Días después de la desaparición del San Juan, el 15 de noviembre del año pasado, el entonces jefe de la Armada, almirante Marcelo Srur, le dijo al presidente Mauricio Macri que el submarino “estaba en condiciones de navegar” frente al ministro de Defensa, Oscar Aguad.
Sin embargo, el 7 de diciembre firmó un sumario en el que afirma que el submarino presentaba “una serie de severas anomalías”.
En ese documento, Srur suspendió por “arriesgar la tropa” y “negligencia” al comandante de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada, contralmirante Luis López Mazzeo, y al comandante de la fuerza de submarinos, capitán de navío Claudio Villamide.
López Mazzeo tenía las mejores calificaciones para reemplazar a Srur este año.
En el Gobierno creen que el cambio de posición de Srur se debió a “la fuerte interna” que mantenía con López Mazzeo, su eventual sucesor. También lo podría haber hecho para deslindar responsabilidades en sus subalternos, ante la desaparición de la nave que conmovió al país.
En fuentes militares consultadas por Clarín, se precisó que Srur había convocado a López Mazzeo, quien vive en la base naval de Bahía Blanca, en forma urgente al edificio Libertad. Al llegar a las 3 de la madrugada, un oficial de guardia lo condujo a una oficina donde apareció un alto oficial con el sumario y frente a otros dos oficiales como testigos le pidió que se notificara del sumario. Ante esta situación, López Mazzeo firmó.
La suspensión de López Mazzeo provocó, al día siguiente, el pedido de pase a retiro de otros cuatro contralmirantes, desencadenando una crisis en la Armada sin precedentes en la democracia. Luego Srur habría llamado por teléfono a López Mazzeo para decirle que anulaba el sumario, pero, sin embargo, dejó firme la hipótesis de las “severas anomalías”.
Ante ese cambio de posición, Aguad le mandó el 12 de diciembre una nota reservada, a la que accedió Clarín, a Srur donde le dice que determinadas afirmaciones “serían inexactas; o, al menos se habría omitido considerar elementos de hecho que resultarían relevantes” como el informe de “buque habilitado”. Luego advierte que “un acto administrativo se encuentra viciado” si se basa en hechos falsos como un dato que era del submarino Salta.
Más adelante, el ministro de Defensa alertó que Srur no había tenido en cuenta el informe del 5 de septiembre de 2017 del comandante del San Juan, capitán de fragata Pedro Fernández, en el que afirmaba que el submarino era “un buque habilitado”, es decir que estaba en condiciones de navegar.
Esta condición se basó en el Índice de Calificación de Estado de Material (llamado ICEM) en que el Fernández, luego de una revisión, había calificado al San Juan con un puntaje de “4,25 sobre 5”.
Luego Aguad le dice a Srur que el informe ICEM sea entregado al oficial auditor contralmirante (RE) Eduardo Pérez Bianchi, a fin “de modificar los fundamentos del acto administrativo o bien para revocar el mismo dada la omisión referida”. La respuesta verbal de Srur fue que en el sumario “estaba implícito” que el submarino estaba en condiciones de navegar. Luego el 16 de diciembre, Aguad, enojado, pasó a retiro a Srur y al oficial auditor que redactó el sumario. Y ahora tiene una brasa caliente en sus manos. La semana próxima deberá decidir si anula o no el controvertido sumario.
Ante revelaciones de Clarín, el abogado Luis Tagliapietra, padre de Daniel -una de los 44 muertos- consideró que «la Armada debe expedirse sobre esta cuestión ya sea exonerándolos o bien culpándolos pero de ninguna manera hay lugar para anular esos sumarios». Tagliapietra representa al sector más duro de los familiares y adelanta las críticas que hará si Aguad anula el sumario.
Srur había avalado la existencia de 9 «anomalías severas». Las cuatros principales “anomalías” de Srur fueron que el San Juan: tenía un solo periscopio, que hacía un ruido permanente el eje del motor, que fallaba el sistema de propulsión y que se había “comprobado el ingreso de agua de mar al ventilador de batería de proa por el snorkel”.
En sus descargos el ex jefe de submarinos capitán Villamide y el vicealmirante López Mazzeo refutaron esas afirmaciones y sostuvieron que el San Juan “tenía dos periscopios en servicio y que habló con el comandante Pedro Fernández y dijo que el ruido había disminuido y no era un riesgo para la seguridad”. Sobre la tercera anomalía, coincidieron en asegurar que el San Juan, luego de solucionar esa falla en la propulsión, “volvió a navegar en agosto sin novedad”.
Sobre el punto del ingreso de agua por el snorkel -el sistema por donde el submarino toma aire cuando sale a superficie-, sostuvieron que la información del sumario de Srur “está desactualizada”. Villamide dijo que en julio pasado se reunió con el comandante Fernández para verificarlo. Luego “no informó de la existencia de algún impedimento para poder hacerse a la mar por una avería de dicho mecanismo, por lo que quizás la válvula e-19 pudo haber sido incorrectamente accionada en esa navegación”. Según probó un suboficial electricista, «el cierre de esa válvula funcionaba normalmente y luego hizo más de 30 maniobras de Snorkel sin problemas». En su defensa, Villamide precisó que el comandante del submarino, en su último informe, había calificado “al sistema de ventilación con el máximo puntaje” de rendimiento. Aguad tiene ahora la última palabra.
fuente CLARIN