La Pastora Marta los convencía con un plato de milanesas con puré. Eran tiempos en que la pensión de Independiente era tierra de nadie.
Los últimos momentos de Julio Comparada como presidente dejaban un club al borde del descalabro, lo que se aceleró en la gestión posterior de Javier Cantero, quien enfocó su tarea a desterrar a las barras que asolaban la institución mientras que económica y ediliciamente el Rojo mantenía una profunda crisis.
En ese marco, no sólo comenzaron los abusos a los chicos de Inferiores, tal como investiga la Justicia en este momento. También se dio en forma concomitante la intervención de una presunta iglesia evangélica, no registrada en la secretaría de Culto de la Nación, que comenzó a manejarse por el predio de Villa Domínico como si fuera su segunda casa.
Y que empezó a captar a chicos a los que habría adoctrinado en un supuesto templo montado detrás de un negocio de la avenida Belgrano a ocho cuadras del estadio Libertadores de América.
Según varios testimonios, cuando los chicos firmaban sus primeros contratos, debían dejar el diezmo para «salvar sus almas». Primero fueron dos chicos. Después tres. Así hasta llegar a 27.
Era una tarea pastoral que había comenzado supuestamente para acercar a los jugadores de Inferiores a la Biblia, y que terminó según las autoridades del club convirtiéndose en una pesadilla.
Según pudo reconstruir Infobae, el ingreso de este grupo que varias personalidades del mundo Rojo califican de «secta», se dio hace más de cinco años a través de un adulto llamado Cristian, que vive en Los Cardales y que se movía por la pensión como si fuera parte de los planteles juveniles.
Ante la falta de un cuidado intensivo y una alimentación superior, los llevaba a la casa de la Pastora Marta, quien empezó a captarlos bajo el lema «Dios es fiel».
Pero los conceptos que transmitía eran, como mínimo, confusos. Esto alertó a los responsables de las inferiores de entonces, Manuel Magan y Juan Cruz Anselmi, quienes venían trabajando con el padre Eduardo Meana dando charlas sobre formación en valores humanos para los chicos de Cuarta, Quinta y Sexta División.
Las consultas pertinentes hicieron que Magan echara a la Pastora Marta y les prohibiera tener contacto con los jugadores, aunque el resultado terminó teniendo efectos colaterales: amenazado, el padre Meana, un referente en el mundo del fútbol juvenil, dejó Independiente.
Consultado sobre el caso, el padre que ahora vive en Trelew prefirió no hablar, aunque sus allegados confirmaron que debió alejarse porque «como católico no era muy querido por este grupo que tenía cada vez más presencia entre los chicos».
Algunos de los jugadores que habrían pasado por este rito evangélico fueron Martín Benítez, hoy figura del Independiente de Ariel Holan, su primo Santiago, también delantero, Alexis Zárate, sobre quién pesa una condena en primera instancia a seis años y medio por violación, Nicolás Pérez y Santiago Velázquez, actualmente jugando ambos en el torneo Federal, el colombiano Johan Mosquera, Néstor Breitenbruch, que está en el ascenso mexicano, el santacruceño Nicolás Flores, Alan Franco, que abandonó al poco tiempo asustado del cariz que tomaba el asunto, y Franco Bellocq, que también dejó el culto gracias a un insistente consejo de familiares y amigos.
Aquel acceso irrestricto que la Pastora y su ayudante tenían en la pensión se cortó cuando Megan los echó, pero el vínculo siguió siendo constante y en 2015, cuando la pensión entró en refacciones y los jugadores fueron reubicados en el hotel Constitución Palace, retomó con mayor fuerza.
A tal punto que el año pasado, hubo otro intento ya formal de la Pastora Marta por volver a Domínico y esta vez fue rechazada por el actual coordinador de la pensión del club, Fernando Langenauer.
«Seguimos con preocupación el tema pero no vemos por ahora ningún delito como para hacer una denuncia. Sí estamos alerta y arriba de los chicos para ver si hay algún cambio en su forma de ser», le dijo a Infobae uno de los máximos dirigentes de la Institución.
La Justicia de Avellaneda por ahora mira todo con curiosidad e investiga tratando de dilucidar si el caso, aún con un grupo religioso no reconocido oficialmente, es sólo una cuestión de fe o si hay una cuestión de influencia psicológica para sacar un aprovechamiento económico de los jugadores, lo que constituiría un delito.
Uno más en ese viscoso mundo del fútbol donde los espejitos de colores son moneda corriente, pero en más de una oportunidad se astillan a la primera de cambio.
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