo mi personalidad. Yo no tengo conciencia realmente de todo el poder que tengo. Aprendí que cuando se llega muy arriba y se tiene mucho poder se cae. Entonces, yo prefiero quedarme más tranquila, no tomar tanta conciencia y ser yo: María, la de San Nicolás», afirmó en un reportaje con el diario La Nación. Ella es así. Además contó más detalles: «Imagínese que en 2003 yo estuve en el problema de Menem, Duhalde y Rodríguez Saá, y logré que la elección se hiciera por afuera. Si la elección se hacía por adentro, como querían los camaristas, Kirchner no hubiera sido presidente, porque en la interna del PJ hubiera ganado Menem. Y Menem hubiera tenido que ir a la general. Y no se hizo la interna. Con esto que le cuento muchos me van a querer matar. Pero yo estoy tranquila con mi conciencia».

¿SERÁ SERVINI DE CUBRÍA ESE GOLPE FINAL A UNA ESTRUCTURA QUE LLEGA A SU FIN DE CICLO?

«La Chuchi» sabe lo que genera y sabe el poder que tiene en su firma. Desde hace poco más de cinco años, el Gobierno dejó de tener interlocutores válidos en la Justicia. El secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, cosechó más enemigos que amigos y el alejamiento de Javier Fernández como operador kirchnerista ante los jueces federales dejó un lugar que nadie supo ocupar. «A los jueces no se los puede llevar como La Cámpora maneja a todo el mundo. El diálogo debe ser sincero, sabiendo qué lugar ocupa cada uno y entender que ante cada favor concedido, luego vendrá una piedra», le explicó a Infobae un hombre pingüino que hoy forma filas en el Senado de la Nación. La situación se complicó cuando el vicepresidente de la nación, Amado Boudou, con el aval de presidencia, decidió ir por el procurador general de la Nación, Esteban Righi, quien mantenía una conveniente relación con la familia judicial. De ahí en más, tribunales dejó de ser para el kirchnerismo un territorio amistoso.

En el último mes, Servini de Cubría levantó el perfil, cumpliendo una premisa clave: las causas no pasan nunca a archivo. Ese pensamiento hace que la jueza mantenga viva todas sus causas, así pasen años, siempre tendrán la actividad necesaria para emitir la firma clave en el momento justo. Primero, dictó el procesamiento del ex titular del Sedronar, José Granero y ex funcionarios de esa dependencia, por no controlar la importación de efedrina que fue desviada al narcotráfico. El fallo es contundente y sin fisuras, en una causa que parece transformarse día a día en el emblema de un fin de época. «Por lo que me cuentan los amigos de Granero, no lo veo a él capacitado para hacer todo esto. Era una maniobra muy bien orquestada», aclaró Servini. Además les trabó un embargo por más de 20 millones de pesos. Procesó a la ex secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti, por «despilfarro» de fondos públicos en otro fallo ejemplar. Vuelos privados, cursos fuera del país y contratos con familiares y amigos. Como si trabajar en el Estado significara rentar un circo. Según la investigación judicial, Picolotti habría usado fondos pertenecientes al presupuesto de la Secretaría para cubrir gastos personales de forma injustificada entre julio de 2006 y diciembre de 2008.

Eso no fue todo. Cuando apenas faltaban horas para que se cumpliera una semana del fallecimiento de Julio Grondona, y mientras se terminaba la ceremonia de su entierro, ordenó el allanamiento de la sede de la AFA para comprobar si hubo «malversación de fondos» del Estado en los contratos de Fútbol para Todos. Una investigación que involucra a los tres últimos jefes de Gabinete: Aníbal Fernández, Juan Manuel Abal Medina y Jorge Capitanich. «Servini solicitó información a todas las partes involucradas. Todas cumplieron menos la AFA. Hubo más requerimientos y en ninguno hubo respuesta. Se cansó de que la traten de tonta», explicó a este medio un hombre que sabe cómo piensa la jueza del momento.

Servini también busca determinar si se compraron acciones de empresas sospechadas de estar vinculadas a funcionarios kirchneristas con fondos de la ANSES. Además de Boudou, en el expediente figura también el ex ministro de Economía, Hernán Lorenzino. Entre sus carpetas, diplomas y selección de recortes de notas sobre ella, también aparece la investigación sobre unaacusación a la presidenta Cristina Kirchner por delitos de abuso de autoridad, incumplimiento de los deberes de funcionario público y tentativa de contaminación ambiental, a partir de la firma del acuerdo secreto entre la Argentina y la petrolera Chevron por la explotación de Vaca Muerta.

Isabel Perón firmó en 1976 su ascenso a jueza de menores. Durante la dictadura, como jueza de menores, logró restituir a sus abuelos a nietos apropiados por el gobierno militar. En toda su carrera judicial participó de la restitución de por lo menos 14 nietos recuperados. En 1990, Carlos Saúl Menem la transformó en jueza federal. En el medio, con la causa Yomagate en su juzgado, las críticas por su accionar en ese expediente no tardaron en caer. Ella siempre se defendió. «A mí me atacaron mucho en su momento con el Yomagate, donde no hay ninguna nulidad. Nunca se pudo declarar nulo ninguna hoja ni allanamiento ni nada que yo hice», se defendió ayer.

Nunca nadie duró tanto frente a un juzgado federal, ella ya lleva 24 años ininterrumpidos. Ama navegar, ese pasatiempo que heredó de su marido. Vive en el mismo departamento desde hace más de 40 años y en los pasillos de Comodoro Py reconocen con contundencia algo claro: no se enriqueció.

Ahora, la Casa Rosada, que ve conspiraciones en cada movimiento judicial, quiere saber si esta semana de protagonismo oculta otras intenciones. Servini de Cubría demostró una vez más que entiende la política incluso mejor que los políticos. Las lechuzas son «aves capaces de ver entre las tinieblas, relacionadas con el ocultismo y representadas al lado de los adivinos, porque su mirada fija, su extraordinaria visión nocturna y su capacidad de girar la cabeza casi 180º, sustentan que son seres que todo lo ven, dotadas además de un agudo sentido del oído». En su despacho, Servini tiene una colección de más de 900 representaciones de lechuzas. Dime que coleccionas y te diré quién eres.

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