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Trasplantes: quién decide y cómo es la asignación de órganos en el país

Cada vez que el caso de un paciente que necesita un trasplante llega a los medios, incluidas las redes sociales, es porque está «primero» en la lista de espera o «en emergencia», de acuerdo con las declaraciones de familiares o amigos. Pero, ¿cómo funciona el sistema de asignación de un órgano en el país?

El sistema de procuración es tan complejo como desconocido en general. Lo primero que hay que saber es que todos los pacientes en lista de espera están en situación «electiva». Recién cuando el equipo de trasplante de un hospital o sanatorio evalúa que el estado de salud del paciente es grave o existe riesgo de muerte, lo comunica a los organismos de procuración provinciales o al del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) para que pase a estar en «emergencia» o «urgencia».

Esa información va organizando la prioridad en la lista que administra sólo el Incucai. Pero, además, de la prioridad, hay otros factores que influyen en la asignación final del órgano.

«Los criterios con los que se seleccionan a los receptores incluyen la compatibilidad inmunológica, para que no haya rechazo del órgano, y la antropometría. El corazón, el pulmón y el intestino demandan que haya una diferencia en tamaño que supere +/- 20% para que se pueda trasplantar y funcionen adecuadamente», explica a LA NACION la directora del Incucai, María del Carmen Bacqué. «Un chico puede recibir el riñón de un donante adulto o, en el caso del hígado, se puede hacer una bipartición.»

En un sistema informatizado del Incucai, que guarda una batería de datos de cada paciente en lista de espera, se carga la causa de muerte real del donante, el grupo sanguíneo, el grupo de histocompatibilidad (determina la diferencia o la similitud inmunológica entre dos personas), los análisis de laboratorio para conocer cómo funciona cada órgano, la antropometría y la edad, entre otros, como la jurisdicción.

Este sistema de asignación de órganos va cruzando los datos con los de los pacientes en lista de espera y genera un puntaje (score) que, en el caso de los tejidos (córneas, piel, válvulas cardíacas, músculos o vasos sanguíneos) y los riñones, también tiene en cuenta como variable el domicilio del receptor.

Si hay riesgo de vida, prevalece el estado clínico y no el lugar de residencia. En el caso de que haya dos pacientes en idéntica situación, eso actúa como factor de decisión.

«Si el donante está en una provincia, los primeros que aparecen en la lista de asignación son los receptores de esa provincia. Si no, los de la región y, si no, el país -cuenta Bacqué-. Otro factor de desempate es la edad del receptor: los menores de 16 años reciben más puntaje que los mayores.»

Comunicación

Una vez que se obtiene el listado de asignación en orden decreciente, de acuerdo con la prioridad, la compatibilidad y, si cabe, la jurisdicción, el Incucai comienza a comunicarse con los médicos tratantes para conocer si el receptor está en buenas condiciones para el trasplante.

Fiebre, cirugías recientes, infecciones o transfusiones, por ejemplo, son causas por las que se suele modificar el orden de esa lista de asignación cuando el equipo que atiende al receptor considera que la intervención no sería lo mejor para el paciente. En esos casos, se pasa al siguiente receptor potencial.

Pero si está en buenas condiciones y el equipo de trasplante tratante dice que el órgano es el adecuado, se determina a qué hora será el operativo de traslado, de acuerdo con la cantidad de órganos por ablacionar.

Desde la identificación del potencial donante hasta la ablación no pasan menos de 24 horas, incluido el proceso de entrecruzar la información en el Sistema Nacional de Información de Procuración y Trasplante (Sintra) para determinar la compatibilidad entre el donante y el receptor.

«En general, se les va informando todo a los equipos de trasplante de los potenciales receptores. Y si el órgano finalmente se le asigna al paciente que está quinto en la lista de asignación, las causas de rechazo en los cuatro primeros deben estar bien auditadas y registradas», afirma la titular del Incucai, entidad que el año que viene cumplirá 40 años. Un trasplante puede durar entre dos y ocho horas, en promedio.

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En el quirófano

En el quirófano donde está el donante, los distintos equipos quirúrgicos ingresan con un orden: en la donación multiorgánica, primero se ablacionan los órganos intratorácicos y, luego, los abdominales (hígado, páncreas, intestino y, por último, los riñones).

