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Francisco llega a Polonia bajo fuertes medidas de seguridad

Todo viaje de un Papa es un desafío a su seguridad. Pero los temores respecto del que iniciará hoy a Polonia fueron creciendo con el paso de los meses, las semanas, los días y hasta las horas. A la amenaza que hace tiempo plantea el grupo terrorista ISIS, se sumó en mayo un alerta de los Estados Unidos ante este nuevo periplo papal vinculado al accionar de estos fanáticos. Luego luego vinieron los atentados en Niza y en Munich y, finalmente, ayer dos terroristas que se decían inspirados por el Estado Islámico degollaron de rodillas a un sacerdote en una iglesia de Normandía, en el primer atentado de esta ola en una sede católica en Europa. Lo que aumentó la preocupación del Vaticano y el gobierno polaco, aunque unos y otros buscaron restar dramatismo, acaso para que no cunda el temor entre los más de medio millón de jóvenes católicos llegados de todo el mundo –entre ellos, unos cuatro mil argentinos– para participar en la bellísima Cracovia de una nueva edición de la Jornada Mundial de la Juventud que presidirá el Francisco.

La preocupación tiene fundamento incluso dentro de las fronteras de Polonia. El domingo, un iraquí de 48 años fue detenido en un hotel de la ciudad de Lodz, fuertemente sospechado de que estaba planeando un atentado contra el Papa. De hecho, perros adiestrados encontraron restos de explosivos en una zona de Cracovia por la que pasará Francisco. El hombre habría entrado por Suiza luego de ser expulsado de Suecia, mientras la policía busca posibles cómplices y explosivos.

Paralelamente, en los últimos días, los agentes fronterizos impidieron el ingreso de unas doscientas personas consideradas sospechosas. Unos veinte mil efectivos participarán del operativo de seguridad, más cinco helicópteros. “La seguridad implica un enorme desafío para nosotros”, admitió un jefe de policía, quien no dudó en calificarla como una “operación histórica” que acaso recuerda las exigencias de la primera visita de Juan Pablo II a su tierra natal, en 1979, cuando Polonia estaba bajo un régimen comunista.

Tras el asesinato del sacerdote, el Papa expresó su “dolor” y “horror” por la “absurda violencia” y dijo que rezaba por todos los involucrados en el hecho, en un comunicado leído por su vocero, el padre Federico Lombardi.

“Estamos muy afectados por esta violencia horrible que ocurrió en una iglesia, un lugar sagrado en la que se anuncia el amor de Dios”, completó Lombardi. En tanto, el presidente de Francia, Francois Hollande, lo llamó al Papa para decirle que custodiarán las iglesias. El hecho determinó el inmediato regreso a su diócesis –donde fue el ataque– del arzobispo de Ruán, Dominique Lebrun, que estaba precisamente en Cracovia por la Jornada Mundial de la Juventud.

El Papa llegará en las primeras horas de la tarde a Cracovia, la arquidiócesis a cargo del cardenal Karol Wojtyla hasta su elección, en 1978, como Papa. Allí mantendrá una reunión con todos los obispos que se prevé tensa, ya que el Episcopado polaco es mayoritariamente conservador y recela de las actitudes aperturistas de Francisco. A partir de mañana, participará de actos masivos por el megaencuentro de jóvenes católicos, sobresaliendo el Vía Crucis del viernes, la vigilia del sábado y la misa de clausura del domingo. Además, oficiará una misa en el santuario de la Virgen Negra, en Czestochowa (el Luján polaco) en ocasión del 1050° aniversario del bautismo de Polonia. Se descuenta que en sus seis discursos y tres homilías se referirá a la creciente xenofobia que se observa en el país, con medidas gubernamentales y actitudes de sectores de la población contrarias a acoger a refugiados, una cuestión cara al sentir de Francisco.

Como Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco protagonizará el viernes un gesto fuerte: irá a lo que fue el emblemático campo de concentración de Auschwitz –y su lindante Birkenau–, hoy convertido en un museo que recuerda el horror del Holocausto en su máxima expresión: allí fueron exterminados por los nazis al menos un millón y medio de hombres, mujeres y niños, en su mayoría judíos. Pero, a diferencia de sus antecesores, Francisco no pronunciará allì un discurso, sino que rezará en silencio. Además, se encontrará con algunos sobrevivientes de la Shoá y algunos “justos entre las naciones”, o sea, personas que arriesgaron su vida por salvar judíos.

Su paso por el campo de concentración un 29 de julio coincide con el día en que el franciscano Maximiliano Kolbe, hoy santo, ofreció su vida a cambio de la de un padre de familia. El domingo por la tarde, Francisco emprenderá el regreso a Roma.

 

fuente CLARÌN

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