Un buzo tailandés falleció el viernes tras haber ayudado a los niños atrapados desde hace trece días en una cueva inundada del norte del país, un golpe duro para los socorristas.
«Tras haber entregado una reserva de oxígeno, a su vuelta, no tuvo suficiente oxígeno», anunció el vicepresdiente de la provincia de Chiang Rai, Passakorn Boonyaluck.
Este ex miembro de los comandos de la Marina tailandesa «perdió el conocimiento en el camino de vuelta, su compañero de buceo intentó ayudarle y llevarlo», precisó el jefe de los comandos de la Marina, Apakorn Yookongkaew.
«Aunque hayamos perdido a un hombre, seguimos teniendo fe en nuestra misión»,aseguró, con la voz temblorosa, el viernes por la mañana.
El socorrista fue identificado como Samarn Kunan, de 38 años.
La tragedia recuerda la dificultad del camino que hay que recorrer, bajo el agua, hasta llegar a los doce niños y su entrenador de fútbol, bloqueados en esta cueva inundada.
Los socorristas trataban el viernes de avanzar al máximo en sus preparativos de evacuación antes de que retorne la lluvia, según las previsiones.
Esperan poder, con ayuda de bombas, que el nivel del agua baje a tiempo lo suficiente como para que los niños puedan salir de allí sin tener que bucear o haciéndolo en momentos contados.
5 horas de buceo
De momento, un buzo experimentado necesita 11 horas para hacer un viaje de ida y vuelta hasta donde están los niños: seis de ida y cinco de vuelta gracias a la corriente.
El recorrido es de varios kilómetros e incluye pasos angostos y tramos bajo el agua.
Pero los socorristas evitan pronunciarse a favor de una evacuación de los niños buceando.
«Seguimos considerando varias opciones», declaró el general Chalongchai Caiyakam.
Por ahora, los socorristas dicen que prefieren esperar a que baje el agua, excepto para suministrarles víveres durante semanas: esto permitiría a los niños salir a pie por la galería, con una parte mínima de tramos submarinos que se tengan que recorrer con máscaras.
Es la opción privilegiada por los socorristas, que pusieron en marcha un sistema de bombeo, asistidos por ingenieros japoneses, que ya ha sacado de la cueva de 10 km de largo el equivalente de más de 50 piscinas.