Las tres vertientes de la CGT avanzaron entre el viernes y ayer en los pasos legales para llegar al congreso normalizador del 22 agosto en condiciones de unificar la central obrera. Entre los detalles burocráticos, no pasó por alto una confesión que hasta ahora no se había hecho pública: Hugo Moyano se despediría después de tres mandatos en cadena al frente de la conducción de la CGT, algo inédito.
De los tres jefes, Moyano fue el único que no había blanqueado sus intenciones de abandonar el liderazgo. Ya se habían comprometido a dar un paso al costado, en cambio, Antonio Caló (CGT oficial) y Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca). Las dudas sobre el camionero se habían acentuado a partir de mensajes equívocos. En noviembre del año pasado, en el último acto que hubo en Azopardo, su tropa distribuyó panfletos en los que se pedía otra reelección. Hace tres semanas, en el gremio de conductores de taxis, hubo otro intento de un operativo clamor, pero, risueño, Moyano dijo que era la hora del recambio. El viernes, su hijo Pablo, número dos de camioneros, dijo a LA NACION que pensaban «ir por todo».
Sin embargo, Hugo Moyano tiene decidido irse. Hoy, a los 72 años, desea quedar como garante de la unidad, un acuerdo relevante para el movimiento obrero. Sería una salida auspiciosa ante el vacío de poder que le provocaron sus colegas en 2012, cuando quisieron desbancarlo con la venia del kirchnerismo y conformaron la central oficial, que encabeza hoy Caló.
«Moyano no será el candidato del congreso unificador. En julio, cuando termine el mandato de nuestra CGT, yo me voy con él», dijo ayer a LA NACION Abel Frutos, el número tres de la central moyanista y referente del gremio de los panaderos. La sentencia de Frutos fue repetida por otros dirigentes que prefirieron mantenerse en reserva.
Moyano canalizará ahora sus fuerzas en la movilización del viernes próximo y en cerrar en julio el ejercicio contable de su CGT para el cambio de mando. Después del 22 de agosto, continuará su actividad gremial al frente de camioneros y reforzará la alianza con los sindicatos del transporte. Hoy no hay nada que lo entusiasme más que su rol de gestor deportivo como presidente de Independiente. Anhela ser recordado como el dirigente que puso en orden la economía del club, cuyo pasivo es de casi $ 600 millones y tiene su convocatoria de acreedores en curso. Además, se planteó como objetivo para este año concluir la remodelación del estadio, que está en obra desde hace casi diez años. No descarta, incluso, presentarse como candidato a presidir la AFA, el 30 de junio próximo.
Así como avanzó la CGT de Moyano en sus trámites internos, también lo hizo ayer la central de Caló. Con el respaldo parcial del sector de «los Gordos» y del denominado «independiente», acordó los términos para sellar la unidad con los moyanistas y la tropa de Barrionuevo.
Pero no todos en la CGT oficial están de acuerdo con el proceso de reunificación. El taxista Omar Viviani y los gremios que integran el Movimiento de Acción Sindical Argentino se mantienen al margen de la negociación. Para evitar futuros litigios de los disidentes, Caló convocó vía carta documento a la reunión de ayer en la UOM. Su intención fue certificar que la cita se trató para definir el recambio de autoridades y la unidad. Otro dato que desnuda la tensión interna: el gremio de taxistas dejó de ser la sede itinerante de la CGT oficial.
Sin Moyano, ni Caló ni Barrionuevo en juego, surge una suerte de tema tabú en la CGT: quién ocupará el sillón de mando a partir del 22 de agosto, cuando se prevé la fusión de las tres vertientes. Las posturas más conservadoras deslizan un triunvirato, con un líder por cada sector. Eso ya será otra historia.
fuente LA NACIÓN