A 36 años de su inicio, la Guerra de Malvinas todavía tiene muchas heridas abiertas. Algunas comenzaron a cerrarse con ayuda de los gobiernos de Argentina y el Reino Unido, como las de los familiares que en los últimos días pudieron identificar a los soldados enterrados sin nombre. Otras todavía tienen complicaciones y parecieran estar más lejos de cicatrizar: es el caso de los excombatientes que debieron soportar no solamente el ataque enemigo sino también la tortura por parte de sus propios superiores.
“Me levantaba todas las mañanas escuchando ‘levántese judío de mierda’ por mi condición religiosa”, recordó en diálogo con Perfil el ex soldado Silvio Katz, quien apunta contra su oficial a cargo. «No era la única frase de este estilo que decía, también cuando estábamos por entrar en combate nos reunía para aclarar que íbamos a perder por mi culpa, porque los judíos éramos todos traidores”, agregó el veterano del último conflicto bélico argentino.
El caso de Katz no es aislado: las principales denuncias de torturas en Malvinas se vinculan al antisemitismo y la escasez de alimento. El hambre extremo llevaba a los soldados argentinos a revolver en la basura, matar ovejas pertenecientes a los isleños o tomar un paquete de galletitas destinado a sus compañeros. Cada falta podía ser penada severamente según él superior a cargo, explicó a este portal Hugo Robert, presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas de La Plata (Cecim).
“Es muy difícil explicar el hambre. En Malvinas tu cabeza no reacciona del hambre que tenés, no podés pensar en otra cosa”, explicó Robert a Perfil. “En todas las guerras hay hambre, pero en Malvinas ese hambre no se veía reflejada en los cuerpos de los oficiales y algunos suboficiales como sí en los soldados”, agregó.
Precisamente por comprar comida en el pueblo, a espaldas de sus superiores, a Katz se le ordenó “romper con la culata del fusil la costra de hielo que se hacía en los pequeños laguitos que formaban de noche, por la humedad, para después poner las manos o los pies en el agua congelada un tiempo importante». «Por eso muchos hemos vuelto con pie de trinchera o artrosis en las manos. También no hacían poner la cabeza adentro, una sensación de dolor inimaginable”, relató.
Las “sanciones”, que son más bien torturas, variaban en su repertorio. Pablo Vassels, secretario de Derechos Humanos de la provincia de Corrientes, registró varios tipos de “castigos” que fueron propiciados por oficiales o suboficiales en Malvinas. Entre ellos destaca el estaqueo, que “consiste en atar a la persona con estacas al suelo húmedo en lapsos que van de algunos minutos hasta más de un día incluso algunos sobre cañoneo enemigo”.
Vassels agregó que “otro tipo de tortura fue obligar a los soldados a cavar un pozo y enterrarse en él con la turba helada hasta el cuello». «También obligaban a descalzarse, les mojaban los pies para utilizar el teléfono de campaña, que generaba una descarga eléctrica para establecer la comunicación como picana al aplicar los cables del aparato sobre las extremidades mojadas de los combatientes”, enumera en diálogo telefónico con este medio.
“No eran todos los superiores así”, matizó Katz. “A mi particularmente me tocó uno que además nos castigaba con estaqueos semi desnudos con mucha humedad y a una temperatura muy baja. En el caso mío y de un compañero, nos hizo orinarnos para que sintiéramos calor al principio pero después la sensación era de ser pinchado por estalactitas, lo que hacía que sufriéramos más”, comentó el veterano, que tenía 19 años cuando combatió en Malvinas.
“Después este subteniente me llevó a las letrinas, donde estaban las deposiciones del destacamento, y, a punta de pistola, tiró comida y me hizo comer entre los desechos humanos”, narró Katz.
En la Justicia. La causa por torturas en Malvinas inició en 2007 tras la denuncia de Vassel junto a ex combatientes. Por el lugar donde ocurrieron los delitos, el expediente se radicó en Tierra del Fuego. «El poder judicial siempre miró para otro lado porque en 2015 la Corte Suprema de Justicia definió que no eran delitos de lesa humanidad -es decir imprescriptibles- , la resolución alcanzaba sólo a los casos denunciados hasta ese momento”, aseguró Roberts.
La desclasificación de archivos sobre Malvinas autorizada durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, y con la colaboración de la Procuraduría de Lesa Humanidad, ayudó a avanzar con nuevas presentaciones. “Hay en total 105 casos de torturas de soldados, 84 hechos delictivos cometidos por 90 militares de las Fuerzas Armadas acusados por homicidios, abandono seguido de muerte, tortura, vejámenes, coacciones, amenazas, lesiones graves, lesiones leves y abuso de autoridad”, precisó Vassels.
El ex sargento Miguel Ángel Peralta, quien con 23 años tuvo soldados a su cargo, afirmó que “es necesario buscar la verdad para que sean condenados aquellos que deben ser condenados y aquel que no, debe ser tratado con la dignidad y el respeto que se merece el hecho de ser un ex combatiente y haber estado a la altura de las circunstancias”.
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