Hace una semana Gerardo Romano se había manifestado sobre la denuncia que Calu Rivero realizó contra Juan Darthés por acoso, y dijo que «el actor en una escena sexual tiene derecho a meter lengua» .
Romano fue consultado el domingo pasado sobre
sus dichos y defendió su postura, explicando que son ciertos solo si «es consensuado» por los actores que participan de la escena. En ese sentido, reveló
una lamentable situación que le tocó vivir en un trabajo, cuando una directora acosó de él.
«A mí me ha pasado al revés. Estuve en una película y la productora, después devenida directora, quiso tener una escena de sexo conmigo, se incluyó como actriz de la película y escribió una escena de sexo. Yo estaba obligado a hacerla porque estaba contratado y tuvimos una escena desnudos y de sexo», contó en Implacables .
» Fue un caso de acoso inverso . No dije nada porque no tuve deseos de tener un conflicto. Hice la escena de mala gana. Le pedí a la maquilladora en voz alta una toalla de maquillaje, de esas chiquitas, para ponérmela sobre los genitales y no tener contacto directo con los genitales de ella», reveló.
«La violación es un delito que solamente podemos cometer los varones. Pero la violación puede ser inversa. No se registran en los anales de la jurisprudencia, pero recuerdo el único caso paradigmático. Eran unas monjas italianas que durante la guerra violaron a un chico que era tarado y lograron que tuviera su erección y las pudiera penetrar», contó el actor.
Volviendo al tema de Juan Darthés, Romano recordó su «época de sex symbol» y su trabajo protagónico en el thriller erótico La marca del deseo : «El argumento era que yo dormía, penetraba, tenía sexo y tatuaba a una mujer sin su consentimiento. Era una conjugación de delitos. Lo hice con 16 actrices en 16 capítulos y nunca tuve un problema y lo hemos disfrutado» .
«Los actores tenemos, o teníamos, una mirada mucho más abierta sobre la sexualidad», aseguró Romano. Según sus testimonio, cuando notaba que una actriz con la que iba a tener una escena de sexo se ponía nerviosa, él se acercaba para hablarle y tranquilizarla.
«Le decía ‘vamos a darnos unos chupones pero son besos secos . Labios con labios. Por el movimiento tiene que parecer que la lengua va y viene pero se pega en el recinto de la lengua'», recordó.
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