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Una diplomacia marcada por un aislamiento mundial que costará remontar

Argentine President Cristina Fernandez de Kirchner gestures during a tour of the new Facebook Argentina headquarters, in Buenos Aires on May 6, 2014. Fernandez de Kirchner attended the inauguration of the Facebook headquarters in Buenos Aires. AFP PHOTO / JUAN MABROMATA

Si el kirchnerismo encuadró los supuestos logros de la política económica bajo el slogan de la «década ganada», la política exterior de Néstor y Cristina Kirchner podrían graficarse como la «década aislada» de la Argentina en su vínculo con el mundo.

La Argentina tuvo relación con pocos países y se aisló de la mayoría bajo tres ejes que marcaron a la diplomacia argentina de los últimos 12 años: la excesiva ideologización de la política exterior, los embates económicos y la construcción de una alianza estratégica con algunos países ajenos a la tradición occidental.
Desde los inicios de la presidencia de Néstor Kirchner la Argentina buscó en el eje bolivariano (Venezuela, Ecuador, Brasil y Bolivia) un aliado incondicional que se sustentó en un fuerte lazo con la izquierda latinoamericana de la denominada «Patria Grande». El principal andamiaje de este plan -más allá de los negocios económicos a veces non sanctos- fue el vínculo inseparable con el chavismo que aisló al país de otros Estados de la región alineados en la Alianza del Pacífico, como Chile, Colombia y Perú. La Argentina de los Kirchner vio en esos países latinoamericanos la amenaza de un alineamiento con Estados Unidos en la región.

El punto de inflexión de esta estrategia bolivariana fue la cumbre de presidentes de América que se dio en 2005 en Mar del Plata, donde Néstor Kirchner y Chávez rompieron lanzas con George W. Bush y su proyecto del ALCA para la región.
A partir de allí, la política externa argentina enfrentó a los Estados Unidos del republicano Bush o del demócrata Obama indistintamente. El conflicto con Washington se vio agravado luego por el affaire de la valija de Antonini Wilson, la pelea con los fondos buitre y el escándalo con el avión militar norteamericano.

«El balance no puede ser peor: aislamiento al nivel de 1982 pero sin Guerra de Malvinas y a merced de las necesidades de la política interna. Costará mucho restaurar las relaciones en un mundo convulsionado», dijo a LA NACION Marcelo Montes, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad de Rosario.
El enfrentamiento de la Argentina con Estados Unidos no fue el único que protagonizaron los Kirchner. También se desplegó una dura política exterior con la Unión Europea y con varios países asiáticos por las trabas a la importación de productos. Esto le valió a la Argentina una demanda internacional de 42 países en la Organización Mundial de Comercio (OMC) por las medidas que impuso el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno contra empresas extranjeras y que ahora se deberá cumplir.

«El gobierno que se va deja una impronta negativa de la inserción de la Argentina en el mundo. Perdimos la oportunidad histórica de ser el gran actor geopolítico como proveedores de alimentos, energía y minería con valor agregado», dijo a LA NACION Juan Pablo Laporte, investigador de la UBA en Relaciones Internacionales.

En paralelo a la pelea con Estados Unidos y la Unión Europea, la diplomacia kirchnerista inclinó su balanza por Rusia y China, dos socios estratégicos en el engranaje mundial.

Muchos analistas internacionales creen que la alianza de Cristina Kirchner con Vladimir Putin se ajustó en función de acuerdos de energía nuclear, comercio e infraestructura aunque en todos los casos orientados hacia un objetivo común: contrarrestar el poder de Estados Unidos. El apoyo de la Argentina a Rusia en la ONU por el conflicto de Crimea fue un claro ejemplo del contrafrente que armó la Presidenta contra Washington.

Con China el interés de la Argentina pareció ser otro: al vínculo del comercio por la soja le sumó la necesidad de contar con financiamiento de Pekín para cubrir la falta de crédito externo. En medio se hicieron acuerdos secretos, como el de la instalación de una estación espacial de China en Neuquén que será controlada por 50 años por el Ejército Popular chino.

Para Juan Battaleme, director de la carrera de Relaciones Internacionales de la UADE, «se confundió en los alcances y los márgenes de maniobra que generan un mundo multipolar». Así, la política doméstica y el nacionalismo exacerbado también se mezclaron con la diplomacia. Dos ejemplos de ello son el polémico acuerdo sellado con Irán por la causa AMIA y la agresiva política de los Kirchner contra los malvinenses. El acuerdo con Teherán pecó de escasa transparencia y le generó a Cristina Kirchner una pelea con la comunidad judía sin un resultado claro para avanzar en la causa por el ataque terrorista a la AMIA. A la vez, los reclamos de la Argentina por las Malvinas en todos los foros internacionales se potenciaron con una retórica dura de Cristina Kirchner contra los kelpers y un plan de asfixia financiera y económica a las islas. El resultado de ello fue un ruptura casi total del vínculo con Londres.

«El hiperpresidencialismo en la política exterior favoreció una cierta propensión a sobreactuar y contribuyó a la proyección, fundamentada o no, de una imagen de volatilidad», coincidieron los politólogos internacionales de la Universidad Di Tella Roberto Russell y Juan Tokatlian.

Los 12 años de una Argentina aislada dejan también una Cancillería cooptada en gran medida por La Cámpora y con diplomáticos relegados.

El alicate de la discordia

Canciller polémico: Héctor Timerman se caracterizó por su malhumor y el maltrato a la prensa. No sólo eso: también expresó su escasa diplomacia al mundo. El 10 de febrero de 2011, el avión C-17 Globemaster III de la Fuerza Aérea norteamericana llegó al país con equipos que se iban a usar para entrenar a la Policía Federal. Pero Timerman frenó el ingreso de la aeronave y con un alicate en mano se dispuso a abrir las cajas con material sensible que traían los uniformados de Estados Unidos. El hecho generó un conflicto diplomático con la Argentina que perduró hasta estos días.

Algunos casos escandalosos

La valija. En diciembre de 2007, a poco de asumir la presidencia, el FBI denunció que el valijero Antonini Wilson, que intentó ingresar al país US$ 800.000 sin declarar, fue financista de la campaña presidencial de Cristina Kirchner. La flamante jefa del Estado denunció una «campaña sucia» de Washington.

El memorándum. En 2013 Cristina Kirchner selló un acuerdo con Irán para avanzar con la causa AMIA. El memorándum generó un fuerte malestar en la comunidad judía, que acusó al Gobierno de pactar con un país vinculado al terrorismo. Teherán nunca ratificó el acuerdo.

Fallo de la OMC. La estrategia de Guillermo Moreno de impedir la importación de productos y prohibir la repatriación de dividendos a empresas extranjeras originó un fallo en la Organización Mundial de Comercio. Unos 42 países demandaron a la Argentina y ganaron la pulseada. El fallo deberá ser cumplido desde el próximo 31 de diciembre.

 

fuente LA NACIÓN

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