Por Fernando Tebele
“Si esto fue sólo un accidente de tránsito, ¿con qué motivo la Justicia durante cinco años y ocho meses obstaculizó el camino de acceso a la verdad de una familia? ¿Cómo van a faltarnos el respeto hablando de un accidente de tránsito cuando el pibe estuvo desaparecido, la familia fue perseguida sistemáticamente y la Justicia discriminó y criminalizó su figura, que termina apareciendo en una situación que todavía tienen que explicarnos, no sólo el gobierno provincial, sino el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires?”, se pregunta Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, sin necesidad de que el periodista intervenga.
Está sentada con un pie sobre la silla, la rodilla casi rozando su cara; sus ojos parecen acompañar cada palabra. “Luciano estuvo en una morgue judicial y fue enterrado como N.N. cuando una familia lo estaba buscando intensamente. Podrán decirle a la sociedad que no estaban los mecanismos, que las herramientas no son las mejores, pero entonces ¡que digan eso, carajo!, que este Estado en democracia tiene todas las herramientas para que la cana pueda desaparecer fácilmente a un pibe. Que se jueguen a decir eso. Que se arriesguen a denunciar a la mafia de la Bonaerense. Pero no una barbaridad tan grande y una falta de respeto como que esto simplemente fue un accidente de tránsito. Si uno toma las declaraciones de los testigos, se da cuenta claramente de que no se trató de un simple accidente de tránsito: a mi hermano lo asesinaron. No lo asesinó el pibe que lo atropelló, a mi hermano lo llevaron a ese lugar y lo obligaron a cruzar. Yo quiero que la Justicia federal investigue esto. Por qué Luciano llega ahí, qué pasó en las horas previas a la desaparición, quiénes lo obligan a cruzar, investigar las responsabilidades del gobierno de la Ciudad, de la Justicia que intervino etiquetando a ese pibe como N.N. y desapareciendo definitivamente ese cuerpo”.
Vanesa apoya las dos piernas en el piso y se estira para seguir denunciando: “No es que un dios, injustamente, nos castigó a nosotros. Lamentablemente existe un plan diseñado, un plan político, judicial, de los medios de comunicación, que atenta directamente contra la vida de muchos jóvenes humildes. Y un Luciano, un Matías (Casas), un Iván (Torres), todos estos nombres que uno empieza a conocer, no son nombres que se salgan de la lógica de lo que busca este sistema que es, en definitiva, eliminarlos, matarlos, desaparecerlos”.
fuente PERFIL