Expresar un problema en cifras revela su magnitud y permite saber qué medidas es necesario adoptar. Pero en Formosa la epidemia de dengue se minimiza. Mientras las autoridades locales hablan de «más de 120 casos», sólo en el Hospital Central de la capital formoseña se atendieron, en enero, más del doble de pacientes con los síntomas que provoca el dengue. La oposición al gobierno de Gildo Insfrán, en tanto, denunció que hay «más de 1800 casos» y reclamó que se declare la emergencia sanitaria en la provincia.
Incluso, durante enero, Formosa notificó al sistema nacional de vigilancia sanitaria 257 casos autóctonos de dengue confirmados. Pero en el mismo intervalo, en el Hospital Central de la capital provincial, se contabilizaron 380 personas con síndrome febril, que es como se registran epidemiológicamente los casos.
Sin embargo, las autoridades sanitarias formoseñas ratificaron ayer el registro de sólo esos 120 casos de dengue en Clorinda, Laguna Naineck y Formosa. Además, indicaron que a partir de comprobarse la circulación viral se ha dejado de lado la contabilización de los casos para poner el acento en la eliminación del mosquito que transmite la enfermedad. El criterio que alegan es que «cuantos menos Aedes aegypti existan, será menor la probabilidad de que aumente el número de infectados». El acento, por otra parte, dicen que lo ponen en el descacharrizado, la fumigación ambiental y domiciliaria, y la distribución gratuita de repelentes y paracetamol.
De una muestra de 48 pacientes a los que se les hizo el análisis de laboratorio en las primeras tres semanas del año en el Hospital Central de Formosa, 34 tenían dengue, lo que indica un buen nivel de acierto en el diagnóstico clínico. «A partir del 11 de enero, [el diagnóstico] se realizó por nexo epidemiológico, por lo que los pacientes febriles sin un foco infeccioso específico se consideran casos de dengue», explicaron a LA NACION desde el hospital. Ahí, donde tienen experiencia con otros brotes, estiman que los síntomas aparecen en dos de cada 10 pacientes.
Los datos corresponden a un solo centro de la provincia y no incluyen los hospitales que están atendiendo a los pacientes febriles del resto de las regiones con circulación sostenida del virus, como Clorinda, Laguna Naineck y la propia Formosa.
El ministro de Salud de la Nación, Jorge Lemus, habló el pasado fin de semana de «2000 denuncias de casos» tanto en Misiones como en Formosa. «Hay muchos casos asintomáticos que no se contabilizan, pero están, por lo que la situación podría ser peor», había dicho a Télam. La semana pasada, el ministro de Salud misionero, Walter Villalba, dijo a LA NACION que son casi 2500 los casos en la provincia.
Los funcionarios de Desarrollo Humano de Formosa insistieron ayer con que al conteo de casos se antepone la atención de la persona, adoptando medidas de prevención y de atención según los casos. Un aspecto que responde, dicen, al protocolo aprobado por el gobierno nacional en el área de Salud.
Gonzalo Basile, presidente y coordinador de la organización Médicos del Mundo para América latina y el Caribe, destacó la importancia de la información para conocer el curso de una epidemia y tomar decisiones: «Saber que en una ciudad o provincia hay casos de dengue además sensibiliza a la sociedad. La información pública genera acción ciudadana».
Emergencias cruzadas
Mientras que la oposición al gobierno de Insfrán habla de «más de 1800 casos» de dengue y reclama la emergencia sanitaria en la provincia, el gobernador declaró hace una semana la emergencia agropecuaria y ganadera en varias regiones por las lluvias y la creciente del río Paraguay y sus afluentes. Son las mismas condiciones que favorecen la proliferación del Aedes aegypti, mosquito vector de cuatro enfermedades: dengue, fiebre amarilla, enfermedad por el virus del zika y fiebre chikungunya.
Provincias como Santa Fe, Jujuy, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Chaco, Salta, Corrientes, Catamarca y la ciudad de Buenos Aires informaron desde mediados de enero casos confirmados y sospechosos que habían regresado de Formosa.
«Las autoridades esconden muchos datos. Se trabaja con herramientas de 1970 para un dengue de 2016. Faltan reactivos para los análisis, así que desde hace varias semanas en los hospitales públicos se trata como dengue a toda persona que consulta con los síntomas sospechosos. Y los casos no son cientos: se cuentan de a miles. No podemos saber exactamente cuántos, pero ésa es la realidad», aseguró a LA NACION un especialista formoseño, que sabe que más de la mitad de los análisis de sangre que se estaban haciendo en los laboratorios hospitalarios y privados eran positivos para dengue.
En el Hospital Central, esa proporción es, en promedio, del 85% en los registros a los que accedió LA NACION. Abarcan el período entre el 19 de diciembre y el 31 de enero (aún no se contabilizaron las atenciones de febrero por la demanda). En esas seis semanas, consultaron en total 423 personas con síndrome febril compatible con dengue y los resultados positivos en las tres últimas semanas del año pasado alcanzaron al 95% de los pacientes.
«Dicen que está circulando sólo el serotipo DEN1 del virus, pero dado que hay otros serotipos en Brasil y Paraguay, sería normal pensar que acá también estén circulando. La gente va y viene de Paraguay a diario, y sabemos que nadie está estudiando qué serotipos del virus están infectando a la población, y si tenemos chikungunya y zika. Acá, el serotipo es importante porque cada dos años tenemos picos de brote de dengue y eso puede agravar los casos», agregó el profesional, que solicitó reserva de su nombre por su seguridad.
Desde el Ministerio de Salud provincial citaron hace dos semanas a un grupo de 25 médicos, entre pediatras, clínicos, infectólogos y bioquímicos, a una reunión de trabajo, en la que dos participantes confirmaron a LA NACION que se trataron cuestiones básicas de la enfermedad y se repartieron planillas para registrar los casos. «Esquivaron permanentemente responder cuántos casos tiene la provincia», contó uno de los asistentes.
Falta de prevención
A diferencia de la epidemia de 2009, que se extendió desde Salta y Jujuy hacia Chaco con casi 27.000 afectados, la de este año se adelantó a noviembre pasado en Formosa y Misiones. «Todo se relajó en el tiempo y no se insistió en la educación y la prevención, que competen a todas las provincias. También faltaron obras de infraestructura para evitar que se estanque el agua, sobre todo durante la época de calor e inundaciones. Los ministerios actuaron durante años como compartimentos estancos y la epidemia de este año es la consecuencia», dijo Jorge Coronel, presidente de la Confederación Médica de la República Argentina.
fuente LA NACIÓN