El gobierno de Cristina Kirchner destinó US$ 1236 millones al desarrollo de una red kilométrica de fibra óptica para mejorar las comunicaciones en todo el país, pero a fines del año pasado sólo les prestaba servicio a 19 localidades, sobre un universo potencial de más de 3000 distritos.
Lejos de la Tierra, orbitando a 35.786 kilómetros de altura, está en la posición 81° Oeste el Arsat-2, el segundo satélite argentino de comunicaciones, que se lanzó al cielo bajo la bandera de la soberanía espacial en septiembre del año pasado, en vísperas de las elecciones presidenciales. El acontecimiento valió una celebración por cadena nacional, pero hoy es un fenomenal pedazo de tecnología casi en desuso porque ningún cliente contrató sus servicios.
Para el Gobierno, ambos ejemplos, que suman unos US$ 1500 millones, muestran la lógica faraónica que le impuso el kirchnerismo a ArSat, una empresa que recibió US$ 3148 millones -según el informe que presentó la Jefatura de Gabinete a la Cámara de Diputados- y se encarga de administrar ambos negocios, y de transmitir la Televisión Digital Abierta (TDA).
El análisis abrió la polémica: los anteriores gestores de la empresa sostienen que nada de eso es cierto y que hoy subyace un plan oficial para moderar el alcance de la empresa porque el nuevo modelo económico no necesita de la ciencia y la tecnología.
Desde la óptica oficial, las curiosidades de ArSat se confunden con la discriminación política. El plan del kirchnerismo consistía en construir una red troncal de 32.000 kilómetros de fibra óptica, de los cuales hizo la obra civil para 25.000 kilómetros, pero «iluminó» (el paso previo para conectar el servicio) sólo 6500 kilómetros.
La conexión final en cada provincia dependía de otro fuerte desembolso de la Nación, que financiaba el 84% de las inversiones, mientras que las gobernaciones debían poner la parte restante. Hasta fines del año pasado, sólo cinco distritos tenían completa esa extensión de la red: Neuquén, Misiones, La Pampa, La Rioja y Chaco. Tienen un denominador común: entonces estaban gestionados por gobernadores del Frente para la Victoria o movimientos enrolados con la entonces presidenta Cristina Kirchner.
Córdoba y Corrientes, entonces a cargo de los díscolos Juan Manuel de la Sota y Ricardo Colombi, habían recibido el 52 y el 64% de la inversión requerida, mientras que Chaco y Formosa, entonces de los kirchneristas Jorge Capitanich y Gildo Insfrán, tenían casi el 97%.
La afinidad política también se nota en la lista de clientes conectados para prestar el servicio de Internet con mayor calidad. De las 19 localidades, Santa Cruz, la provincia desde donde se lanzó la carrera política del matrimonio presidencial, lidera el ranking, con siete municipios. Entre ellos está El Calafate, la ciudad preferida de Cristina Kirchner.
El objetivo de la nueva gestión es conectar 1147 localidades en los próximos años. Lo notará el 30% de la población que habita el 70% del país. Según Rodrigo De Loredo, actual presidente de la compañía estatal de comunicaciones y yerno de Oscar Aguad, el ministro del área, el kirchnerismo manejó la empresa como si los recursos del Estado fuesen inagotables. «En lugar de hacer, por ejemplo, 2000 kilómetros de obra civil para la fibra óptica, «iluminarlos» y conectarlos para explotarlos comercialmente, recaudar y usar menos recursos públicos, se hizo una megaobra que estaba casi sin uso», explicó ante la consulta de LA NACION.
Dice que el objetivo de la nueva gestión es alcanzar este año los 24.000 kilómetros iluminados y reducir el precio del megabyte en las localidades a donde llega. En el interior del país cuesta un promedio de US$ 50, pero De Loredo cree que podría llegar a US$ 18, por la nueva competencia que ArSat les pondría a las actuales prestadoras de Internet (las principales son Arnet, de Telecom; Fibertel, del Grupo Clarín; Speedy, de Telefónica, y Telecentro, del grupo Pierri).
Versión contrapuesta
Su antecesor en el cargo Matías Bianchi sostuvo ante la consulta de LA NACION que esos números son falsos. «Dejamos la gestión con 12.000 kilómetros iluminados y un plan para poner en operación los restantes antes de agosto de este año. Si hubo un punto que podría haberse mejorado es el hecho de haber generado expectativas de disponer de la red operativa en tres años a partir del lanzamiento. La realidad requirió mucho más tiempo. Pero la red está y hoy están basando su plan en ella», explicó.
La inversión satelital fue menor, pero también se mide en millones de dólares. De 2010 a 2015 se destinaron US$ 700 millones para el ArSat 1, que usaba a diciembre un 70% de su capacidad, y el ArSat 2, de similar capacidad, que orbita vacío sin los regionales para utilizarlo. Según el informe que envió Marcos Peña al Congreso, la inversión satelital tiene un uso promedio del 35%. Ése fue uno de los motivos por los que el gobierno de Mauricio Macri suspendió la construcción de un tercer satélite.
«Peña no dice que ArSat tiene un satélite en operaciones y otro nuevo en una posición sin explotación comercial previa que no permite generar comerciales a futuro por incertidumbre técnica. En enero se estaban migrando los contratos de Telefónica, Red Intercable y AMX Argentina. Representan 30% de la capacidad total de ArSat 2 y fueron negociados por nuestra gestión. Fue una decisión estratégica priorizar las ventas sobre territorio nacional», sostuvo Bianchi.
Los números del Gobierno indican otra cosa. Hasta diciembre del año pasado, el ArSat 2, que puede prestar servicios de comunicación desde Tierra del Fuego hasta Canadá, no tenía ningún cliente subido. Tampoco se había prevendido su capacidad ni solicitado los permisos de aterrizaje, el paso previo para la venta de servicios. Sólo se había hecho una presentación preliminar ante la Comunidad Andina (Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia).
Esos trámites tardan unos seis meses, por lo que se suelen empezar antes de su puesta en órbita. Dado que el satélite tiene una vida útil de 15 años, cada mes que se pierde en comercializarlo es un ingreso que no se recupera.
La administración Macri se puso como prioridad acelerar esos trámites. En los últimos cinco meses ArSat inició gestiones en Estados Unidos, Canadá, Uruguay, Paraguay, México, Brasil y Venezuela, entre otros países.
ArSat también construyó en 2011 un data center (un centro de procesamiento de datos) por US$ 62 millones. Al momento del cambio de mando político, se había ocupado un 5% de su capacidad.
Datos satelitales
Los números que incluyó el informe de la Jefatura de Gabinete a Diputados
1236
Millones de dólares
Es lo que invirtió la empresa estatal para desarrollar la red de fibra óptica. A fines de 2015 sólo daba servicio a 19 localidades, sobre 3000 potenciales
6500
Kilómetros
Es la extensión de la red que, según el informe oficial, quedó lista para dar servicios; la gestión kirchnerista asegura que dejaron 12.000 kilómetros listos
700
Millones de dólares
Es la inversión que se hizo para los satélites Arsat I y II. El primero estaba usando el 70% de su capacidad a fin de año; el segundo aún no tiene clientes
fuente LA NACIÒN