Los cuadernos de las coimas y el aluvión de empresarios arrepentidos frente a la Justicia en los últimos días sacaron al empresariado nacional de la modorra de los viejos reclamos estructurales sobre la marcha de la economía y lo devolvieron a la urgencia: la corrupción.
Reunidos para discutir la necesidad de alcanzar el equilibrio fiscal, reducir el gasto público y bajar la presión impositiva (de lo que se informa en la página 16), el Foro de Convergencia Empresarial dio ayer un fuerte respaldo a la investigación que, tras la revelación del periodista Diego Cabot en LA NACION, llevan adelante el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli en la Justicia, y que suma varios hombres de negocios tras las rejas y otros tantos arrepentidos que admitieron haber pagado coimas a funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner.
Pagos en cuotas y el pedido de un recibo por el aporte en negro
Sin embargo, los integrantes del foro pidieron separar la paja del trigo y reclamaron no generalizar. «No todos los empresarios son lo mismo», afirmó Miguel Blanco, coordinador del Foro de Convergencia, en conferencia de prensa ayer por la tarde en la sede de Aacrea. Junto a él, luego del plenario, decidieron hablar con la prensa Claudio Cesario (ABA, banca extranjera), Juan Vaquer (ACDE), Javier Goñi (IDEA), Francisco Lugano (Aacrea), Guillermo Lipera (Será Justicia), Máximo Fonrouge y Gabriel Martino (HSBC). «Meter a todos en la misma bolsa, no», cuestionó también Lipera. «Se robaba y se roba, y hay algunos que fueron cómplices y otros que no», indicó Cesario.
«Lo que está pasando con otros empresarios está en manos de la Justicia. Celebramos que salga a la luz. Que la Justicia opere con celeridad», afirmó Blanco. «Los casos de corrupción duran un promedio de 15 años. Solo en una minoría se condena a los culpables. No debería ocurrir más. Estamos detrás de este tema. Es insostenible», dijo.
«Que la Justicia se despierte y empiece a trabajar. La impunidad es muy grande. Se durmió una siesta grande», señaló Lipera. «Va a ser divertido ver cómo aparecen denuncias que ya se hicieron y no caminaron antes», cuestionó el abogado, autor de un trabajo difundido recientemente acerca de la velocidad y la efectividad de la Justicia a la hora de juzgar causas de corrupción en los tribunales federales.
«Hay especial interés en estos temas desde el inicio del foro. Es muy valioso lo que está sucediendo», estimó Vaquer, que destacó que quien entregó los cuadernos haya decidido ir al periodismo y no a la Justicia. «Esto muestra la relevancia del rol del periodismo independiente, profesional y sólido», señaló, y destacó la investigación de LA NACION y particularmente de Diego Cabot. «La Justicia tiene que estar a la altura de las circunstancias», pidió además el empresario.
Cuando fueron consultados por la posibilidad de un mea culpa público sobre lo sucedido en la década pasada, los hombres de negocios recordaron que en 2014 publicaron un documento que llamaba a «combatir la corrupción pública y privada», y que, un año después, difundieron otro en el que pedían reglas de transparencia y ética pública. Incluso señalaron que, en un trabajo conjunto con varios hombres de la política, presentaron propuestas para transformar el financiamiento de la política.
Fonrouge aclaró que no todos los empresarios contratan directamente con el Estado. Sin embargo, señaló que la excesiva regulación produce «cajas» y «falta de transparencia -aclaró- cuando no existen controles adecuados». Puso como ejemplo las autorizaciones para importar bienes y habló en ese sentido de «corruptelas».
Cesario afirmó que el sistema bancario recibe fondos de la obra pública, que pasan de los diferentes ministerios al Banco Nación y de allí a la entidad que usa la empresa privada. «Todo es trazable», señaló el abogado que representa a los bancos extranjeros que operan en el país. «Estamos peinando todas las cuentas», afirmó, aunque destacó que es difícil que quienes están acusados de llenar bolsos de dinero lo hayan hecho a través de los bancos privados. «Negociaron fuera del circuito», estimó el directivo.
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