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La fascinación por el cash, sello indeleble de la era kirchnerista

El kirchnerismo se obsesionó con los billetes. Pesos, dólares o euros que podían tocar y contar. Acaso por eso, los incidentes se acumularon. A veces con rasgos patéticos -como el changarín de Mar del Plata que cobró $ 1 millón, cash, de la Oncca-, otras veces con rasgos propios de una operatoria sistémica.

José López acumulaba acusaciones desde hacía años. «La obra pública tiene rigurosamente un 15% de retorno, que el Estado paga al principio como «anticipo de obra»», relató el otrora mandamás de Sueños Compartidos, Sergio Schoklender, que no dudó en definirlo como «un petiso corrupto».

-¿Cómo se pagan las coimas?, preguntó LA NACION a Schoklender.

-¡Cómo va a ser! ¿Por cheque? Es en efectivo, ahí en las oficinas de los funcionarios.

-Podría ser con una transferencia en el exterior?

-No, en efectivo.

Schoklender y la Fundación Madres de Plaza de Mayo encarnaron otro ejemplo, a través de Sueños Compartidos, que devoró $ 1200 millones. Cheques que se cambiaron por cash en las financieras Monetización y Trade Travel, y la cooperativa Créditos Sur, que quedaron bajo la lupa de la Justicia por la «mafia de los medicamentos».

Otro ladero de Julio De Vido, Claudio Uberti, protagonizó uno de los primeros grandes escándalos del kirchnerismo. El 4 de agosto de 2007, Guido Alejandro Antonini Wilson apareció con un maletín con US$ 790.550 en efectivo que siempre negó que fuera suyo. Apuntó a Uberti, hasta entonces embajador «paralelo» ante Venezuela, como el dueño, junto con otras valijas que sortearon los controles. Según reconstruyó LA NACION, con otros US$ 4,2 millones. Todo cash.

El «caso Skanska» significó otro dolor de cabeza para De Vido y su equipo cuando aparecieron grabaciones sobre el pago de coimas. O cuando se verificó cómo era el circuito del dinero negro: el apoderado de la firma fantasma Infiniti, Adrián «Pichi» López, depositaba cheques en una cuenta del Banco Supervielle, luego él mismo extraía el efectivo -hasta $ 50.000 por vez-, se quedaba con 5% de comisión y entregaba el resto, en mano, al contador Alfredo Greco para que junto a Skanska completaran los pagos.

El ex secretario de Transporte Ricardo Jaime fue otro fanático de los billetes. Además de autos, motos, un yate, casas, departamentos, acciones, un diario, una posada y hasta un avión, la Justicia le decomisó $ 50.200; US$ 45.329; 300 reales y 10.020 euros. Fue apenas un atisbo. «Jaime le llevaba una valija -que no sé qué tenía adentro- todas las noches a Kirchner», detalló el ex subsecretario de Transporte Aerocomercial Ricardo Cirielli a la revista Noticias en 2010.

Investigado por presunto enriquecimiento ilícito, las sospechas rodean a De Vido desde sus tiempos en Santa Cruz, baños incluidos. Así lo declaró Estela Kank, una de las socias de la constructora Kank y Costilla, que detalló ante la AFIP, cómo el entonces ministro provincial recibía en su despacho de Río Gallegos a los empresarios, quienes debían dejar «el 5 por ciento» de los certificados de obra, cash, en el botiquín del baño.

Si de baños se trata, sin embargo, la ex ministra de Economía Felisa Miceli es por ahora la funcionaria de más alto rango del kirchnerismo en ser condenada por la Justicia. Lo fue por la bolsa con $ 100.000 y US$ 31.670 que apareció en su baño del Palacio de Hacienda y cuyo origen nunca pudo explicar. Recibió tres años de prisión en suspenso.

El empresario y presunto testaferro de los Kirchner, Lázaro Báez, acumula ejemplos. El más obvio es el video de la financiera SGI -La Rosadita-, donde su hijo Martín ayudó a contar -o a pesar- los bolsos. Pero también arrastra sospechas sobre bóvedas en la Patagonia y en departamentos de la ciudad de Buenos Aires. Más concreto, sin embargo, es el relato del propio Báez sobre el dinero que dijo recibir de Uruguay. Lo declaró ante la AFIP para tratar de justificar cómo capitalizó a su constructora Badial. Dijo que recibió al menos $ 1,5 millón, en efectivo, que transportó un empleado del Banco Macro desde Uruguay por Buquebus.

También Amado Boudou acumuló dolores de cabeza. Su socio José María Núñez Carmona cosechó un reporte de operación sospechosa (ROS) del Banco Hipotecario por un depósito de US$ 500.000, cash, y operaciones de cambio y de títulos públicos entre 2009 y 2010, cuando Boudou era ministro de Economía.

Daniel Muñoz, uno de los secretarios privados de Néstor Kirchner, también quedó pegoteado por los billetes. La otrora asistente del Presidente Miriam Quiroga lo señaló como uno de los encargados de transportar un bolso lleno de «verdes [que estaban) bien contados por el jefe».

 

fuente LA NACIÒN

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