Cristina Kirchner dio ayer una clara demostración del poder de convocatoria que conserva en el peronismo de la provincia de Buenos Aires: cinco días después de su regreso a la escena pública, la ex presidenta reunió a 51 de los 55 intendentes bonaerenses del Frente para la Victoria (FPV) en la sede del Instituto Patria.
Sólo una parte de esos jefes comunales siguen reconociendo la conducción política de Cristina y muchos dieron muestras de que ya no forman parte del kirchnerismo. Pero sólo cuatro desoyeron el llamado de la ex presidenta: Alejandro Granados (Ezeiza), Gabriel Katopodis (San Martín), Mario Ishii (José C. Paz) y Ricardo Alessandro (Salto).
«Queremos trabajar por la unidad del peronismo. Pero esto no significa que haya uniformidad. Ella tuvo el gesto de convocarnos y nosotros vinimos, después veremos cómo continúa», dijo a LA NACION uno de los jefes comunales, para dejar en claro que siguen existiendo diferencias. Fue el rápido análisis que se hizo bajo la lluvia, minutos antes de las 21.
Cristina Kirchner dio ayer una clara demostración del poder de convocatoria que conserva en el peronismo de la provincia de Buenos Aires: cinco días después de su regreso a la escena pública, la ex presidenta reunió a 51 de los 55 intendentes bonaerenses del Frente para la Victoria (FPV) en la sede del Instituto Patria.
Sólo una parte de esos jefes comunales siguen reconociendo la conducción política de Cristina y muchos dieron muestras de que ya no forman parte del kirchnerismo. Pero sólo cuatro desoyeron el llamado de la ex presidenta: Alejandro Granados (Ezeiza), Gabriel Katopodis (San Martín), Mario Ishii (José C. Paz) y Ricardo Alessandro (Salto).
«Queremos trabajar por la unidad del peronismo. Pero esto no significa que haya uniformidad. Ella tuvo el gesto de convocarnos y nosotros vinimos, después veremos cómo continúa», dijo a LA NACION uno de los jefes comunales, para dejar en claro que siguen existiendo diferencias. Fue el rápido análisis que se hizo bajo la lluvia, minutos antes de las 21.
La distancia, en este momento, no los pone en veredas opuestas, coincidieron en el análisis tres intendentes consultados por LA NACION. Eso no quiere decir, al menos por ahora, que Cristina los conduzca a todos. Pero los presentes, incluso los más alejados del kirchnerismo, reconocen la gravitación que sigue teniendo la ex presidenta. Todos reafirmaron además su condición de opositores al macrismo.
Muchos de los puntos de divergencia, relativos a la estrategia electoral y al esquema de conducción, fueron planteados durante el encuentro, desarrollado en la planta baja del instituto. Pero no llegaron a ser discusiones fuertes. Como había hecho la semana pasada en el encuentro con los diputados, ella hizo primero un diagnóstico de la situación del país, a partir de las principales medidas tomadas por el gobierno de Mauricio Macri. Después les pidió a los jefes comunales que hicieran una descripción de lo que estaba pasando en el territorio. «Esto no es una demostración de fuerza -se encargó de decirles ella, al empezar a hablar-. Es un diálogo entre compañeros.»
Hablaron unos diez intendentes. Había representantes de los tres grandes grupos en los que se dividen los jefes comunales del FPV. Del kirchnerismo estuvieron Patricio Mussi, Jorge Ferraresi, Walter Festa, Mario Secco y Francisco Durañona, entre otros. Del sector de los históricos participaron Alberto Descalzo y Julio Pereyra, además de Verónica Magario, que llegó con su antecesor en La Matanza, Fernando Espinoza, presidente del PJ de la provincia de Buenos Aires.
También estuvo el grupo de los «dialoguistas», de mejor relación con el gobierno de María Eugenia Vidal. Dieron el presente, entre otros, Juan Zabaleta, Martín Insaurralde, Fernando Grey y Mariano Cascallares. Esos intendentes se reunieron al mediodía para definir una estrategia a seguir. La gran mayoría decidió ir y plantearle a Cristina que el camino debía ser la unidad, incluir a todos sin excepciones. El único de ese grupo que no fue es Katopodis. «Hay otras formas de construir lo que viene, con el protagonismo de los intendentes», dijeron sus allegados.
Como había pasado pocas veces antes, la ex presidenta escuchó algunas críticas cara a cara. Cuando un intendente deslizó cuestionamientos hacia La Cámpora, como intermediarios de la conducción, ella le puso el cuerpo. «La responsable soy yo», les dijo, también cuando sobrevoló alguna crítica a la estrategia electoral. Ella también hizo reproches: les pasó factura a los «dialoguistas» por su acercamiento al macrismo y defendió a capa y espada a Axel Kicillof y Julio De Vido, otros blancos de las críticas. Después les aseguró además que de ahora en adelante ella estaba disponible para hablar con cualquiera de ellos, algo que no pasaba cuando estaba en la Casa Rosada.
Si hay un grupo grande de intendentes que ya no reconocen la conducción de Cristina, ¿por qué respondieron a la convocatoria? ¿Por qué le regalaron semejante demostración de fuerza? «El que se la regaló fue Macri, con las medidas que está tomando», respondió a LA NACION uno de los intendentes alejados de la conducción de Cristina.
Cerca de la ex presidenta explican que la convocatoria a la reunión es una muestra de la relación frontal que ella quiere tener con los jefes comunales a partir de ahora. A un año y medio de las próximas elecciones, repite que es hora de construir con amplitud.
fuente LA NACIÓN