El mensaje lo recibieron los otros 30 jueces del grupo de chat «Ajufe» el lunes a la tarde. «Los quiero poner al tanto de la siguiente situación», les escribió Ariel Lijo, un día antes de que LA NACION publicara que la firma que figura prestándole dinero al camarista suspendido Eduardo Freiler y haciéndose cargo de su hipoteca es la misma escribanía que constituyó, a propuesta de Lijo, Ajufe, la nueva asociación de jueces federales, de la que él es secretario general.
«Por supuesto que no tenía ni idea», les escribió Lijo a sus colegas dirigentes de Ajufe, y les pidió disculpas. Según declaró a LA NACION el dueño de la firma, el juez federal Ariel Lijo y su hermano Alfredo son «clientes» suyos. En su mensaje vía chat, Lijo les dijo a los otros magistrados que todo su contacto con la escribanía había sido que «sólo hizo una autorización» para que su mujer pudiera viajar al exterior con sus hijos. Nada más. La escribanía comparte sede con un estudio jurídico y con la financiera Inversora Callao, que desembolsó $ 1,2 millones en una hipoteca que utilizó el juez Freiler para comprar su casa frente a la quinta de Olivos.
Lijo sugirió la escribanía para inscribir las actas fundacionales de la Ajufe y el domicilio de la agrupación de jueces fue fijado en el mismo edificio donde funciona Inversora Callao.
En los tribunales de Comodoro Py la revelación de la coincidencia cayó pésimo. «Sea como sea, esto golpea a Ajufe -dijo uno de los magistrados federales-. Y al Gobierno le rinde…»
«¿Qué gobierno? No hay tal gobierno. Hay al menos dos grupos», contestó otro juez histórico de Comodoro Py. Cinco magistrados consultados por LA NACION coincidieron, casi con las mismas palabras, en que el poder del macrismo en relación con los jueces está atomizado.
El Gobierno tiene múltiples interlocutores judiciales, algunos blandos y otros duros, que muchas veces tienen intereses contrapuestos entre sí.
La relación de los federales con la Casa Rosada es distinta desde la llegada de Mauricio Macri, que no tiene ningún aprecio por Comodoro Py. A pesar de que gran parte de los federales está avanzando con mucha determinación contra funcionarios del kirchnerismo, Macri desconfía de la justicia federal. Él estuvo procesado, con un procesamiento por espionaje y asociación ilícita que fue confirmado por la Cámara Federal. A un paso de ir a juicio oral fue sobreseído, en diciembre de 2015, después de haber estado procesado durante cinco años.
En tiempos del kirchnerismo, el poder era más verticalista. Hoy, hay más diálogo y más interlocutores, cuentan en los tribunales. Varios jueces están convencidos de que el macrismo tiene un manejo más inteligente de la relación con los federales. También, de que el Gobierno ve con simpatía lo que ayude al desprestigio del edificio.
Como argumento para despegarse del caso Inversora Callao, directivos de la Ajufe alegan que la agrupación jamás respaldó a Freiler, un camarista que hizo su carrera en Comodoro Py y fue sometido a juicio político por el Consejo de la Magistratura a instancias del Gobierno, aprovechando una mayoría circunstancial de dos tercios que sólo tuvo porque se demoró la jura de un consejero representante del Senado que se iba a oponer al avance del proceso. Freiler pidió la nulidad de esa decisión y, por ende, de su juicio político. Sus compañeros de Comodoro Py no lo respaldaron. La Ajufe no dijo una palabra.
Los jueces federales no consideran a Freiler uno de ellos al que deban respaldar. Sin embargo, en otras épocas eran más abiertos en sus apoyos. A Daniel Rafecas tampoco lo consideraban cercano muchos de sus colegas y de todos modos se reunieron para pedir por él cuando el Consejo, en tiempos del kirchnerismo, parecía cerca de suspenderlo. Incluso a Norberto Oyarbide varios de sus pares lo preferían en el cargo antes que echado. «Oyarbide era un pararrayos», lo describe hoy uno de los jueces de primera instancia que convivieron años con él. Lleno de denuncias y siempre rodeado de escándalos, era el que se llevaba todas las marcas, ironizó un viejo habitante de Comodoro Py.
Los jueces dicen también que ellos son mucho más «singlistas» de lo que se cree. Con la creación de la Ajufe buscaron una señal de unidad. Y tomaron distancia del caso Freiler, uno al que hoy están vinculados de todos modos.
fuente LA NACION