Cuando un espeleólogo aficionado y un geólogo llegaron a casa de Lee Berger una noche a finales de 2013 con un fragmento de un hueso de mandíbula en la mano, llamaron a National Geographic.
Berger, profesor de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, había desenterrado algunos hallazgos importantes antes. Pero sabía que tenía algo grande en sus manos.
Lo que no sabía en ese momento es que sacudiría nuestra comprensión de la evolución humana e incluso plantearía nuevas preguntas sobre nuestra identidad.
Dos años después de que fueron alertados por los espeleólogos, Berger y su equipo han descubierto lo que dicen es una nueva adición a nuestro árbol.
El equipo está llamando a esta nueva especie pariente de los humanos «Homo Naledi,» y dicen que parece enterraba a sus muertos -una conducta que los científicos previamente pensaban estaba limitada a los seres humanos-.
El equipo de Berger desarrolló la sorprendente teoría apenas unos días después de llegar al lugar donde los fósiles —de bebés, niños, adultos y personas de edad avanzada— fueron encontrados, en una cámara que antes estaba aislada dentro de la cueva.
El equipo cree que la cámara, ubicada a 30 metros bajo tierra en la Cuna de la Humanidad, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad, era un lugar de entierro… y que el Homo naledi podría haber utilizado el fuego para iluminar el camino.
«No existe ningún daño por parte de depredadores, no existe señal de que hubiera una catástrofe. Tuvimos que llegar a la conclusión inevitable de que el Homo naledi, una especie no humana de homínido, deliberadamente se deshacía de sus muertos en esa cámara oscura. No sabemos por qué», le dijo Berger a CNN.
«Hasta el momento del descubrimiento del ‘naledi’, probablemente te habría dicho que era nuestro personaje más característico. La idea de enterrar a los muertos o de la eliminación ritualizada del cuerpo es algo total y excepcionalmente humano».
Al estar de pie en la entrada de la cueva esta semana, Berger dijo lo siguiente: «Acabamos de encontrar otra especie que tal vez pensaba en su propia mortalidad, y se arriesgó y esforzó mucho para deshacerse de sus muertos en una profunda y remota cámara justo detrás de nosotros».
«Esto cuestiona absolutamente qué es lo que nos hace humanos. Y creo que ya no sabemos la respuesta».
El primer entierro humano indiscutible data de unos 100.000 años atrás, pero debido a que el equipo de Berger aún no ha podido fechar los fósiles del naledi, no saben con certeza cuán significativa es su teoría.
Berger trató de poner el nuevo hallazgo en perspectiva.
«Esto es como abrir la tumba de Tutankamón», dijo. «Es así de extremo y quizás así de influyente en esta etapa de nuestra historia».
Casi humano, pero no del todo
La especie Homo naledi es un extraño mosaico de lo antiguo y lo meticulosamente moderno.
El cerebro de naledi no era más grande que una naranja, dicen los científicos. Sus manos superficialmente son como las de los humanos, pero los huesos de sus dedos forman una curva… una característica que sugiere que tenían capacidades para trepar y utilizar herramientas.
El Homo naledi era relativamente grande: tenía más o menos 1,5 metros de altura, tenía piernas largas y sus pies eran casi idénticos a los nuestros, lo que sugería que tenía la capacidad de recorrer largas distancias.
El tamaño de la caja del cráneo de un Homo naledi masculino es la mitad del tamaño del cráneo de los humanos modernos.
«En general, el Homo naledi se ve como uno de los miembros más primitivos de nuestro género, pero también tiene algunas características sorprendentemente parecidas a los humanos, lo suficiente como para garantizar colocarlo en el género Homo», dice John Hawks de la Universidad de Wisconsin-Madison, un autor principal del documento que describe la nueva especie y fue publicado el jueves.
Los científicos pueden hacer estas afirmaciones, en parte, tan solo por la escala del hallazgo.
En la bóveda en la Universidad de Witwatersrand, cientos de especímenes invaluables se encuentran en estuches acolchados por toda la habitación.
