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«¿Quién se va a quedar la plata?», el audio polémico del hermano del juez Lijo

Primero fue el haras La Generación, un millonario emprendimiento que aparece en los papeles a nombre de Alfredo Lijo, pero que su hermano juez frecuentó durante años. Después apareció un Mercedes-Benz blanco, cuyo titular es una empresa de Freddy, pero que el magistrado usó como propio durante meses.

Una grabación conecta ahora de manera directa la fortuna del operador judicial con el patrimonio de su hermano juez. «Vos sabés dónde está guardada la plata y para qué se va a usar. La plata no hay que tocarla», le advierte Freddy Lijo a su interlocutor durante la conversación a la que accedió LA NACION. Y le cuestiona: «Por eso te quiero decir: soy el principal interesado en dejar la plata donde está, pero si me llega a pasar algo…, ¿quién se la va a quedar? ¿Ariel y Magui?».

Cuando Alfredo Lijo menciona a Ariel hace referencia al juez Lijo, su hermano. Y Magui sería Magalí Mazzuca, la mujer de Ariel Lijo y que trabaja en la Secretaría Judicial de la Corte Suprema. El audio será agregado a la denuncia penal por asociación ilícita contra los hermanos Lijo realizada por la diputada oficialista Elisa Carrió.

La nueva maniobra de Carrió contra los Lijo se concreta después de que el Consejo de la Magistratura, donde el Gobierno cuenta con mayoría, desestimó una denuncia para activar una investigación sobre el patrimonio de Ariel, el juez.

Freddy Lijo vendía empanadas en Villa Domínico, pero desde que su hermano asumió como juez federal, en 2004, su patrimonio se multiplicó: compró inmuebles, autos y empresas. «La plata» que el operador menciona durante la conversación hace referencia al contenido de dos cajas de seguridad en el banco ICBC (sucursal Avenida de Mayo) y a otra caja en el ex-Citi (Santa Fe y Rodríguez Peña), según pudo reconstruir LA NACION.

Por abril de 2013, cuando fue grabada esta conversación, Freddy trabajaba lejos de las formalidades de los expedientes. Abogado, se encargaba de resolver los «problemas» de sus clientes -funcionarios y empresarios- tanto dentro como fuera de los tribunales. Fue lo que le permitió experimentar cambios drásticos en su nivel de vida.

«De Vido era el jefe y Alfredo Lijo era el organizador. Es decir, el articulador entre los dos sectores que conformaban la banda: el sector de algunos jueces y fiscales a los que tenía acceso a partir de la relación con su hermano, el juez Ariel Lijo, y por otro lado, los empresarios o funcionarios que requerían de sus servicios para la obtención de beneficios en las causas», acusó Carrió. La denuncia de la jefe de la Coalición Cívica se sustentó -entre otras cosas- en la primera parte de esta grabación -que publicó LA NACION semana pasada-, cuando Freddy Lijo decía: «Alguna vez fuiste a Tribunales a llevarle plata a uno…, a otro, con miedo a que te peguen un tiro».

El operador judicial ya acumulaba bienes sustanciosos para 2009. Pero su primer gran salto patrimonial ocurrió en 2012: compró y reformó un piso de 250 metros cuadrados en Las Cañitas por, al menos, US$720.000. Pero también alquiló una mansión en el country Abril, tenía oficinas en Puerto Madero y en Recoleta, y al mismo tiempo conservó un semipiso en Recoleta valuado en US$272.000. Y viajó tres veces al exterior ese mismo año.

Confiado en su futuro, durante la feria judicial de enero de 2013, Freddy se dio el gusto de cumplir con uno de sus sueños: compró un terreno para construir un haras de caballos de carrera. Y quiso más, según se desprende del audio grabado tres meses después de esa adquisición: «¿Y si mañana me compro un avión?».

Pero mientras los bienes de Freddy Lijo aumentaban, su hermano juez, en cambio, era uno de los más austeros de Comodoro Py: declaró un patrimonio de menos de $3 millones en su última presentación de bienes. Ni siquiera admitió tener un auto propio.

En cambio, su hermano operador dio muestras de su nivel de vida durante la grabación: «No me cuesta nada [ganar] $100.000 por mes. Yo trabajo dos o tres veces por semana. Los viernes, pase lo que pase, me voy al campo. Sábado y domingo, pase lo que pase, no me muevo. Los lunes me voy al hipódromo, pase lo que pase». Y después dijo cómo tenía que hacer para ganar más dinero: «Ahí empieza otra rosca, no sé si me entendés. Necesito ir y venir a Tribunales».

fuente LA NACION

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