La postal fue más que elocuente: después de un año de fracturas, rencores e internas, todas las tribus peronistas que hasta 2015 integraron el Frente para la Victoria volvieron a mostrarse juntas, ayer, en el congreso del PJ bonaerense que se celebró en La Matanza. Pero esa imagen, sin dudas contundente, no alcanzó para tapar otra faceta de la reunión: el kirchnerismo duro logró desactivar las dos movidas que habían preparado los intendentes para quitarle poder de decisión en el partido.
La primera jugada había sido elevar de dos a seis los apoderados del partido, para licuar el poder del diputado camporista Eduardo «Wado» De Pedro y de Jorge Landau, los dos hombres con acceso a la lapicera para definir las listas de candidatos. Sin apoderados ni instancias de diálogo dentro del partido durante la presidencia de Cristina Kirchner, los intendentes lograron meter muy pocos legisladores en las últimas elecciones y, en contrapartida, vieron a La Cámpora ganar espacios en sus concejos deliberantes.
Pero en lugar de sumar cuatro apoderados al partido (esperaban incluir tres intendentes y otro de la CGT) se terminaron agregando siete. Y el kirchnerismo se quedó así con la mitad más una de las nueve «lapiceras» del PJ.
Los nuevos apoderados de perfil netamente kirchnerista son los intendentes Francisco Durañona (San Antonio de Areco) y Patricio Mussi (Berazategui), del grupo Patria, y Ariel Sujarchuk (Escobar), surgido de las filas de Alicia Kirchner. Con De Pedro conformarán las cuatro lapiceras «K» del PJ bonaerense. Algunos suman a Landau en ese combo.
También accedieron a una lapicera los intendentes Gabriel Katopodis (San Martín), miembro del grupo Esmeralda, el que más pujó por limarle poder al kirchnerismo en el PJ, y Hugo Corvatta (Saavedra), del grupo Establo; el diputado provincial Fernando «Chino» Navarro, del Movimiento Evita, y Pedro Borgini, de la CGT. Katopodis y Navarro apoyan una eventual candidatura de Florencio Randazzo.
La otra movida promovida por los intendentes era la creación de una Comisión de Acción Política (CAP), con 15 sillas, que suplantara en algunas facultades ejecutivas al Concejo del PJ, donde el kirchnerismo es mayoría. Pero el Congreso decidió que la CAP sea sólo un órgano consultivo.
«Enemigo neoliberal»
El kirchnerismo terminó imponiéndose también en la gestualidad del Congreso. Por un lado, con el documento que leyó el concejal de Hurlingham Martín Rodríguez, miembro de La Cámpora, cuñado del diputado Andrés «Cuervo» Larroque y detenido hace días frente a los tribunales que juzgaban a Milagro Sala. El documento pidió el fin de la «formidable persecución política a Cristina Kirchner», dio por terminada la «autocrítica» por la última década y declaró «enemigo neoliberal» al Gobierno. Fue aprobado por unanimidad.
Minutos después, el matancero Fernando Espinoza, presidente del PJ bonaerense y factótum de la foto de ayer, completaba esos gestos: luego de trazar un duro diagnóstico de la situación económica y social, condenó la «persecución judicial contra el compañero Daniel Scioli y la compañera Cristina» y señaló que sólo Perón y Evita superaron los años de «la década ganada».
Pese a los resultados, incluso los intendentes que más ambición habían mostrado en la previa se dejaban ver satisfechos. «No buscábamos expulsar al cristinismo, sino ganar espacios. Antes teníamos cero apoderados», resumió un operador del grupo Esmeralda, contento con los elogios que ayer se prodigaron Espinoza y Martín Insaurralde (intendente de Lomas de Zamora), dos que llevan años en disputa.
Ninguno de los consultados desconoció que si la economía no mejora Cristina Kirchner seguirá siendo la referencia ineludible del espacio, seguida por Daniel Scioli.
fuente LA NACIÒN