Hasta ahora han descubierto más de 1.500 restos de fósiles en total, el mayor hallazgo de homínini que ha sido revelado en el continente de África, la cuna de la evolución humana.
Astronautas subterráneos
Recopilar los fósiles fue un trabajo peligroso.
Berger, quien es parte del programa Explorer-in-Residence de National Geographic, ya era bien conocido por su descubrimiento del «Australopithecus sediba», otra especie de un ancestro humano, en 2008. Sin embargo, su expedición enfrentaría desafíos únicos.
Los fósiles fueron encontrados al final de una serie de cámaras y espacios cerrados en un sitio profundo bajo tierra, a unos 90 metros de la entrada de la cueva. Para llegar ahí, los científicos habrían tenido que pasar por una abertura en la cueva de 17 centímetros de ancho.
Por lo tanto, Berger hizo un llamado a través de las redes sociales a científicos y espeleólogos delgados que cupieran en el pequeño ducto y pudieran sacar los huesos.
En cuestión de días, Berger tenía docenas de respuestas, y finalmente eligió a un equipo de seis «astronautas subterráneos» —todas mujeres— para que hicieran el trabajo.
as, Berger tenía docenas de respuestas, y finalmente eligió a un equipo de seis «astronautas subterráneos» —todas mujeres— para que hicieran el trabajo.
El mismo Bergen no pudo llegar a la cámara donde se encontraban los restos, pero siguió toda la exploración por medio de monitores en tiempo real desde arriba y se comunicó con su equipo.
«Es el corazón de la exploración. Somos lo suficientemente privilegiados como para enfocarnos en los próximos y nuevos espacios inexplorados», dice Berger.
Un campo de huesos
En los primeros días de la expedición, el mayor problema era saber dónde detenerse.
«Lo primero que veías, especialmente en las primeras fases de la investigación, era solo huesos. Restos de huesos por todas partes», dice K. Lindsay Hunter, una científica estadounidense y una de las «astronautas» en las expediciones Rising Star, las cuales se llevaron a cabo en noviembre de 2013 y en marzo de 2014.
Las «astronautas subterráneas» Marina Elliott y Becca Peixotto trabajan dentro de la cueva donde fueron descubiertos los huesos del Homo naledi.
Marina Elliott, otra de las astronautas de Bergen, describió la escena subterránea como «algunas de las condiciones más difíciles y peligrosas que hemos encontrado en la búsqueda de los orígenes humanos».
Algunos científicos en este campo pasan toda una carrera encontrando un fragmento para identificar una posible nueva especie. Sin embargo, al inicio, el equipo sabía que habían encontrado algo extraordinario.
Inicialmente, Berger pensó que no encontrarían más que un único esqueleto. Pero él dice que casi todos los huesos que encontraron —aparte de unos cuantos roedores y restos de aves que entraron a la cueva mucho después— eran de la especie Homo naledi.
«Encontramos de todo, desde bebés hasta niños pequeños, adolescentes, adultos jóvenes e individuos de edad avanzada. Esto es algo que nunca nos habríamos imaginado», dice Berger. «El Homo naledi ya es prácticamente el fósil mejor conocido de nuestro linaje».
El equipo afirma haber descubierto los restos de más o menos 15 individuos distintos, pero dice que este es solo el comienzo.
«La cámara no ha dejado ver todos sus secretos», dice Berger. «Existen posiblemente cientos si no es que miles de restos de Homo naledi ahí abajo».
Berger dice que su descubrimiento genera inquietantes preguntas acerca de nuestro pasado profundo, y acerca de nuestra misma identidad. Aún siguen habiendo muchos misterios, y otros científicos bien podrían desafiar algunas de las controvertidas conclusiones del equipo. Sin embargo, pocos discutirán que el Homo naledi es verdaderamente importante.
Aún nos quedan años de cuidadosa exploración por delante. «Esto estaba justo debajo de nuestras narices», dice Berger. «Y no lo vimos. ¿Qué más hay allá afuera?»
fuente CNN