– El plan de Macri fracasó, hay que pensar en la reconstrucción: van a dejar una deuda enorme y la industria destruida.
En sintonía, Cristina de Kirchner y Alberto Rodríguez Saá compartieron el diagnóstico. Fue, según reconstruyó Clarín, el broche de la charla entre la ex presidente y el gobernador de San Luis en el Instituto Patria, el 10 de abril pasado.
El encuentro rompió una tradición bélica entre los dos clanes, los Kirchner y Rodríguez Saá, que se remonta a 2001 cuando el interinato presidencial de Adolfo se truncó por el vacío de los gobernadores del PJ, entre ellos Néstor Kirchner.
El puntano le reprochó al patagónico -compartían el bloque de mandatarios federales- que no le anticipó la emboscada que, decía, le armaba Eduardo Duhalde. La furia perduró: en 2003, Adolfo respaldó a Carlos Menem en un balotaje que no fue. Y siguió en los años K cuando los Rodríguez Saá fueron opositores intensos y, a veces, funcionales.
¿Qué pasó? «Pasó Macri» responden, calcados, en los dos campamentos. «El desastre de Cambiemos hace que los peronistas nos juntemos dejando de lado las diferencias», tiran desde San Luis.
«Tenemos que hacer algo sino Macri destruye todo», aporta un K que jugó en la previa del mano a mano entre Cristina y Alberto. Antes de esa cita, se acordó en la Comisión de DNU, donde está Adolfo, para frenar decretos de Macri y en Diputados a través del camporista Marcos Cleri -que preside DNU- y de Luis Lusquiños, eterno lugarteniente de los Rodríguez Saá.
El gobernador visitó a Oscar Parrili, se vio con Guillermo Moreno y nombró al frente en la Casa de San Luis en Capital Federal a Nicolás Rodríguez Saá, sobrino bonaerense, peronista y de pasado K, que agilizó los contactos.
Otro vector fue territorial y lo abrió con charlas con Edgardo Depetri (Frente Transversal) y Carlos Castagneto (Kolina), dos K puros. Cero azar: a Kolina reporta Enrique Ponce, alcalde de San Luis, una pieza clave en la ecuación electoral puntana. Máximo Kirchner siguió cada uno de los capítulos de la saga de la reconciliación.
Este viernes, Rodríguez Saá estará en Lanús, territorio base de Depetri. El jueves dará una charla en el Instituto Patria sobre los refugiados sirios que cobija en San Luis por pedido del Papa Francisco. «Nosotros hacemos lo que Macri se niega a hacer», desafían. La semana pasada, Marcelo Sánchez Sorondo, colaborador papal visitó San Luis y elogió la tarea con los refugiados.
Dato anexo: en San Luis brotó una campaña, quizá una extravagancia, que postula al gobernador para el Premio Nobel de la Paz por el corredor solidario para los refugiados.
Pero hay asuntos bien pedestre. Claudio Poggi, peronista que fue ahijado de los Rodríguez Saá, que fue gobernador hasta 2015, se rebeló, abrazó el macrismo y desafía al Adolfo que pretende reelegir como senador. Poggi configura una amenaza electoral inédita para el clan desde 1983 con su política de alianzas.
Alberto se arrimó a Cristina mirando el voto K de su provincia que en la elección de gobernador de 2015 rozó el 14%. En ese tránsito, viajó a ver a Milagro Sala, dio una suba de hasta 60% a los docentes y calificó de «perseguida judicial» a la ex presidente. Para Cristina es una extrañeza: a un año y medio de dejar el poder, excepto su cuñada Alicia, ningún gobernador peronista le responde. Rodríguez Saá le arrima territorialidad y una dósis de PJ clásico.
fuente CLARIN