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«Ya está, es tarde», la sentencia de Pichetto

Pese a los denodados esfuerzos del Gobierno por impedirlo, la oposición tiene asegurada la mayoría en el Senado para convertir hoy en ley el proyecto que retrotrae a noviembre del año pasado y limita a la variación salarial los aumentos en las tarifas de los servicios públicos, norma que el presidente Mauricio Macri adelantó que está dispuesto a vetar.

Si bien el Poder Ejecutivo se anotó ayer algunos logros, como dar vuelta el voto del sindicalista petrolero Guillermo Pereyra (MPN-Neuquén), que tras visitar la Casa Rosada ahora rechazará el proyecto opositor; los intentos del Gobierno por torcer el rumbo de la historia chocaron contra la pared del Bloque Justicialista.

«Ya está, es tarde». Palabras más, palabras menos, esa fue la respuesta que se llevó ayer el ministro del Interior, Rogelio Frigerio , de la reunión que, por la mañana, mantuvo en el Senado con Miguel Pichetto (Río Negro), jefe del Bloque Justicialista . En ese encuentro, el funcionario ofreció sumar al proyecto que impulsa el oficialismo, que reduce el IVA de los servicios públicos, las transferencias a la ciudad y a la provincia de Buenos Aires de Edenor y Edesur. La zanahoria no alcanzó. No solo por la oportunidad de la oferta, sino también porque no contemplaba el reclamo de las provincias para que Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal también se hagan cargo de AySA.

Además de Pereyra, el Gobierno se habría asegurado la ausencia de uno de los representantes de Santiago del Estero que estaban dispuestos a votar el proyecto opositor. Se trata de la peronista Ada Itúrrez, quien faltaría hoy por cuestiones de salud. Fuentes legislativas del PJ aseguraron que la situación tiene todas las marcas de una típica jugada del gobernador Gerardo Zamora, que, ante la insistencia de la Casa Rosada, aceptó ceder solo uno de los tres alfiles que maneja en la Cámara alta.

Pereyra mantuvo silencio de radio ayer, pero su giro de 180 grados fue confirmado a LA NACION por al menos dos de los presentes en el encuentro celebrado en la Casa Rosada por Macri y Frigerio con los cinco miembros del Interbloque Federal.

La noticia conmovió más de un despacho peronista en el Senado, en los que se recordaba que la semana pasada el dirigente del gremio de los petroleros privados había afirmado de manera tajante que pensaba votar la iniciativa opositora. «Si no se vuelve atrás con las tarifas, voy a acompañar el proyecto que viene de Diputados y las retrotrae al año 2017», había sentenciado Pereyra en un comunicado, en el que advertía que mantendría su voto aun cuando llovieran sobre su persona «carpetazos» para ensuciarlo.

La postura que Pichetto le trasladó a Frigerio fue ratificada después por el bloque que conduce el rionegrino, en el que casi de manera unánime, y a pesar de las críticas al proyecto aprobado por Diputados hace tres semanas, se mantuvo la decisión de avanzar en la sanción de la iniciativa.

Solo el salteño Rodolfo Urtubey dijo que votaría en contra. «Si estoy apoyando a mi hermano (Juan Manuel, gobernador de Salta), en su proyecto presidencial no puedo quedar votando una medida irracional como esta», explicó el senador a sus compañeros.

El rechazo del PJ a las ofertas de Frigerio también reflejó el malestar que existe en la principal bancada de oposición con el Gobierno, incluso en senadores que han mostrado buena predisposición para encontrar una salida; clima al que en nada ayudaron las palabras de Macri ligando la ofensiva por las tarifas con «las locuras de Cristina Kirchner».

«Le dimos al Gobierno las herramientas y la posibilidad de que corrija su posición y no hubo voluntad de dialogar y trabajar en un cuadro tarifario que no afecte el bolsillo de la gente», se quejó ayer Carlos Espínola (PJ-Corrientes), en diálogo con LA NACION.

En el oficialismo del Senado, en tanto, anoche imperaba certeza de que la oposición tiene un piso de 36 votos para sancionar una ley que, aseguraban, el Gobierno podría impugnar ante la Justicia por inconstitucional y ahorrarse así el costo político del veto presidencial.

fuente LA NACION

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