A pesar de observaciones previas realizadas por telescopios terrestres y de la nave Voyager 2, la composición de la atmósfera de Urano no era bien conocida. Los científicos se preguntaban si el sulfuro de hidrógeno (H2S) o el amoníaco (NH3) dominaban las nubes de este planeta, pero carecían de evidencias definitivas para inclinarse a favor de uno u otro. Ahora, un equipo internacional confirma una de esas hipótesis en un artículo que se publica en Nature Astronomy.
Los datos fueron obtenidos con el Espectrómetro de Campo del Infrarrojo Cercano del telescopio Gemini, que se encuentra ubicado en la cima del monte Mauna Kea, en Hawai. Las mediciones espectroscópicas descomponen la luz infrarroja llegada de Urano en sus componentes. Las bandas del espectro resultante, llamadas «líneas de absorción», donde el gas absorbe la luz infrarroja que llega desde el Sol, les permitieron a los científicos hallar la «huella digital» de los componentes de la atmósfera de Urano.
La detección de sulfuro de hidrógeno en las nubes de Urano contrasta con los gases de planetas gigantes internos, tales como Júpiter y Saturno, cuyas nubes más altas están compuestas por hielo de amoníaco. Los astrónomos dicen que estas diferencias en la composición atmosférica arrojan luz sobre la formación y la historia de los planetas.
Uno de los coautores del trabajo, Leigh Fletcher, de la Universidad de Leicester, dijo que estas diferencias probablemente quedaron selladas en la historia temprana de estos mundos. Explicó que el balance entre diferentes gases en la atmósfera de estos planetas fue probablemente determinada por las condiciones en las que se formaron en el Sistema Solar primigenio.
La detección de sulfuro de hidrógeno en las nubes de Urano contrasta con los gases de planetas gigantes internos, tales como Júpiter y Saturno, cuyas nubes más altas están compuestas por hielo de amoníaco
De acuerdo con Fletcher, cuando se forma una cubierta de nubes por condensación, encierra los gases que la integran en un profundo reservorio escondido debajo de los niveles que pueden ser vistos por nuestros telescopios. «Solo una pequeña cantidad permanece sobre las nubes tan saturadas de vapor… y por eso es tan difícil capturar las ‘firmas’ del amoníaco y el sulfuro de hidrógeno sobre las nubes de Urano», afirmó.
Según los investigadores, si un desafortunado humano descendiera a través de las nubes de Urano, se encontraría con un olor muy desagradable. Pero, agregaron, «sucumbiría antes de sentirlo debido a la sofocación y la exposición a una temperatura de -200 grados Celsius en la atmósfera, hecha mayormente de hidrógeno, helio y metano».