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Tras el "alivio" en Ganancias, los gremios suspendieron los planes de lucha

 0011439683    La fábula de Samaniego no reconoce a ningún ratón que se hubiera animado a ponerle el cascabel al gato. Exactamente al revés de lo que pasa en estas horas en la interna sindical, donde todos pretenden adjudicarse el mérito de haber actuado providencialmente para torcerle el brazo a la doctora Kirchner, en su idea inicial de no considerar excepciones en el pago de Ganancias.

Cada cual saca pecho con sus razones. Pero son discursos que no alcanzan para maquillar lo descolocada que quedó la dirigencia gremial con la cabriola de Cristina, que de buenas a primeras convalidó que los sueldos de hasta 35 mil pesos mensuales se salvaran de pagar el temido impuesto con el aguinaldo.

Nadie parecía muy armado para esta eventualidad. En cualquier caso, ahora es tiempo de desmontar las medidas de fuerza que preparaban los díscolos, tratando de que la marcha atrás se note lo menos posible. Los oficialistas también harán su parte, acallando paulatinamente los pedidos de una «entrevista urgente» con la jefa del Ejecutivo para que ésta viera sus caras largas.

La cronoterapia (sólo esperar a que el tiempo pase) suele ser más adecuada en estos casos que los clásicos comunicados de prensa.

Moyano, Barrionuevo y compañía ahora salen a decir que la sola amenaza de paro, sumada a otra posible huelga específica de los gremios del transporte, desestabilizó a Cristina, al punto de obligarla a ceder. Un comportamiento que no se verificó ciertamente en ninguno de los dos paros generales de este año, que aunque masivos no arrancaron del Gobierno una sola concesión.

La CGT oficialista de Caló atribuye en cambio a su cultura del diálogo y la persuasión el mérito de haber ablandado la intransigencia inicial de la Presidenta, sobre la base de una prolija enumeración de las «necesidades reales» de los trabajadores. Sin embargo, otras tantas veces, con idéntica retórica y los mismos buenos modales, la CGT K se quedó con las manos vacías.

Están también los que atribuyen un carácter decisivo a la gestión del constructor oficialista Gerardo Martínez (adelantada en exclusiva por Infobae el viernes pasado) cuando por las suyas el sindicalista de la Uocra encaró a Cristina durante una convención empresaria para tratar de convencerla de que eximiera del rastrillo de Ganancias a los aguinaldos de diciembre. «Lo voy a pensar», sostuvo entonces la mandataria, generando celos y malos augurios entre los pares kirchneristas de Martínez.

Hasta los seguidores sindicales de los candidatos presidenciales del espacio opositor, como Macri y Massa, pretenden quedarse con alguna ganancia de pescadores en este río revuelto. Explican que, a las puertas de un año electoral, Cristina no podía aparecer sosteniendo sin fisuras un tributo que el jefe de la Ciudad promete erradicar y que el ex intendente de Tigre pretende voltear a base de continuos recursos de amparo.

Como sea, con su decisión, Cristina cosechó elogios de los más variados del mundo sindical. Hasta el propio Moyano habló de «alivio» para los trabajadores, fuera de reconocer que habían sido escuchadas las voces de los dirigentes. Rápido para la lectura de nuevos contextos, el camionerose apartó como si nada de la idea de un paro lanzada por su central, aunque se permitió recordarles a los gremios del transporte que ellos sí deberán desarticular la medida de fuerza que iban a realizar antes de mediados de mes.

En lo formal, los gremios del transporte volverán a reunirse el martes que viene para comunicar que el paro está aplazado, aunque seguirá vigente un supuesto estado de alerta y movilización. Pero ya no salen de ese ámbito sapos y culebras contra la administración kirchnerista.

«La verdad es que la Presidenta sorprendió para bien. ¿El paro? Después del gesto de sensibilidad que tuvo Cristina, corresponde que nosotros también lo tengamos…», señaló a este medio el colectivero Roberto Fernández dando por sobreentendido que la huelga ya no será, al menos para lo que queda de 2014. «A mí nadie me lleva de las narices», subraya el chofer, como si Moyano lo estuviera escuchando del otro lado de la línea.

El titular de la UTA se mostró tan entusiasmado con el anuncio de la Presidenta que ya lo caracteriza como el primer paso hacia un gran debate sobre el impuesto a las Ganancias, que debiera culminar con la actualización de las escalas que conforman ese gravamen, congeladas desde hace casi tres lustros. Como cualquier sindicalista peronista que se precie de tal, Fernández ya imagina –o desearía– un consejo económico y social discutiendo la cuestión con el Gobierno.

Antes de que llegue ese tiempo, si acaso llega, los gremios del transporte celebran haberse constituido en un factor de poder en sí mismo, con cierto margen de independencia de lo que ocurre en las tres centrales peronistas, especialmente en la de Caló.

El ahora taxista cristinista Omar Viviani aparece en ese andarivel como el más perjudicado con la irrupción en escena de la confederación transportista. De tantos gremios del sector que reportaban a Viviani, sólo se mantienen fieles a su lado el controvertido Caballo Suárez, del Somu, y Marcos Castro, de Capitanes de Ultramar. Eso explicaría lo frío que se muestra Viviani cada vez que le plantean la idea de la unidad sindical.

Más: los lenguaraces del mundo sindical señalan que el Caballo Suárez se habría ofrecido como punta de lanza contra cualquier cambio en Ganancias a cambio de cierto apañamiento oficial para sobrellevar su delicada situación judicial. ¿Será cierto?

El corto plazo dirá si la exención de Ganancias de los aguinaldos marcará una nueva etapa en la relación que Cristina mantiene con los representantes del capital y el trabajo para el tramo final de su gestión en la Casa Rosada. O si el de ella sólo fue un intento de descomprimir el ambiente para fin de año. Por lo pronto, los trabajadores registrados que fueron alcanzados por la indulgencia presidencial, verán salvar sus aguinaldos de un guadañazo de entre 50 y 70 por ciento del valor de ese instituto.

¿Alcanza la concesión impositiva de la doctora Kirchner para evitar interpelaciones del sindicalismo por los niveles de inflación, la falta de actualización de las jubilaciones o la caída de empleo? Nadie se animó en las últimas 72 vertiginosas horas a contestar esa pregunta.

Mientras, Ezequiel Sabor, subsecretario de Trabajo del gobierno de la Ciudad, se anima a ponderar que ninguno de los candidatos presidenciales en danza se ha reforzado tanto en materia sindical como Mauricio Macri, quien esta semana le puso un broche a esa tarea de reclutamiento apareciéndose a los postres de una comida con unos 70 gremios que lo acompañarían en su aventura electoral por la conquista de la Casa Rosada.

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