El presidente y CEO de YPF, Miguel Galuccio, les anunció ayer por la tarde a sus principales allegados que abandonará la gestión de la empresa, luego de que el Gobierno le comunicó que debía dejar ambos cargos.
Galuccio arribó a la compañía a mediados de 2012, después de la estatización del 51% de las acciones que tenía la española Repsol, por pedido de la entonces presidentaCristina Kirchner.
La información fue confirmada anoche a LA NACION por dos altas fuentes del gabinete nacional, que precisaron que la salida del ejecutivo se concretará a fines de abril, en la próxima asamblea de accionistas de la compañía. También explicaron que ayer por la tarde le comunicaron la decisión del Gobierno al ejecutivo. Para que la salida de Galuccio quede firme, de acuerdo con el estatuto de la empresa, el directorio y, en particular, la asamblea de accionistas deberían dar valor legal a la decisión.
El directivo intentó hasta último momento seguir en la conducción de YPF. Desde su llegada se encargó de tejer lazos con todo el arco político. Cultivó una relación cercana con Mauricio Macri cuando éste era jefe de gobierno porteño, pero el vínculo se enfrió a fines del año pasado.
En el Gobierno había divisiones respecto de la continuidad de Galuccio. El ala llamada «eficientista», que encabeza Gustavo Lopetegui, uno de los secretarios clave de la Jefatura de Gabinete, evaluaba sostenerlo.
Del otro lado estaba el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren. El ex presidente de Shell sostiene desde hace tiempo que, según su criterio, Galuccio debería abandonar la compañía. Hasta la semana pasada, el ejecutivo aceptaba la idea de dejar la presidencia de YPF.
Sucede que el Gobierno preveía que ese cargo quedaría para Miguel Gutiérrez, el ex CEO de Telefónica. Pero mantendría a Galuccio como CEO, es decir, en el rol de gerente general, aunque tenía previsto negociar cierta autonomía relativa.
«YPF declinó hacer comentarios sobre la salida de su máximo alfil porque la consideró un rumor del mercado»
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YPF declinó hacer comentarios sobre la salida de su máximo alfil porque la consideró un rumor del mercado.
La semana pasada, también, recrudecieron las discusiones en torno a su continuidad. En una reunión con legisladores de Cambiemos en el Congreso, Aranguren sostuvo que YPF estaba sobreendeudada. Quien transmitió el mensaje fue el titular de la Cámara alta, Federico Pinedo, a través de la red social Twitter. Su voz generó desconcierto en YPF.
Desde la estatización, la petrolera elevó el endeudamiento desde unos US$ 2000 millones hasta los US$ 7000 millones, según números estimados. Debe afrontar intereses por US$ 800 millones anuales, si bien descuenta una parte importante por impuestos.
El trasfondo del enunciado de Aranguren tenía una acusación dura: el año pasado, cuando el gobierno de Cristina Kirchner estaba desesperado por el ingreso de dólares, la petrolera se convirtió en uno de sus aliados. Para el ministro, es por lo menos difícil de creer que esa estrategia estuviera alineada con los intereses de todos los accionistas de YPF.
El nudo que comenzaron a desatar Aranguren y Pinedo era el final de un ovillo enrevesado. Quien planificó la estrategia de endeudamiento de YPF es Daniel González, su CFO, un hombre cercano y de mucha confianza de Mario Quintana, ex conductor del fondo Pegasus y el actual vicejefe de Gabinete (tiene a su cargo la coordinación de las áreas económicas, a tal punto que formó parte del equipo argentino que negoció la salida del default). Basta con decir que es uno de los directores de Pegasus.
Entre sus allegados, González rechazó la crítica de Aranguren por imprecisa. Según su criterio, la compañía no está sobreendeudada y, si ocurre eso en el último semestre, sería su tarea recorrer el camino del desendeudamiento.
Poco le importaron esos análisis a Galuccio, quien vio la crítica de Aranguren como una declaración de guerra. El domingo pasado LA NACION publicó una extensa entrevista al ejecutivo. Allí sostenía: «Las decisiones de YPF pasan por la asamblea. Yo nací en YPF, soy profesional de YPF, me fui a trabajar al exterior y volví. Parte de mi tarea hoy es preparar a la gente que me reemplazará. YPF no es Miguel Galuccio. YPF es un montón de profesionales que trabajan día y noche y que tiene un compromiso impresionante con la empresa, con una gran motivación. Si YPF me necesita, yo voy a estar acá, y si YPF tiene alguien mejor para que corra su negocio, me voy a poner contento de ver a la empresa en una nueva etapa».
En la misma nota, el presidente de la petrolera estatal aclaró: «La visión de YPF no ha sido rediscutida. YPF es una herramienta clave para el desarrollo del país y ésa es mi visión. No sé qué visión tiene [Juan José] Aranguren».
Galuccio llegó a la Argentina en 2012 para conducir la nueva etapa estatal de la petrolera. Para eso dejó un trabajo muy redituable en Schlumberger, una de las mayores empresas de servicios petroleros del planeta. Entre sus mayores logros está el incremento sustancial de la producción de hidrocarburos de la empresa, hasta un punto que logró revertir la caída sostenida en los niveles de extracción que mostraban hasta ese momento tanto YPF como el país. Sus críticos insistirán en otro punto: la petrolera estatal fue la mayor beneficiada con subsidios a la actividad, en especial a la extracción de gas.
fuente LA NACIÓN