El juez federal Norberto Oyarbide, que la semana pasada presentó su renuncia, declaró ayer por escrito en la causa que investiga al presidente de Boca, Daniel Angelici, por «tráfico de influencias».
Esas influencias incluyeron una supuesta gestión de Angelici para convencer a Oyarbide de que renunciara. Así lo denunció públicamente la diputada Elisa Carrió y lo confirmaron extraoficialmente fuentes judiciales a LA NACION. Según el juez, sin embargo, esto no fue así.
«Destaco que no poseo celular y mi número particular no figura en guía. Tampoco acostumbro a darlo a persona alguna», alegó Oyarbide como un elemento que demostraría que no cruzó llamadas con el presidente de Boca. «No he recibido llamada de parte del señor Daniel Angelici», afirmó antes de explicar que no tenía celular.
Es cierto que Oyarbide no tiene ningún teléfono móvil a su nombre. Por eso, desde hace años, quien pretende comunicarse con él lo llama a los celulares de sus custodios.
Eso, que es sabido en los tribunales, quedó ratificado en la causa penal que investigó a Oyarbide por haber frenado 22 allanamientos después de recibir una llamada de un funcionario de la Casa Rosada, Carlos Liuzzi, que era el número dos de Carlos Zannini en la Secretaría Legal y Técnica durante el kirchnerismo. Este episodio, que dejó a Oyarbide a las puertas de un juicio político en el Consejo de la Magistratura y lo forzó a renunciar, fue investigado por el juez federal Luis Rodríguez.
Rodríguez sobreseyó a Oyarbide, pero dio por probada la comunicación entre Liuzzi y este juez. En su fallo, Rodríguez relató que «todas las prestatarias de servicios de telefonía celular respondieron negativamente» a la pregunta de si Oyarbide tenía celular. Entonces «se recurrió a la información correspondiente a la custodia», relató. Resultó que la llamada la había recibido el sargento Hernán Estrada, «quien confirmó haber recibido la comunicación en cuestión [la de Liuzzi] en su teléfono, para el doctor Oyarbide».
En esta nueva declaración, Oyarbide no contó que solía recibir llamadas en los teléfonos de sus custodios. Dijo que no recibió llamadas de Angelici y que tampoco mantuvo «ninguna reunión» con él. Además, aseguró que no había recibido ofrecimientos para que se fuera y que la decisión de renunciar fue producto de su «más plena libertad».
Renuncia
Lo hizo la semana pasada, cuando concurrió al Ministerio de Justicia y se reunió allí con el ministro Germán Garavano y su segundo, Santiago Otamendi. Para hacerse efectiva, sin embargo, resta que el Presidente le acepte o no la renuncia.
Carrió sigue sosteniendo otra versión de los hechos. Dijo que la renuncia de Oyarbide es la prueba del pacto de impunidad del juez con Angelici. Le reclamó a Mauricio Macri que no aceptara la renuncia. Lo mismo le pidieron los radicales. Y ayer se sumó la línea de jueces que fue más crítica del kirchnerismo, la lista Bordó, que preside desde hace años la Asociación de Magistrados.
El ministro de Justicia, a pesar de que está enfrentado con Angelici, le recomendó a Macri lo contrario: aceptar la renuncia y cerrar el tema. Si el Presidente la acepta, dice la oposición, Oyarbide podría seguir cobrando su jubilación preferencial de juez. Pero si no, el Gobierno corre el riesgo de no conseguir los votos para echarlo. Hoy parece tenerlos, pero no son todos propios.
fuente LA NACIÓN