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Del ministerio al monasterio: las bizarras andanzas de López

Iban a soterrar el Sarmiento. Soterraron la del Sarmiento. En esta pequeña variante gramatical el kirchnerismo se juega su lugar en la historia.

¿Por qué en las bolsas había millones de dólares, euros, monedas de varios países y relojes ? Porque a diferencia de las monjas, que hicieron el suyo en General Rodríguez, José López fue a muchos «retiros». Josecito fue la mano derecha de la mano derecha de Néstor Kirchner durante los 12 años que duró el ciclo. El secretario de Obras Públicas del que fuera el ministerio más importante no tenía declarado dinero en efectivo y cuando lo estaban por capturar le dijo a una monja: «Yo robé para venir a ayudar acá». Jaque mate. Por eso el hallazgo científico de ayer cambia la historia. El hueso que estaba intentando enterrar López representa el eslabón perdido que confirma que el gen amoral no era recesivo y esporádico, sino dominante, contante y sonante.

En otras palabras: que el Modelo de Inclusión incluía el gigantesco sobrecosto de la corrupción. Y que si López tenía una ametralladora no es porque bajaran de Sierra Maestra, sino de Sierra Chica.

¿Qué llevó al ex secretario de Obras Públicas a protagonizar una escena con semejante nivel de bizarría, digna del cine o la literatura? Que nadie se equivoque: nuestro enterrador de bolsos no es Rodion Romanovich Raskolnikov, el asesino de Crimen y Castigo de Fiódor Dostoyevski, que siente tanta culpa por su acto criminal que su inconsciente lo lleva a entregarse. Acá sólo hay desesperación: lo iban a allanar.
Quizás la única culpa que sienta es por haber creído que algo así jamás sucedería. Si viviera, Dostoyevski se sorprendería con un notable rasgo psicológico de estos personajes locales: la sensación de impunidad. A mayor sensación de impunidad, menor sofisticación de la ingeniería delictiva.

La reacción del kirchnerismo frente al entierro no consumado fue diverso. El sector más fanático condena la corrupción, pero la encapsula en el funcionario: «Qué asco lo de José López. Ojalá vayan todos presos los que aprovecharon a un gobierno nacional y popular para robar y hacer sus negocios», tuiteó una ex legisladora ultra K.

La frase puede ser atribuida a dos causas:

Un fenómeno de negación (el kirchnerismo fue para muchos constructor de identidad. Reconocerlo ahora como estructuralmente corrupto, es decir, deconstruirlo, sería deconstruirse como sujetos).

Estrategia política: López es presentado como un eslabón oxidado. La misión es aislarlo, condenarlo y, por supuesto, cortarlo. Para proteger la cadena hacia arriba, crack con el alicate. Para que no suba la gangrena. En cambio, el ahora outsider José Ottavis se atrevió al plural: «¿Saben por qué perdimos las elecciones? Por los José López». Dijo «los», concediendo que la corrupción se les hizo epidemia.

Finalmente hablemos del jefe de Josecito. El hombre nació en Palermo, pero lo conoció a Néstor trabajando en Entel, a fines de los 70, en el Sur, cuando ya era intendente de Río Gallegos. Fue amor a primera vista. «Tu ruta es mi ruta».

Cuentan que hace no mucho tiempo, estando en su casa de campo en Zárate, donde cultiva su afición por los pájaros (tiene en cautiverio muchas especies), Julio De Vido dormía la siesta y tuvo un sueño. Desde uno de los jaulones un hornero le chistaba, pidiéndole que se acerque. Cuando Julio se acercó el hornero le dijo: «Si yo construyo bueno y sin sobreprecios, ¿por qué yo estoy adentro y vos afuera?»

 

fuente LA NACIÒN

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