TEL AVIV.- Ibrahim Yasim no lo duda. Quien planificó el atentado terrorista contra la mutual judía AMIA en la Argentina era el jefe del Hezbollah, Imad Mugniyah. Y él lo sabe porque lo conoció. Mugniyah fue quien le prendió fuego con querosén a su hijo de ocho meses mientras lo torturaba en una cárcel subterránea de una aldea en el Líbano, donde Yasim vivía con su familia. Ahora el arrepentido del Hezbollah tiene nombre judío: se llama Abraham Sinai, se convirtió en un colaborador del Ejército israelí durante 17 años y vive en Israel, donde el Estado lo mantiene.
Es ahora un rabino estudioso y dejó el islamismo. Yasim tiene una barba tupida y manos que aprietan fuerte. Se reunió con un grupo de periodistas argentinos que visitaron Israel -entre los que se encontraba LA NACION- para contar su historia.
El nombre de Mugniyah no es nuevo. Figura entre los iraníes que tienen pedido de captura internacional de Interpol por el atentado. Pero se sabe que fue muerto en Damasco en un ataque que se atribuyó a la inteligencia israelí. El exembajador en la Argentina Itzak Avirán dijo en 2014: «La gran mayoría de los culpables ya están en el otro mundo, y eso lo hicimos nosotros».
– ¿Por qué se transformó en arrepentido?
-En 1980 entraron los palestinos en mi aldea. En la Guerra del Líbano ingresó el Ejército israelí. Vi cosas inhumanas que hacían los palestinos con nosotros. Y con el Ejército israelí entendí que tenía valores diferentes de los que estábamos acostumbrados a ver. En 1984 Hezbollah empezó a actuar en los poblados y en 1985 atrapó a nuestras ciudades. Quemaron las casas, mi propia casa. Vi gente con el estómago abierto con cuchillos. Vi cortar niños, cocinar sus partes y que se los comieran. Exterminaban a nuestros hijos de una manera brutal. A mi hijo de ocho meses lo quemaron frente a mis ojos, mientras me torturaban y castigaban, porque pensaban que colaboraba con Israel, y en ese momento yo no lo hacía. Me preguntaban por qué no luchaba yo contra Israel. Yo les decía que no soy terrorista.
-¿Cómo fue su detención?
-Me torturaron. Pensaba cada día que iba a morir. Recibía golpes a diario, no se imaginan los castigos que recibíamos. Todos los días esperaba la muerte. Estuve bajo tierra un año, sin ver la luz. El responsable de esas torturas era Mugniyah. Él fue quien me castigó. Me tuvieron hasta que me liberaron.
-¿Por qué se convirtió en informante del Ejército de Israel?
-Mi mujer estaba embarazada y se iba a morir si no la atendían. Y un amigo del Ejército hizo venir un helicóptero para sacarla del lugar y llevarla a Israel, donde la atendieron y pudimos dar a luz a mi hijo. En 1986 hice contacto con el Ejército de Israel. Yo fui a los israelíes. Caminé 40 kilómetros hasta un lugar y pedí hablar con la inteligencia de Israel, le conté lo que sabía y me hicieron volver. Así empecé a pasar información. Todo lo que trabajé con el Ejército de Israel fue buscando la paz. Me sumé porque vi que el Ejército de Israel, cuando estuvo, hizo obras, agua potable, ayudó a construir casas, carreteras. En 1997, el Ejército israelí decidió sacarme de allí para que no me descubrieran.
-¿Cómo vive ahora?
-Protegido, sostenido por Israel, con mi familia a salvo.
-En la época que menciona ocurrió el atentado a la AMIA. ¿Piensa que Mugniyah tuvo algo que ver?
-No lo pienso, estoy seguro de que fue Mugniyah el encargado de la ejecución de todos los ataques terroristas fuera del Líbano. Es un hombre malo, malvado, agresivo, sanguinario, terrible. Y se encargó personalmente de fortalecer esos grupos que hacían los atentados fuera de Israel. Cada vez que Hezbollah organizaba un atentado grande, venían iraníes para la organización. En el caso de la AMIA estoy seguro de que Irán está detrás. Hezbollah no hace nada sin la orden de Irán.
-¿Cómo lo sabe?
-Yo estaba ahí. Irán lo ordenó.
-¿Puede estar Hezbollah ligado con la muerte del fiscal Alberto Nisman?
-Yo no conocía esto que usted me menciona, pero el modo de operaciones de estas organizaciones terroristas es que si una persona sabe algo, ellos se ocupan de que no hable más .
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