SAN SALVADOR DE JUJUY.- La militancia que acompañó a Milagro Sala a la lectura del veredicto celebró e hizo flamear sus banderas cuando escuchó el sobreseimiento por prescripción del delito de amenazas. Pero, rápidamente, ese festejo se volvió preocupación, con la sentencia que condenó a la fundadora de Tupac Amaru por daño grave e instigación al delito.
Así de cambiante fue el clima que rodeó a lo que sucedía en el Tribunal Oral Federal N° 1, de esta ciudad, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad. Desde temprano se hicieron presentes los allegados a Sala; su esposo, Raúl Noro, hijos y amigos. También se dieron cita en la sala de audiencias dirigentes kirchneristas, como Guillermo Moreno, Juan Cabandié , Mayra Mendoza, Aníbal Ibarra y Horacio Pietragalla, entre otros.
En las afueras, unos cien militantes esperaban con banderas y pancartas. Para amplificar sus expectativas, un equipo de sonido transmitía cánticos grabados que recordaban las multitudinarias manifestaciones que la dirigente jujeña convocaba cuando estaba en su apogeo.
El gobierno de Gerardo Morales, por pedido del propio tribunal y de la Policía Federal, colaboró con el operativo de seguridad para preservar la integridad de los imputados y el control de la situación, ante posibles desbordes por la cantidad de manifestantes se convocarían en las afueras de la sede del tribunal. El dispositivo incluyó agentes de la guardia urbana que no portan armas, ubicados en la primera fila de resguardo de las vallas de seguridad.
A pesar de las expectativas de los militantes de la Tupac Amaru, la concurrencia fue menor a la esperada. La propia sede de la organización, incluso, permanecía en soledad mientras se desarrollaba la audiencia.
Tras el veredicto, comenzó la desconcentración y se escucharon algunas detonaciones de pirotecnia, que llegaban desde barrios allegados al centro de la ciudad. En el tejido urbano, en cambio, aparentemente se festejó el fallo.
Minutos después de la sentencia, la calle que alberga al tribunal retomó su ritmo habitual, junto al resto de la ciudad, bajo una copiosa llovizna.
fuente LA NACIÒN