En las alturas de la torre Alem Plaza, la compañía Odebrecht compartió ascensores y mucho más con Jorge «Corcho» Rodríguez, lobbista cercano al corazón del entonces ministro Julio De Vido. Ambos, empresa y operador, instalaron sus oficinas en el piso 33 del edificio que se erige en el exclusivo barrio de Catalinas, a metros de la avenida Córdoba.
En el piso 33, en rigor, sólo se ubicó una rama de Odebrecht, frente a la productora del «Corcho». Allí se instaló el área de infraestructura de la firma -la que se abocó a los contratos de obra pública, como el soterramiento del tren Sarmiento-, mientras que un piso más abajo, en el 32, quedó el sector de ingeniería industrial de Odebrecht, dedicada a los gasoductos y otros proyectos vinculados a YPF o Petrobras.
«La ventaja de operar así es que podías entrar por el garaje con un auto y si alguien te estaba esperando abajo, en la cochera, con su tarjeta magnética o credencial electrónica, podías ingresar al edificio sin quedar registrado y subir directo al piso 33, a unas oficinas muy discretas, sin que nadie te viera», rememoró un alto ejecutivo de otra compañía.
Otro memorioso, sin embargo, aclaró a LA NACION que durante los años en que se movió por el piso 33 del Alem Plaza, «la productora (del «Corcho») siempre estuvo cerrada» -o eso parecía-, pero que eso nunca fue un impedimento. Cuando llegaban sobres para el lobbista, «eran recibidos en las oficinas de CNO Infra», es decir, Constructora Norberto Odebrecht, área de infraestructura.
La división entre las áreas de infraestructura e ingeniería electrónica eran más profundas. «El management era completamente diferente», contó un veterano. En el piso 33, el dedicado a la obra pública, «todos los puestos gerenciales eran brasileños, y cuando digo todos, es todos», remarcó. «Desde ingeniería hasta el área de finanzas», detalló. Un piso más abajo, en cambio, «la mayoría eran argentinos, se dedicaban a obra privada, y muchos de ellos eran ex Techint», comparó.
Una y otra vez, en tanto, el arte del «Corcho» como lobbista radicó en mimetizarse con su entorno y lograr que todos lo tomaran como propio. Así, mientras en Odebrecht recibían los sobres que llegaban para él, Rodríguez se convertía en productor musical del hijo guitarrista de De Vido, y el entonces secretario de Obras Públicas, José López, indicaba a su secretario que si la constructora tenía alguna duda, la respuesta que debía dar era sencilla como un latiguillo. «Que hablen con «Corcho» Rodríguez», ordenó el ex funcionario, hoy preso.
Ante la prensa, el operador defendió su labor, que acotó a límites legales y éticos precisos. «Fui asesor de Odebrecht 4 años, no fui valijero ni lobbista, no soy intermediario -dijo a Radio Mitre-. Asesoré a la compañía y desarrollamos varios proyectos.»
fuente LA NACION