Para algunos, Cristina Kirchner llegará para quedarse con todo el poder opositor. Para otros, con el discurso de la convocatoria a la unidad buscará que la ruptura la hagan otros, ya sea escindiéndose del bloque peronista y sumándose a sus huestes u obligando a sus críticos a hacer rancho aparte con el sello del PJ. Algunos, los menos, se ilusionan con un fracaso que la deje sin banca en la Cámara alta.
Estos son sólo algunos de los múltiples escenarios que en el Senado, tanto en el oficialismo como en la oposición, se tejen sobre la nueva aventura electoral en la que se embarcó la ex presidenta de cara a los comicios legislativos de medio término de octubre próximo, que la tendrá como primera candidata a senadora por Buenos Aires.
Muchas de estas elucubraciones dependerán de los resultados de octubre. Los escenarios varían según si Cristina Kirchner gana la elección, caso en el cual arrasaría con la oposición interna que tiene en el PJ y cuya figura principal es Miguel Angel Pichetto; o si accede a una banca por la minoría derrota a manos de Cambiemos mediante. En este supuesto, la sensación es que su poder de convocatoria quedaría muy menguado, lo que podría dañar sus pretensiones de convertirse en líder de la oposición en la Cámara alta.
El dato concreto es que el recambio de diciembre próximo reducirá de manera sustancial el núcleo duro de seguidores cristinistas que integran el bloque del PJ. De las 17 bancas que pone en juego el peronismo, al menos 11 corresponden a kirchneristas.
De este total, en el más optimista de los casos ingresarían cinco senadores dispuestos a seguir los mandatos de la ex presidenta.
Con estos números, Cristina Kirchner podria llegar a reunir entre 12 y 15 senadores peronistas como punto de partida, ya sea para pulsear por la conducción del bloque que hoy encarna Pichetto o para liderar una suerte de subbloque K que, como viene ocurriendo desde diciembre de 2015, se oponga a todas las propuestas legislativas y a las políticas de la administración de Mauricio Macri.
El resultado que la ex presidenta obtenga en octubre será fundamental para ver cuántos peronistas podrán resistir su prédica por una oposición cerrada. Si llega como ganadora en Buenos Aires no habrá forma de evitar una fuga en estampida detrás de Cristina Kirchner, especulaban en las últimas horas en el bloque del PJ de la Cámara alta.
Sería el peor escenario para Pichetto y el PJ tradicional, sector en el que sotienen que si la ex jefa del Estado llegase a ingresar por la minoría, la situación ya sería distinta. En ese caso, al menos una veintena de senadores podrían resistir los cantos de sirena kirchneristas y enfrentar su política de oposición cerrada al Gobierno.
En esta cuestión es clave la «responsabilidad de gobierno» que esos legisladores tienen y que los hace más vulnerables, a la hora de votar, a las necesidades financieras de los mandatarios de sus provincias, que en muchos casos dependen de los fondos que les gira la Nación para funcionar.
Esa es una clara distinción con los senadores que responderían a Cristina Kirchner, en su mayoría considerados «sin techo» según la jerga política de la Cámara alta. Son los legisladores que no tienen un gobernador al cual responder, ya sea porque son oposición en sus provincias o porque, en muy pocos casos, están enfrentados con el cacique de su distrito.
Especial atención
Estos escenarios no son sólo motivo de elaboración en el justicialismo. También en el oficialismo tratan de atisbar cuál será el futuro de la Cámara alta a partir de diciembre próximo, cuando se renovarán 24 bancas (correspondientes a ocho provincias) de las 72 bancas que componen la Cámara alta.
Hasta ahora, la Casa Rosada ha tenido en el Senado una cámara más que favorable, a pesar de que sólo cuenta con 15 senadores, entre radicales, macristas y aliados) ante los 42 de extracción peronista que hoy detentan uin escaño.
En ese sentido, el papel del minsitro del Interior, Rogelio Frigerio, y del jefe de Gabinete, Marcos Peña, seguirán siendo vitales para que Cambiemos pueda mantener el clima imperante en el Senado. Son ellos los responsables de la relación con los gobernadores peronistas.
De la muñeca que el Poder Ejecutivo demuestre en el manejo de esas relaciones dependerá, en gran parte, el futuro del tramo final del mandato de Mauricio Macri, hasta fines de 2019.
La tarea por delante no es menor. A fin de año vencen al menos dos leyes claves para la suerte del Gobierno: la ley del cheque y la de emergencia económica.
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