Hay una obligación que tienen todas las sociedades: presentar sus balances en tiempo y forma. Pero pese a ser una compañía que está sometida al control de la opinión pública por los subsidios millonarios que recibió desde 2008, Aerolíneas Argentinas nunca respetó esa regla básica societaria.
Desde ayer, la empresa aérea empezó a recorrer el camino hacia la normalización con la presentación de los estados contables de 2014 y 2015. «La idea es terminar con la aprobación de esos balances en octubre y, después, presentar el de 2016. Entonces estaremos al día como para presentar el del año que viene cuando establece la ley, cinco meses después de cerrado el ejercicio», dijo una fuente de la compañía.
Aquellos números, justamente, contienen el último año entero de la gestión de Mariano Recalde (2014) y 11 meses de 2015, fecha en que el abogado laboralista dejó el cargo ejecutivo. Los líderes de La Cámpora siempre fueron remolones a la hora de cumplir con los balances, a tal punto que el de 2013 se aprobó a fines de 2015.
La importancia de estos dos ejercicios no es menor. Sucede que la forma en que se recibieron los aportes del Estado desde 2008 (a razón de 678 millones de dólares en promedio por año) y la manera en que se asientan en los libros determinan muchos costos de la empresa.
Según consta en los balances hasta 2013, Recalde y sus gerentes tomaron ese dinero y lo colocaron en la contabilidad como ingresos extraordinarios. Al ser considerados así, debieron haber pagado impuestos como cualquier otro ingreso. El problema es que jamás se pagaron aquellos montos.
Según varios técnicos consultados por la empresa, incluso una opinión que se le pidió a la AFIP, esos millonarios subsidios debieron haber sido considerados aportes de capital de uno de los socios, en este caso el Estado. El problema que trae este esquema es que, según la ley de sociedades, cuando uno de los socios aporta dinero como capital se deben emitir más acciones. Y como sólo retira esos títulos el que aportó, el socio que no lo hizo pierde porcentaje de participación en el paquete accionario de la empresa. Dicho de otro modo, uno aporta y gana participación y el que no aporta pierde. El no aportante, en este caso, es el programa de propiedad participada (PPP), un reconocimiento que se les hizo a los empleados cuando se privatizó la empresa y que actualmente representa el 0,62% de las acciones.
En su momento, Recalde optó por una salida: aportó el capital no como aporte, sino como dinero para financiar el déficit de la compañía. Ese esquema es una suerte de regalo que el mayoritario le hace al minoritario (PPP en este caso), ya que no se licua su porcentaje accionario. La nueva gestión optó por respetar aquella ofrenda de Recalde y mantendrá los porcentajes de los empleados.
Aerolíneas presentará ahora los dos balances juntos. La idea es que ambos se lean también juntos. El de 2014 tiene una nota que, según trascendió, dice que todo lo que está expresado ahí puede ser mentira. Sucede que la falta de apego a los documentos de los ejecutivos camporistas torna imposible la comprobación de ciertos datos, como inventarios, por caso. El de 2015, entonces, será el de la corrección. Allí convergerán todas las pérdidas y por eso los números que se desprenden son gigantes: se habla de un rojo de 10.000 millones de pesos, el doble de la pérdida real.
Por ahora, la PPP de Austral se abstuvo y la de Aerolíneas no lo aprobó. Pero el Estado hizo valer su peso y los aprobó con su mayoría de más de 99 por ciento.
El derrotero de los balances
Directorio
Esta semana, el directorio debatirá los ejercicios 2014 y 2015
Auditoría
Luego de la aprobación, se enviarán a la Auditoría General de la Nación (AGN) para que los avale. Se supone que será a fines de octubre
Debate final
De regreso de la AGN, y luego de su paso nuevamente por el directorio, se llamará a una asamblea de accionistas
Un fin de año al día
Antes de que termine 2017 se avanzará con el de 2016
fuente LA NACION