Por diferentes vías y a través de al menos tres interlocutores, el kirchnerismo duro explora la posibilidad de revalidar un acuerdo con Hugo Moyano . Desde ambas orillas no descartan, incluso, un encuentro cara a cara entre Cristina Kirchner y el jefe camionero. De concretarse, sería una suerte de reconciliación después del quiebre de su alianza, en diciembre de 2011.
Tal vez como una estrategia provocativa, los acercamientos secretos se aceleraron a partir de la tensión que guía hoy el vínculo entre Moyano y el presidente Mauricio Macri tras el impulso que le dio el camionero a la protesta en Plaza de Mayo del 22 de agosto pasado. Sin embargo, fue el sindicalista el que esta semana ordenó detener las gestiones. «Por ahora, no», lo frenó a alguien de su entorno que ofició de nexo con un diputado kirchnerista. Moyano esperaría hasta después de las elecciones mientras acumula en su agenda reuniones con senadores y gobernadores del PJ no kirchnerista.
Uno de los canales de contacto entre Moyano y el kirchnerismo fue a través de Sergio Palazzo, jefe de La Bancaria y de la Corriente Federal, el brazo sindical de Unidad Ciudadana. Palazzo intervino directamente con Cristina. Hubo intercambios personales y telefónicos, y siempre la ex presidenta se mostró predispuesta a restablecer la relación con Moyano. Habría pedido que en el eventual encuentro también participe Pablo Moyano, el hijo de Hugo que impulsa desde la CGT un perfil más combativo.
El deseo de Cristina Kirchner de incluir a Pablo Moyano en las conversaciones está en línea con los últimos movimientos del número dos de los camioneros. Antes de la marcha del 22 de agosto, se fotografió con Hugo Yasky, Pablo Micheli, Roberto Baradel y Sonia Alessio. Son los líderes de la CTA y de la Ctera, que además son todos aliados del kirchnerismo. Esta novedosa alianza sindical, hasta hace poco impensada, tuvo el martes último un segundo capítulo: Pablo Moyano recibió en su despacho de Azopardo 802 a los docentes Baradel (Suteba) y Eduardo López (UTE).
El camionero utilizó la imagen para contrarrestar el apretón de manos que habían escenificado un día antes la cúpula de la CGT con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. La interna cegetista no dio tregua: la reacción del triunvirato fue un pacto con los referentes de «los Gordos» e «independientes» para neutralizar a Pablo Moyano y tumbar cualquier intento de paro general.
Hugo Moyano intercedió para evitar un estallido entre su hijo y el resto del consejo directivo. Tras una reunión con los «independientes» Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (Uocra), el jefe camionero se comprometió a oficiar de mediador. Hugo no consiguió que Pablo abandone su actitud beligerante, pero sí que postergue sus amenazas de una huelga para después de las elecciones de octubre.
La estrategia poselectoral de los Moyano tiene dos frentes: el político y el gremial. En el primero, tanto Hugo como su hijo Facundo, que es diputado nacional, prevén tallar en la reconstrucción del peronismo.
«Gane o pierda en octubre, Cristina será un factor de poder con el que habrá que sentarse a hablar», argumentaron a LA NACION en el moyanismo. Buscarán además adhesión entre gobernadores y legisladores para evitar un avance del Gobierno en la legislación laboral y en lo relativo a las obras sociales sindicales.
Un frente social de sindicatos
La hoja de ruta sindical, que está a cargo de Pablo, ya tuvo avances a partir de las reuniones con la CTA. Está en construcción una corriente similar al legendario Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA), que Hugo Moyano lideró en los años de Carlos Menem presidente. Sería un frente con sesgo opositor que incluiría a gremios, organizaciones sociales y entidades empresarias afectadas por las políticas de la gestión de Macri.
«La idea es consolidar un frente social, al estilo MTA, para rechazar los intentos del Gobierno de reforma laboral, previsional o que afecten a los trabajadores. De una reunión con Cristina ni se habló», dijo Yasky a LA NACION.
La estrategia de Hugo Moyano, mientras tanto, no contemplará definiciones en el corto plazo. En su entorno reconocieron cierta tensión con Macri, pero no se habló de ruptura. Sentenciará la relación el curso del caso OCA, la empresa postal privada más grande del país, que Moyano considera casi como propia.
Trabajan allí 7000 camioneros y temen todos por su posible cierre. Hubo dos gestos recientes que se interpretaron como una tregua: el primero es que Juan Carlos Schmid, su hombre en el triunvirato de la CGT, aceptó cancelar el paro. El otro fue una visita del vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, a su gremio para bajar los decibeles.
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