«Los riñones siempre los ablacionan cirujanos urólogos del equipo de procuración porque, desde que se extirpan hasta que llegan al receptor, comienza a correr un tiempo que debería ser el más corto posible para que los tejidos no sufran de la falta de oxígeno», explica Bacqué.

Ese tiempo de isquemia para los intratorácicos no puede superar las cuatro horas. Con el hígado y el páncreas, pueden pasar seis o siete horas hasta el trasplante. En cambio, en el caso del corazón, el equipo que hará el trasplante ya tiene que tener al receptor en el quirófano cuando se procede a la ablación.

«Los riñones resisten entre 24 y 30 horas porque no sólo se hace el estudio de histocompatibilidad, sino que se compara la sangre del donante con la del receptor y asegurarse de que no hay anticuerpos circulantes en la sangre del receptor. Porque si el resultados de la comparación es positivo, aunque el órgano fuera compatible, no se va a poder utilizar por el riesgo de que se produzca un rechazo híper agudo», explica Bacqué.

Una vez obtenido el órgano a trasplantar, se lava para eliminar la sangre del donante (las células sanguíneas pueden provocar una reacción en el receptor), se coloca en un recipiente estéril y en frío. Esto lo hace cada equipo que entonces, se enfría en un porque cuando disminuye el metabolismo celular, los tejidos necesitan menos oxígeno y el órgano tolera mejor la isquemia. Los tejidos van en cuarentena a un banco habilitado por el Incucai que los procesa. Hay unos 17 bancos de tejido habilitados en el país.

Con clave

Todos los pacientes en lista de espera reciben una clave que, luego de registrarse como usuarios, usan para consultar su ficha online en el Sintra en el sitio del Incucai (www.incucai.gov.ar).

Además de los datos personales y clínicos, incluye los resultados de las evaluaciones anuales y la cantidad de veces que participó en una posible asignación de órganos o tejidos.

Los pacientes trasplantados se registran como «asignados» y, cada año, los equipos médicos de seguimiento tienen que informar en el sistema cómo evolucinan.

«Para nosotros, una vez que un paciente está en lista de espera, lo único que influye para la asignación es la situación clínica y médica. No se tiene en cuenta la cobertura, la situación socioeconómica ni otra característica. Tampoco hay causa de descarte por operatividad -sostiene Bacqué-. El órgano se asigna a un paciente, no a un equipo de trasplantes ni a un hospital.»

Costos

Los trasplantes tienen un costo que asumen las coberturas de los pacientes o, en caso de no tenerla, el Estado a través del Incucai, que depende del Ministerio de Salud de la Nación.

El costo de la procuración, que es el proceso que va desde el diagnóstico de muerte del donante, su cuidado, la ablación (entre cuatro y ocho horas de quirófano) y los estudios de laboratorio y anatomía patológica urgentes para determinar la viabilidad del órgano, es un tercio del costo total del trasplante. Lo que factura el Incucai se distribuye a los organismos de procuración y los hospitales provinciales que generaron el donante. Eso permite que el sistema funcione.

«Hay un valor de la procuración que no es tan alto si se piensa en el impacto tan bueno que tiene en el sistema sanitario», dice María del Carmen Bacqué, titular del Incucai, y pone como ejemplo la enfermedad renal crónica avanzada.

Lo hace porque el 85% de los pacientes en lista de espera son renales en diálisis. «La diálisis tiene un costo altísimo para el sistema. Y el trasplante tiene un valor unitario igual a un año de diálisis. Pero al segundo año, el valor del mantenimiento del paciente se reduce a la quinta parte. Si se tienen en cuenta los costos, habría que lograr el trasplante. Por cada paciente trasplantado, el sistema sanitario coloca a dos pacientes en diálisis. Y si esto no se atiende desde el sistema, puede colapsar el requerimiento de diálisis», agrega.

De acuerdo con una resolución de este año, los aranceles de la procuración de órganos y tejidos de donantes cadavéricos a cargo de la cobertura del receptor varián entre 30.000 y 70.000 pesos los órganos y entre 5000 y 7500 los tejidos, como las córneas, la piel, los músculos, los huesos y las articulaciones, los vasos sanguíneos y las válvulas cardíacas.

fuente LA NACION

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